El joven crítico Arturo Alejandro Martínez nos presenta una muestra de la poesía joven venezolana en un espectro que va de María Ruíz (1984) a Ania Varez (1991). Explica Martínez que ha reunido aquí a “escritores venezolanos menores de treinta años, publicados, y cuyas obras nos permitiesen vislumbrar distintas búsquedas poéticas”.
POESÍA JOVEN VENEZOLANA
Alejandro Arturo Martínez
Escribir poesía en Venezuela no es sólo un acto heroico sino una necesidad nacional. Tras tantas renuncias y pérdidas, ver que jóvenes escritores logren consolidar una propuesta poética propia demuestra que en la literatura es posible hallar modelos a seguir para así conseguir cambios efectivos en la sociedad.
Esta antología pretende mostrar una breve panorámica de la poesía joven venezolana. Estos selectos autores se han formado académica y literariamente en Venezuela, aunque algunos se encuentran ahora fuera del país. Vale la pena destacar que ellos, quienes en promedio de edad no superan los treinta años, demuestran a través de su textos una experiencia literaria y de estudios que bien puede hacernos creer que cargan más años de lo que aparentan. Asimismo, cabe resaltar un aspecto positivo —entre tantos— de estas nuevas voces y es que a pesar de que todos han leído a los grandes poetas de la literatura universal, reconocen el valor y la importancia de la poesía venezolana. Ello lo vemos reflejado en epígrafes, títulos de poemas, alusiones, imágenes e, incluso, en textos ensayísticos que han escrito.
Por otro lado, estos poetas cuentan con obras publicadas, a pesar de las trabas que surgen para que un poemario logre interesarle a una editorial. Así pues, es importante reconocer la labor que editoriales como Bid&Co o Equinoccio han llevado a cabo al tener importantes colecciones de poesía en la que en un mismo territorio (de libros) coinciden los más veteranos con quienes se han iniciado en este género. Por otro lado, se encuentra también el premio de Monte Ávila para autores inéditos, que incluye la categoría de poesía, y que ha permitido ser el primer paso para que estos escritores logren publicar su primer libro, como en los casos de Víctor Alarcón, Enza García y Alejandro Castro. Asimismo, algunos (Ania Varez, Camila Ríos Armas, Alejandro Castro, Adalber Salas, Enza García y próximamente María Ruiz) han visto publicadas sus obras en la Colección Voces Iniciales, de Bid&Cod. Es digno de señalar que esta colección está dirigida por poeta joven Adalber Salas, quien ha publicado tanto en Venezuela como en Colombia. De igual forma está el trabajo editorial de Luis Perozo con su Ediciones del Movimiento, editorial que también ha abierto un espacio para las nuevas voces. Por todo esto nos permitimos especular que esta solidaridad entre jóvenes poetas, quienes se leen y se promueven entre sí, ha posibilitado que la poesía joven venezolana tenga un espacio destacado en el campo cultural de ese país.
La selección se llevó a cabo bajo los siguientes parámetros. Debían ser escritores venezolanos menores de treinta años publicados cuyas obras nos permitiesen vislumbrar distintas búsquedas poéticas. Así, encontramos en estos jóvenes poetas un trabajo con el lenguaje, un manejo de distintos recursos poéticos, un uso consistente de la despersonalización y una capacidad de elaboración de imágenes que nos permiten afirmar que estamos ante autores cuyas poéticas han dado sus primeros vestigios.
Para cerrar, la poesía venezolana cuentan con más voces nuevas de las que exponemos en este artículo. Para una próxima selección esperamos presentar a otros jóvenes escritores.
Esta selección está ordenada alfabéticamente.
Víctor Alarcón
Poemas pertenecientes a Mi padre y otros recuerdos (2009, Monte Ávila Editores).
