Poesía, fama y poder: Karl Marx

En esta entrega de Poesía, fama y poder, presentamos una breve selección de poemas de Karl Marx (1818-1883). La mayor parte son poemas amorosos dedicados a Jenny von Westphalen. La traducción es de Francisco Jaymes y Marco Fonz.

 

 

 

 

 

 

 

Lo que el lector tiene ante sus ojos es el producto literario de Marx enamorado. Estos poemas los escribió Karl Marx entre 1836 y 1840. En esos años estudiaba derecho y filosofía en la Universidad de Berlín, pero se sentía atraído por la literatura, por el arte en general, por la estética, por la teoría y la crítica artística […] forjaba su propio estilo traduciendo a Tácito y a Ovidio; y frecuentaba a poetas de la época como Emanuel Geibel y Karl Grün. Y, por supueso, admiraba a Goethe (aunque no todo Goethe) y a Schiller (aunque no todo Schiller) […]. Marx era entonces un joven de veintipocos años con dos pasiones de verdad: Jenny von Westphalen y las Ideas, el mundo del Espíritu.

 

Francisco Fernández Buey

 

 

 

 

El joven Karl Marx comienza a escribir su poesía a la edad de dieciocho años.

Su musa: Jenny Von Westphalen.

El joven poeta enamorado toma de los clásicos griegos y latinos y del período romántico de la literatura, la mayoría de sus imágenes y construcciones poéticas.

Abre su corazón, aceptando el sino trágico del héroe, para tener la voluntad necesaria de conquistar el amor de Jenny y superar todos los obstáculos.

 

Marco Fonz

 

 

 

 

 

 

 

 

Concluyendo Sonetos a Jenny

 

 

 

 

 

I

 

 

Tómalos, toma estos cantos

en donde todo es melodía,

toma este amor que a tus pies humilde se postra.

El alma, libre se aproxima en rayos brillantes.

¡Oh!, si el eco del canto es tan potente:

Para moverse alargado con dulces destellos,

para hacer latir el pulso apasionado que

tu orgulloso corazón erguirá sublime.

Entonces de lejos seré testigo

cómo la victoria te conduce a través de la luz.

Entonces más valiente pelearé por todo

Y mi música rugirá en lo alto

Transformada mi canción sonará más libre

Y en un dulce gemido llorará mi lira.

 

 

 

 

 

II

 

 

Para mí, no existe fama terrenal

que viaje a través de la tierra y las naciones

para tomarnos como esclavos.

Con su lejano intento de reverberación

es indigna de tus ojos que resplandecen llenos.

Tu corazón, se caliente y se exalta

y dos profundas lágrimas brotan y caen,

escurren de tus ojos por la emoción del canto.

A lo lejos mi alma exhala alegre.

En l profundo de la lira melodiosos suspiros

Y podría un gran maestro morir

Podría yo alcanzar la exaltada meta

Podría ganar el mejor premio,

Para aplacar en ti el gozo y el dolor.

 

 

 

 

III

 

 

¡Ah!, ahora estas páginas pueden volar

acercándose a ti, temblando, una vez más.

mi espíritu ha descendido

Por tantos temores y desgarrado dolor.

Me engaño a mí mismo, me extravío

a lo largo de los más audaces senderos.

En vano no puedo ganar eso que está tan alto

y pronto no recordaré más esperanza.

Cuando regrese de distantes lugares,

lleno de deseo, hacia el amado hogar,

un esposo te estrechará en sus brazos.

Sobre mí descenderá el fuego del relámpago,

de la miseria y del olvido.

 

 

 

 

 

 

IV

 

 

Audazmente me arriesgo al desprecio.

Lo profundo del alma anhela confesar,

los labios del cantor deben arder

para soplar en las flamas de su aflicción.

¡Puedo entonces voltear y perderme

a mí mismo, tonto, desconsolado?

El puro nombre del cantante desprecias

¿no lo amas habiendo visto su rostro?

Tan altas aspiran las ilusiones del alma.

Sobre mí, tú te paras magnífica.

Más estas tus lágrimas que yo deseo

y esos mis cantos que tú sola disfrutaste

para dar a ellos gracia y ornamento.

Entonces ellos pueden ahora desvanecerse en el vacío.

 

 

 

 

 

A Jenny

 

 

 

I

 

Palabras-mentiras, sombras hundidas, nada más.

¡Creciente vida por todos lados!

En ti muero y cansado debo proferir:

¿espíritus que en mí abundan?

Aún la tierra envidia lo que los dioses escudriñaron antes

fuego humano con mirada profunda.

