Presentamos un cuento de la narradora Valerie Vetra (Irapuato, Guanajuato, 1994). En 2014 formó parte del taller de cuento del Centro de Apreciación Literaria de la Universidad Autónoma de Baja California. Fue becaria del encuentro Signos en Rotación, del festival Interfaz del ISSSTE en febrero del 2015.
La teoría Heartagram o la buena muerte
A los niños se les enseñaba con la nueva reforma educativa que había dos cosas certeras en el mundo: el amor y la muerte. En épocas turbias del siglo XXI se extendía el infame dicho que afirmaba que era la vida y la muerte en lo que se podía confiar, pero el estudio científico de la opinión popular llegó a un nuevo conocimiento que cambió la estructura social del país. Fue una valiente la que se atrevió a decir que aquella era una cuestión de palabra, que lo único que se hizo fue cambiar vida por amor. Fue apedreada públicamente por su opinión, pero sentó precedente para la teoría del Heartagram.
Se acuñó semejante término gracias a un viejo grupo musical cuya fama no fue relevante. No hubo forma de refutar aquella compleja teoría, y se tomó por cierta ignorando todos los errores documentados en la historia gracias a otras no confirmadas. El sistema educativo adoptó inmediatamente la teoría como respuesta a la exacerbación de las ciencias sociales de finales de siglo y se restauró el lugar predominante de las ciencias exactas. Los exactólogos –como se les llamaba despectivamente- confirmaron que en efecto, la vida no estaba garantizada. Gracias a su afirmación, el gobierno mundial decidió que expertos en el área ocuparan diversos puestos de las monarquías alrededor del mundo. De esa forma, los parlamentos se llenaron de tanatólogos y químicos, quienes fueron modificando la sociedad a semejanza de sus disciplinas.
Con el paso de las décadas, se acabó la libertad de expresión, a excepción de aquello que dijera algo positivo de la teoría. Otras formas de conocimiento fueron censuradas, y únicamente se financiaron becas y apoyos a investigaciones químico-tanatólogicas. Estudiosos que se negaron a enfocarse en las áreas aprobadas por la monarquía fueron llamados rebeldes y constituyeron la resistencia intelectual. El proletariado, por su parte, se había divido en dos divisiones: del amor, y de la buena muerte, o eutanasia, de la cual me volví líder. Un movimiento originalmente destinado a derrocar a los políticos en poder se volvió una lucha salvaje de ideas. Sin importar cuán grandes fueron mis esfuerzos, no hubo forma de unir las tres facciones al principio: La clase baja posteriormente aceptó colaboración y tomó armas. Los intelectuales se negaron al combate físico, y se les reclutó en calidad de rehenes. Cuando ello llegó a las noticias públicas, entonces se me llamó un nuevo López Obrador.
Mi nombre pronto figuró en las altas esferas y se realizaron investigaciones de mí. Nunca me preocupé por borrar mi pasado, porque jamás pareció importante. ¿Qué tanto podrían usar en mi contra si pasé casi toda mi vida en el orfanato municipal? La verdad, por otra parte fue mucho más difícil de lo que imaginé; Me uní a la resistencia de la buena muerte, porque estaba absolutamente convencido que el amor no era seguridad de nada. Mi madre murió antes de saber que estaba embarazada de mí, y según la encargada de los niños, fui producto de una violación. Tenía poco menos de dos meses de gestación, cuando en la autopsia salí a relucir, y fui puesto en incubadora para nacer artificialmente. Nunca tuve quien me demostrara amor, ni yo a otra persona. Supuse que el tiempo y el contacto humano me harían desarrollar el sentimiento, pero no fue así.