Tú y yo fuimos un grito inabarcable en la penumbra
en la memoria de los años
una noche transcurriendo en la vigilia
un sueño que no llegó hasta nuestras camas
Tú oculto entre los barcos de la niñez
entre los mares de una playa en el ocaso
escondías tu llanto detrás de las paredes blancas y el asma del olvido
Yo me quedaba callado viéndote
odiándome por no amarte como debía
con mi ceño fruncido
mis cejas pobladas
mis ojos cansados
Yo sólo sabía ocultarme las palabras
Imagino una habitación blanca donde mi hermano llora su orfandad y transita el alma del olvido. Veo tubos de goma, sueros, sangre, líquidos ininteligibles. Veo noches a la sombra de un televisor que repite los mismos juegos de antaño. Los hospitales ajenos fueron constantes en mi niñez, para mi hermano fueron propios. Respiraba una sinusitis de días trashumantes. Los hospitales siempre fueron silencio temeroso que traspasaba mis labios. Fueron un sueño neoyorkino. Fueron marcas en mi cuarto.
Después de la muerte de mi padre
están las memorias del tiempo
las horas taciturnas
los retratos perdidos
Después de la muerte
está la pubertad como una loba vieja
los hospitales asmáticos
los amores que se desvelan al ritmo de una intravenosa
bigotes oscuros ojos verdes paredes blancas
cuadros familiares viéndose en los espejos
una visita recordando algún blues
un cigarrillo en la ceniza
Después de la muerte
están unos niños con el olvido clavado en el estómago
con las manos sucias de tierra
con los ojos verdes
recordando la distancia de sus pasos en la grama
están las viejas rezando sin lágrimas junto al muerto
desvelando los rosarios
recordando sus nombres
Después
están las cuerdas de una guitarra
vibrantes en medio de las estrellas
el bajo robándole notas a la batería
los discos de pasta
y el equipo de música
encendido en las mañanas silenciosas
Después de la muerte
hay un amor neoyorkino
destrozado en las visitas quirúrgicas
Está el jardín de la infancia
armonizado por ranas que se esconden entre las piedras
el recuerdo de una mata de mango
rodeada de frutos caídos
y una bicicleta oxidada
Después
está un cuarto
poblado de memorias y libros prestados
el recuerdo como algo ajeno
la noche desde un piso trece rodeado de edificios
Después de la muerte
están las hazañas de mis abuelos
mi madre y sus rosas
mi hermano que calla distante en un mar rítmico
Después
hay un lago negro lleno de luces perdidas
están solitarios los fantasmas
los espíritus noctámbulos
los suspiros que saben a sombra y a descanso
Después de la muerte de mi padre
está la vida despertándose de golpe
Alejandro Castro
Poemas pertenecientes a El lejano oeste (2013, bid & co. editor)
Canto a Bolívar
Ahora que todo lleva tu nombre, Bolívar,
y no es una metáfora,
vamos a poner las cosas en su sitio.
A Miranda no lo mató el bochinche sino tú.
Y Colombia se hizo grande ahíta de miserias
Y el Olimpo que levantamos,
en alabanza para que tú reinaras,
es una barriada interminable.
Y ahora,
que te ha dado por resucitar o reencarnar,
no hay un alma que no sea alérgica
a tu nombre y eso, Bolívar,
tampoco es una hipérbole.
Tu nombre es una coartada,
un sucio billete que nada vale,
una plaza cualquiera repetida,
una esquina.
Tu nombre es un país sin mar,
el pico más alto de la cordillera más pobre / del planeta.
La única gloria en tu nombre, Libertador,
es una avenida sonora de tacones
talla cuarenta y seis.
Yo amo sólo mujeres defectuosas
estériles de vientre putas o poetas.
¿De qué sirve —en la guerra—
una mujer idiota una mujer mujer?
Colecciono cicatrices abortos persigo
una cabeza oscura paridora de versos
una infeliz que no haya querido
a sus hijos lúbrica baudeleriana lésbica mujer
incendiaria libérrima.
Cuando llegue Antonio vamos a exigirle
que nos llene la boca con su lengua
a cambio del poema.
