Poesía argentina: Leopoldo Castilla

Presentamos un par de textos del poeta argentino Leopoldo Castilla (Salta, 1947). Ha merecido distinciones como el Premio Víctor Valera Mora,y el Premio de Poesía del Fondo Nacional de las Artes, de Argentina. Algunos de sus libros son El espejo de fuego, 1968; La lámpara en la lluvia, 1971; Generación terrestre, 1974;Versión de la materia, 1982; Campo de prueba, 1985;Teorema Natural, 1991; Baniano, 1995 y Nunca, 2001.

 

 

 

 

 

SOBRE LA PERSPECTIVA

 

No ve, como antes, el enorme aguacate

bajo la noche pequeña

sino la falsificación de la luz

 

uno y el mismo es el cuerpo del árbol

y el de la luna

violentamente separados

por la cultura

que no admite

el ojo en la órbita de la luna

la luna en el ciclo del fruto

el fruto en la órbita del ojo

 

así

no es extraño que esté la luna

en el cerebro del observador

 

lo sobrenatural

es haber imaginado que existe la distancia.

 

 

 

 

 

 

INVOCACION ENTRE LUCIERNAGAS

 

Han vuelto el padre y la madre,

y peregrinan entre luciérnagas.

 

Será siempre así, construir

como ellas, de muerte a luz, de luz a muerte,

la casa vagabunda, mientras nos movemos

como agua instintiva

dentro de las habitaciones;

con el ojo

suspenso

entre el abismo y el cóncavo humano,

perdiendo y salvando todo:

la combustión,

las formas que pierden la memoria,

la carta que falta en los fractales,

el futuro, ese desterrado,

y las breves especies que se esfuman

dentro de un sueño que no ha soñado nadie.

 

Vengo a pedir la lluvia,

abuela del bambú;

las cuevas donde el dios se guarece

y se desampara la guerra;

la anunciación de la garza;

la piel que deja, porque no hay nadie en la serpiente;

el aroma del sándalo, templo del templo,

y la nieve, pido, sobre las nubes, en esa cordillera,

cadáver del cielo;

y la mariposa,

latido de su semejanza,

y vamos con los elefantes

y su dormida manada de planetas,

con el murciélago y su patíbulo,

con el loto, beso de su sombra,

con un colibrí y un cuervo y un pétalo y una ofrenda,

 

vamos al mar que no sabe morir,

vamos, padres, a verme, como en la infancia,

persiguiendo instantes,

detrás de las luciérnagas.

 

 

 

 

 

 

 

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