Mi vida se había convertido en un testimonio viviente, y por ello se me fue alabado como un mesías. Mi suerte mejoró cuando se me nombró líder de las resistencias fusionadas y proclamé una rebelión armada contra la monarquía. No pretendía alzarme como rey, sin embargo mi nombre era el rumorado para el cargo. Cambié paulatinamente el enfoque de nuestra aversión de la diferencia de ideas al surgimiento de la teoría Heartagram. El incremento de rebeldes hizo que el rey accediera a renunciar al poder, y creímos tener la lucha ganada. Esperábamos entonces la renuncia pactada a las cinco de la tarde por televisión nacional. Nadie se molestó en revisar el folder que llevaba el rey en las manos y esa fue mi desgracia.
De aquella forma me enteré que había sido mi madre la que ocasionó la creación de la teoría Heartagram.
Los gritos estallaron. Comencé a correr. Trataba de aceptar que la mayor traidora de la patria y la mujer que me impulsó a tomar armas era la misma que en algún momento me llevó en su vientre. Desesperado, busqué donde esconderme. ¡Que estúpido fui! Había sido yo al ascenso de mi liderazgo el primero en sugerir que teníamos que buscar y matar a la estirpe de la lingüista. Debí suponer que el rey que no habría aceptado la renuncia con tanta facilidad de no ser porque tuviera algo contra mí. Era muy tarde. No pude avanzar mucho antes de que me detuvieran. Era mi propia gente la que me molía a golpes.
Al despertar, supuse estaba muerto. Me encontraba en una camilla de hospital, pero alcancé a ver mis heridas aún abiertas. Quizá habían recogido mi cuerpo en un intento de pacificar a la multitud y reivindicar al gobierno, pero definitivamente no harían nada para ayudarme. Quizá era mejor: Aunque lograra salir vivo del hospital, no pasaría ni un día afuera antes de que me asesinaran.
-Todos quieren tu cabeza. Mis fuerzas tienen órdenes de no dejarte salir vivo de aquí, y la resistencia quiere cobrarse la osadía de tu madre con tus vísceras. ¿Qué eliges? – El rey en persona se había presentado en mis últimos momentos.
No había camino decente, y aunque me sabía de estirpe maldita, aún me quedaba la dignidad y mis ideales. Aunque siempre había estado a favor de la eutanasia, jamás imaginé que esa fuera a ser la manera en que moriría.
-¿Sabes qué es lo irónico de esto?
Lamentablemente no podía caminar rápido hacia la ventana. Aunque tratara de evitar escucharlo, no habría forma antes de lanzarme.
-Dijiste que te uniste a la rebelión porque no conocías el amor. Ellos, allá abajo, te amaban. Y ahora, serán los que te maten.
Llevando la dignidad hecha pedazos, mi esperanza era morir de la caída, y no a manos de la multitud. Morí, pero no fue mi cuerpo estrellándose contra el concreto el último sónido que escuché.
Datos vitales
Valerie Vetra nació en Irapuato, Guanajuato, el 5 de diciembre de 1994. A los pocos meses se trasladó a Mexicali, Baja California, donde ha vivido casi toda su vida. Formó parte del taller de creación literaria del programa Talentos Artísticos de Baja California del 2010 al 2013, en cuyo periodo se publicó una antología con los trabajos del grupo. Obtuvo mención honorifica en el certamen de cuento Intercobach 2011. Cursó satisfactoriamente el seminario de formación de novelistas impartido por el académico de la lengua, el profesor Elmer Mendoza. En el 2012 contribuyo a la publicación de dos antologías de cuento (Voz en Silencio II y Frutos del árbol muerto). Publicó un cuento en la revista electrónica Letras Raras de julio del 2012. En 2014 formó parte del taller de cuento del Centro de Apreciación Literaria de la Universidad Autónoma de Baja California. En agosto del mismo año fue invitada como escritora a participar en el VI encuentro de escritores Tiempo de literatura celebrado en Mexicali. Fue becaria de Signos en rotación, de la Caravana Cultural del ISSSTE a principios del 2015. Actualmente cursa la licenciatura de docencia de la lengua y la literatura en la UABC. Prefiere la narración, enfocándose principalmente en la ficción.