El milagro no será su gacela
sin cuerpo. Vamos a meter el dedo
en las cuatro llagas para que entienda.
¿Qué se ha creído la belleza?
Ya no le tenemos miedo.
Si no coopera yo diré su secreto:
no fueron los dioses ni el caballo,
la caída de Troya fue culpa de Helena.
Carlos Colmenares Gil
Poemas pertenecientes a dos mil nueve (2011, Fundarte)
dos poemas subterráneos
1
el otro día me quedé caminando hasta tarde
el metro cierra a las once
y es un viaje largo
hacia los teques
entré en chacao
viajé hasta la estación de transferencia
caminé hacia el andén
y a esperar
abrieron las puertas
me halaste hacia ti
eres un esqueleto
hablamos un poco
dijiste que iba a perder el tren
me sentí como en uno de tus cuentos
donde los hombres beben cerveza light y las mujeres no
eres un esqueleto
con una risa imposible
2
meryl streep
se veía hermosísima en manhattan
un viernes antes de semana santa
el metro ya no es agresivo
y facilita
la introspección
o soy yo
el túnel
donde transita lo que no puede nombrarse
o eres tú
con las piernas llenas de letras
recogidas sobre la butaca
la que mira la hierba de whitman
que nace entre los rieles
—los españoles tienen palabras hermosas
para referirse a lo sexual
me gusta tu coño, tía —dije
reíste
hablabas
de cómo correrse era mucho más bello que acabar
por supuesto tenías razón
luego te volteaste hacia mí
fue la única vez que nos corrimos juntos
Enza García
Poemas pertenecientes a El animal intacto (2014, en prensa)
Elijo ser
el animal pulcro.
El que puede reconocerse
callado
frente a la sencillez del rencor.
El miedo fue la primera invención del desierto, la segunda fue el lomo del perro dorado, la tercera el fuego. Debe haber un hallazgo, pero antes un cautiverio; y una mano detrás del racimo púrpura y el horror de no haber construido a tiempo una defensa contra los tigres y los toros. El hombre despertó una mañana y ya no era puro como un niño: tenía la sangre despavorida, y para no sucumbir domesticó al perro. Viajó, le dio un nombre a su familia, recogió el trigo y las granadas. Por último, en las postrimerías de su inocencia, provocó el fuego de los árboles y los esqueletos, y sólo alrededor de la hoguera fue capaz de hacer música: hizo gritar a su mujer boca abajo, hizo restallar las cuerdas del laúd.
Un poema sin tachaduras
no es humano
¿Dónde están mis ojos?
¿qué haremos con el grito?
¿qué haremos con el daño?
Sagrado león
¿qué haremos con la ceniza?
¿qué haremos con el diálogo?
Tengo miedo de ser mujer
y que un día me dé
por comprarme unas tetas grandes
qué haré con la mirada
y el sudor acumulado en los vagones
qué haré con las pobres ilusiones de unos padres
que esperan todo el reino por venir.
Qué haré con el hermoso invierno plastificado
que tengo
en una esquina de la casa
dónde dejé la agudeza
dónde el traje de baño
dónde la cara de puta
dónde
puedo respirar
y no deber explicaciones
dónde queda el tiempo
ese propósito irreversible
apenas obediente
al tacto de sí mismo.
Tengo miedo de abrir la puerta
tengo miedo de ser mujer
tengo miedo de que hablar
no me lleve a ningún lado.
Leonardo González-Alcalá
Poemas pertenecientes a Gesto quebrado (2011, Equinoccio).
La oscuridad que me había interrogado abandonó la habitación. Me dejó sin conocimiento cierto de mí. Sobre la mesa, las estampidas se otorgaban como cuando se es arena: poco importa derramarse.
Mi voz se sabe fragmentada en varios gritos, y no queda en su resonancia un espacio salvo para el pronunciamiento. Debo prepararme para la enfermedad negra, el desespero.
Sin saberlo otorgas trascendencia a un ruido. Allí yace nuestro primer error.