Y por siempre debe el pobre terrícola

acompañar el fulgor de su pecho con sonido,

por su la pasión saltara, vibrante, audaz,

en el alma dulce.

Atrevidamente tus manos estrecharía,

te destrono, descendamos

y se remontará el Cétiro en danza.

Un mundo sobre ti entonces crece.

 

¡Jenny!, podrías preguntar en broma

¿por qué mis cantos «a Jenny» yo dirijo?

Cuando por ti mi pulso late más fuerte

Cuando mis cantos desesperan por ti

cuando sólo tú puedes inspirar mi corazón

cuando nombras cada sílaba que debes confesar

cuando compartes cada nota melodiosa

cuando no respiras ¿se perdería la divinidad?

Esto es, porque tan dulcemente la amada nombra sonidos

y su cadencia me dice tanto

y tan plena, tan sonora, resuena.

Como los vibrantes espíritus en la distancia

como el oro atado en su armonía

como algo maravilloso, mágica existencia.

 

 

 

 

 

II

 

 

¡Mira!, un millar de volúmenes podría llenar

Escribiendo solamente «Jenny» en cada línea.

Y aún ellas podrían ocultar un mundo de pensamiento.

hazaña eterna e interminable.

Dulces versos que se anhelan dulces todavía,

todo el fulgor y todo el resplandor del éter,

angustiada pena y dolor y gozo divino,

toda la vida y todo mi conocimiento

puedo leerlo en las estrellas rutilantes

desde el Cétiro que retorna hacia mí

hasta el ser del trueno de las olas salvajes.

Sinceramente escribiría como refrán,

para ser visto en los siglos venideros:

AMOR ES JENNY, JENNY ES NOMBRE DE AMOR.

 

 

 

 

 

Mi mundo

 

Mundos: mi anhelo no se ha cumplido todavía,

no se han cumplido las mágicas bendiciones;

más elevados aún que Dios son mis propios deseos,

tormentosamente despiertan en mi pecho.

 

He bebido el radiante fulgor de todas las estrellas,

he bebido toda luz que derrama el sol,

pero todavía mi dolor no tiene recompensa

y mis sueños no han sido satisfechos.

 

Por lo tanto, ¡a la batalla final, al sacrificio!

Como un talismán,

como un sabio demonio en la bruma

yendo hacia una meta que aún no está ceca.

 

Pero, son sólo ruinas y piedras muertas

las que acompañan todo mi anhelo.

Donde en radiante fulgor celestial

Fluyen todas mis esperanzas, siempre ardiendo.

 

Ellas no son nada más que estrechas estancias

Rodeadas por tímida gente en torno,

en donde se detiene la frontera de mis sueños

donde mis esperanzas llegan al final de su viaje.

 

¿Jenny, puedes preguntar por eso qué mis palabras dicen

y qué oculto significado esconden?

¡Ah!, de cualquier manera es inútil hablar

Incluso empezar no tiene importancia.

Miro en tus ojos, tan intensos,

más profundos que el piso del cielo,

más claros que la propia luz del sol,

y la respuesta me es otorgada.

 

Atrévete a disfrutar en vida, siendo bello,

sólo presiona en tu propia mano blanca.

Allá encontrarás la respuesta,

Conoce mi distante reino celestial.

 

¡Ah!, cuando tus labios susurraron

tan sólo una tibia palabra,

entonces me sumergí en loco éxtasis,

desamparado fui barrido a lo lejos.

 

Desde lo más profundo de mi alma,

en nervio y espíritu fui afligido

como un demonio cuando el gran mago

atacó con relampagueante empeño y habló.

 

¿Porqué deberían las palabras intentar forzarse en vano,

siendo sonido y nebuloso cansancio

que es infinito, como el dolor anhelante

como tú mismo y como el todo?

 

 

 

 

 

Sentimientos

 

No puedo encontrar la paz,

por eso la obsesión de mi alma.

Nunca ha tenido objeto mitigarme;

Debo presionar sin descanso.

 

Otros conocen tan sólo el regocijo

cuando las cosas van de manera pacífica,

libres con la auto-felicitación

dando gracias cada vez que ellos claman.

 

Estoy sujeto a una interminable contienda

infinito fermento, interminable sueño;

no me puedo conformar con la vida

no viajaré con la corriente.

 

Al cielo, comprenderé,

Trazaré el mundo para mí.

Amando, odiando, yo intento

que mi estrella resplandezca brillante.

 

Forzaré todas las cosas para ganar

Todas las bendiciones que Dios concede,

Asir toda la sabiduría en lo recóndito

y lanzarlas a las profundidades del canto y el arte.

 

 

 

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