Siempre creí que no cabrías dentro de un pronombre, pero ya me ves, traicionándote: eres un silencio vaciado en mi alma.
Luis Perozo Cervantes
Poemas pertenecientes a A puro despecho (2012, Madriguera)
Este es el colmo de la burocracia
para quitarme la mitad de la vida
(toda esa reunión de esperanzas)
para arrancarme, con la palabra divorcio, la alegría
debo esperar
que vuelva de almorzar
tu jueza[1]
La casa es un desastre
y conste, que no fui yo
es ella misma que se niega a mis cuidados
insiste en llamarme incapaz
en ofenderme
echarme la culpa de tu huida
Siempre seré culpable
algo debía haber hecho mal
(¿Quizá debí creer en Dios desde un principio?)
amarte tanto, no es impune
Una de las cosas más duras
fue la separación de libros
como si un estado civil
pudiera cambiar el final
de María de Jorge Isaac
así de ridículo como pensar
que tú tienes el tomo uno del Quijote
y a mí, por ley,
me toca morir para recobrar la cordura
me parece curioso
tu interés en Madame Bovary
o mi reticencia a perder La comedia humana
¿Cuántas veces nos ofrecimos
mutuamente el Ulysses?
En cambio, tomaste Orlando, con tanto gusto
Mi señora Dalloway
las obras completas de Gertrude Stein
Yo me quedé, en contra de tu voluntad,
con Silvia Plath y Anne Sexton
Así como percaté, habías escondido antes
aquella edición rústica de Casa de muñecas
Te dejé todos los Anne Rice, Tolkien, J.K. Rowling
me dejaste a Neruda, Huidobro, Vallejo, Cardenal
discutimos por Los amorosos de Jaime Sabines
era tan fácil que ganaras
cada libro que te daba
escondía un beso
para zambullirse en tu memoria
con cada palabra
No extraño los libros
los libros me hacen extrañarte
Camila Ríos Armas
Poemas pertenecientes a Ecos (2011, bid & co. editor).
Primera voz:
Ciudad de ecos
de gemidos
estériles
ciudad de hambre
de ojos ciegos
ahogados
ciudad
que no se halla
en sí misma
que no se sabe
ciudad abandonada
Segunda voz:
Y habito la sombra de un delirio.
Háblame
sin rasgar el silencio que hay entre ambos
sin quebrantar tu premisa
Entra al zaguán
pero no pases al jardín central
que allí no hay espera,
sólo encuentro.
María Ruiz
Poemas pertenecientes a Alivio (2014, en prensa).
El desdoblamiento como vicio, como ideología, como ontología
propio como la piel y la carne.
Conocerte (a) pe da zos,
por
partes
dándome la espalda
primero las manos (en horario de oficina)
luego los ojos, por la mañana
y otros f r a g m e n t o s propios de la noche.
Empezar un día esta repetición artificiosa
movernos con violencia hacia adentro y hacia afuera,
hacia arriba
y hacia abajo;
moverme circular.
Luego,
moverme toda.
Lejos. Lejos para no poder volver cuando me llames
(cuando te ruegue que me llames)
Volver sin llamadas de tres de la mañana.
Volver por la misma inercia,
por el gesto estúpido de moverme a gran velocidad
para irme
lejos,
lejos,
al otro lado de la cama.
A esta lengua
que repite y repite
el mismo nombre
hay que tomarla entre las manos
y aplicarle castigos
Hay que sacarla de la boca
y someterla
a la exhibición
a la resequedad
a la intemperie
que se avergüence
que se enrosque sobre sí misma para ocultarse
para esconder su cara sonrojada de lengua
de esta mirada acusadora
y suplicante
que se clave ese maldito nombre en las papilas
que sangre con las esquinas
de las letras más ponzoñosas
(como la X, por ejemplo)
Se trata de una lengua
que da vueltas dentro de la boca
que se repite
como una escalera mecánica
como una oruga estúpida persiguiéndose a sí misma
que se oculta y vuelve a salir otra vez
paseando siempre a la misma persona
A esta carne tan húmeda y vulnerable
provoca clavarle alfileres
sacarle tajos con hojillas
con las uñas, inclusive
desarmarla
que sólo queden
hilos de carne
colgando de uno de sus lados
Ajusticiada
que sirva
(desprendida de toda lengüidad)
a lo sumo
para sacudirle el polvo
a los libros
Ahora,
que tienes dos corazones
sonando dentro del mismo cuerpo,
puedes empezar a desfigurarte la boca
con una piedra
no los dientes,
la boca,
la cara,
el vientre.
Ahora,
que puedes sentir dos taquicardias
cuando se te inunden de pesadillas
los ojos cerrados
Ahora,
que la mirada azul de un niño muerto te persigue
te acecha
y te jala los pies de noche
Ahora,
que te sientes pesada
y débil
y vomitas
líquidos tóxicos acumulados
en ese pobre cuerpo enfermo
de cosa insuficiente
de medianía
Ahora,
que llegas tarde
a todo esto
de dar noticias amarillistas
y padecerlas
Sólo ahora podrías mirarme directo a los ojos
y luego, agacharte, irte de boca
recoger la vergüenza
y unas cuantas pestañas
en el piso.
No está bien
quedarse dormida
sobre una cascada de maldiciones
Soltar en el aire de la noche
un enjambre de pronósticos
de muerte
y hemorragias.
Adalber Salas Hernández
Poemas pertenecientes a Heredar la tierra (2013, Común Presencia)
Esta es la hora
en blanco, la hora
que no cabe en los relojes,
la tregua
que no se deja sostener
por ninguna mano,
la paz inhabitable.
Esta hora
no
nos da de comer
aunque se cuela en nuestra boca
para decirse en minúsculas,
ciega,
con una pureza
que no nos pertenece.
Lisa,
desmemoriada,
calca de nuevo el mundo
a imagen y semejanza
de su silencio.
Esta es
la hora.
Amanece.
La noche se desgrana en pájaros.
Su vuelo sutura el horizonte.
Frente a mí,
tu cuerpo
aturdido por su propio fulgor,
inapelable,
tan repleto
de no tener ayer.
Miro su único minuto
cabizbajo, arrodillado,
observo cómo su desnudez
aún no puede ser cubierta
por ninguna de las lenguas
del hombre.
Bajo tu piel
hay un pulso que trabaja,
una duración inflexible,
un latido, un caudal
que te transita
como una desgarradura:
algo que traes
desde aquella sed
que nos precede, remota,
y que todo lo sostiene,
sístole y diástole
de una vastedad
sin retorno.
Sin saberlo,
escribía buscando una palabra
que te recibiera.
Una palabra extensa,
larga como una muerte,
larga hacia ningún lugar
y tenue,
tan tenue,
que se confundiera por un momento
con la vida.
Una palabra
tejida con sonidos ínfimos,
con esas preguntas desahuciadas
que también tejen la noche
sin confesarlo.
Una palabra que pudieras usar
para cubrir tus pasos,
para nunca andar descalza
por las calles, entre los edificios
cariados de tanta lluvia.
Una palabra, en fin,
que sirviera para remendar el cielo
de vez en cuando.
Ania Varez
Poemas pertenecientes a No es la línea ni el segundo (2011, bid & co. editor).
cuesta mirarse
en la página blanca
inmensa
virgen
monolítica
cuesta encontrar una grieta
y treparse
hacer brotar la mancha
ver fluir lo impropio
un charco contiene todo
todo cuanto queremos
El océano no lo sabe
todavía
si la sed es lo único cierto
cómo evadir el cazo y la gota
que sabe encontrar el agujero en mi pupila
aun si resquebrajo la arcilla
con la que cubrieron otros mis rasgaduras
aun si detrás de lo que callo
solo queda otro silencio
La rosa no elige ante cuál mirada
brota simplemente
cuando el color se pregunta su nombre
y no existe un cuerpo
que lo contenga
¿Quiénes son?
Víctor Alfonso Alarcón (Caracas, 1985). Licenciado en Letras por la Universidad Católica Andrés Bello. Magíster en Literatura Comparada: Estudios Literarios y Culturales por la Universidad Autónoma de Barcelona. Magíster en Literatura Venezolana por la Universidad Central de Venezuela. Ha participado en talleres de poesía y narrativa en distintas instituciones, entre ellas el Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos y la Universidad Católica Andrés Bello. Ha publicado poemas en la antología La imagen, el verbo, coordinada por Miguel Marcotrigiano Luna. Con su obra Mi padre y otros recuerdos se hizo acreedor del Premio del Concurso para Autores Inéditos de Monte Ávila Editores, mención Poesía, edición 2008. Siendo publicado dicho título al año siguiente en dicha casa editorial. Con el libro de cuentos Y nos pegamos la fiesta ganó el I Premio Equinoccio de Cuentos Oswaldo Trejo 2012. Ha ejercido como docente en diversas universidades venezolanas, entre las cuales cabe destacar la Universidad Central de Venezuela y la Universidad Simón Bolívar. Actualmente cursa estudios de doctorado en la Universidad Autónoma de Barcelona.
Alejandro Castro (Caracas, 1986) es licenciado en Artes por la Universidad Central de Venezuela y magister en Literatura Latinoamericana por la Universidad Simón Bolívar. Ganador del Concurso para Autores Inéditos de Monte Ávila con el libro No es por vicio ni por fornicio. Uranismo y otras parafilias (2011). Publicó El lejano oeste (2013). Actualmente dicta clases en la Universidad Central de Venezuela.
Luis Perozo Cervantes (Maracaibo, 1989) estudia Letras en la Universidad del Zulia. Ganador del II Cervantes La Grapa Literaria de la Escuela de Letras de la Universidad del Zulia, mención ensayo, con su texto Novalis y el amor de ultratumba; y mención poesía con Amoritud. Obtuo la Orden Estímulo al Mérito Literario Andrés Mariño Palacio del Estado Zulia (2007). Ha publicado Noche Electoral (2010), Poemas para el nuevo orden mundial (2011) y A puro despecho (2012).
Camila Ríos Armas (Caracas, 1989) es licenciada en Estudios Liberales por la Universidad Metropolitana, con estadía académica en L’Institut d’Études Politiques (París, 2011). Obtuvo la mención honorífica en el II Premio Nacional Universitario de Literatura, con Muralla intermedia (2008). Publicó Ecos (2011). Ha sido incluida en varias antologías.
Leonardo González-Alcalá (Caracas, 1987). Es músico y licenciado en Derecho por la Universidad Católica Andrés Bello. Obtuvo el Premio de la XII Bienal Francisco Lazó Martí del Ateneo de Calabozo (2007) por su poemario El país de los muertos, reeditado en 2011. Ha publicado Gesto quebrado (2011) y la antología poética El ojo errante (2009).
Enza García Arreaza (Puerto la Cruz, 1987) Narradora y poeta. Obtuvo el VII Premio Literario Cuento Contigo de Casa de América (Madrid, 2004) con «La parte que le tocó a Caleb». En 2007 resultó ganadora del Concurso para Obras de Autores Inéditos, auspiciado por Monte Ávila Editores, con el libro de cuentos Cállate poco a poco (Monte Ávila Editores, 2008). En 2009 recibió el III Premio Nacional Universitario de Literatura de la Universidad Simón Bolívar con El bosque de los abedules (Equinoccio, 2010). Textos suyos aparecen en las antologías Cuento Contigo 2 (Madrid, Siruela, 2006) y Zgodbe iz Venezuele (Eslovenia, Sodobnost International, 2009); en las muestras De la urbe para el orbe. Nueva narrativa urbana (Caracas, Alfadil, 2006), Joven Narrativa Venezolana III. Premio de Cuento Policlínica Metropolitana para Jóvenes Autores 2009-2010 (Caracas, Equinoccio, 2011), De qué va el cuento. Antología del relato venezolano 2000-2012 (Caracas, Alfaguara, 2013), Tiempos de nostalgia / Tiempos de saudade (Caracas, Ediciones del Instituto Cultural Brasil –Venezuela, 2013) y en Voces -30. Nueva narrativa latinoamericana (Chile, Ebookspatagonia, 2014). El libro de cuentos Plegarias para un zorro aparece en 2012, editado por bid & co. editor.
Carlos Colmenares Gil (Los Teques, 1986) es poeta y narrador. Ganador del II Premio Nacional de Literatura Stefania Mosca mención poesía con el libro dos mil nueve (Editorial Fundarte, (2011). Ha sido finalista de los concursos de cuento de la Policlínica Metropolitana y de SACVEN. Posee dos poemarios inéditos: velorio y ánimus.
María Ruiz (1984) es cineasta y escritora. Licenciada en Artes por la Universidad Central de Venezuela. Su cortometraje Des(pecho)trucción (2013) se hizo acreedor del Best Experimental Short Film Award en el 21th San Diego Latino Film Festival y del Premio Municipal de Cine David Suárez en la mención Mejor cortometraje de ficción, 2014. Con su poemario Putas metamórficas ganó la XVIII Bienal de literatura José Antonio Ramos Sucre en 2011, libro que fue publicado por Fundarte en agosto de 2012, en la Feria del Libro de Caracas.
Adalber Salas Hernández. (Caracas, 1987). Poeta, ensayista, traductor. Licenciado en Letras por la UCAB. Ganador del II Premio Nacional Universitario de Literatura por el libro La arena, el vidrio: ascenso en tres movimientos (Caracas, Editorial Equinoccio, 2008), así como autor de los poemarios Extranjero (Caracas, bid&co. editor, 2010; Bogotá, Común Presencia, 2012), Suturas (Caracas, bid&co. editor, 2011) y Heredar la tierra (Bogotá, Común Presencia, 2013). Asimismo, ha publicado el volumen Insomnios. Ensayos sobre poesía venezolana (Caracas, bid&co. editor, 2013). Recientemente han sido publicadas sus traducciones de El hombre atlántico, Agatha y Savannah Bay, libros de Marguerite Duras (Caracas, bid&co. editor, 2013 y 2014),Artaudlogía, selección de textos de Antonin Artaud (Caracas, bid&co. editor, 2014) yElogio de la creolidad de Bernabé, Chamoiseau y Confiant (Caracas, bid&co. editor, 2013). Junto con Alejandro Sebastiani Verlezza, es responsable de la antología Poetas venezolanos contemporáneos. Tramas cruzadas, destinos comunes (Bogotá, Común Presencia, 2014). Textos suyos, tanto poesía como ensayo, han sido publicados en distintos medios periódicos, nacionales e internacionales. Actualmente se desempeña como Co-Director de bid&co. editor, como miembro permanente del consejo de redacción de la Revista POESIA de la Universidad de Carabobo y cursa como becario Santander el MFA en Escritura Creativa en Español de la New York University.
Ania Varez (Caracas, 1991) es bailarina, miembro del Taller Experimental de Danza Pisorrojo. Cursó la carrera de Estudios Internacionales (Universidad Central de Venezuela). Actualmente estudia en la London Contemporary Dance School, con miras a obtener la licenciatura en danza contemporánea. Ha publicado el poemario No es la línea ni el segundo (2012).
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Alejandro Arturo Martínez es licenciado en Letras por la Universidad Católica Andrés Bello. Actualmente se encuentra realizando estudios de magíster en Santiago de Chile sobre ciudad y violencia en la literatura latinoamericana.
[1] Díganle a mi abogado, que regreso luego
mi otra mitad no soportar a un verdugo con retrasos