Presentamos algunos textos de Martín Moureu (Ayacucho, Buenos Aires, 1981). Fue finalista del Concurso Internacional de Poesía Lamás Médula 2013. Participó de la antología “Poesía de hoy y de siempre” (2014) de Eloísa Cartonera, publicada bajo el título “Emergentes” en Zaragoza por Cartonerita Niña Bonita. Con “Sin tácticas (II)” obtuvo el Primer Premio en la categoría Poesía del Concurso Nacional Adolfo Bioy casares. En 2015 la editorial cordobesa Borde Perdido publicó “Mate c/ Pizza”.
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Insectos sociales
Satisfecho de acceder a los dones de
la educación superior, estabilidad
emocional certificada y una dieta
balanceada en proteínas e hidratos de
carbono, acomodás tu domingo en el sofá
y dejás, harto ya de zapping, ese canal
codificado en silencio, abandonándote
a las radiaciones televisivas, suave
interferencia en tus ondas cerebrales.
Si pudiéramos realizar un corte
longitudinal de tu pensamiento
en este momento ni una junta
médica podría distinguir más que
la métrica del embole circulando
como un cero vacío por el vacío
de tu cavidad craneana. Y, aunque
sepa la cerveza fermentar toda
fuerza de voluntad en un sistema
digestivo capaz de desentrañar
la energía de la luz sedimentada
en los tejidos vegetales, si al menos
te quedara un ínfimo poder de
decisión para levantarte, poner
al mango la radio, que las vibraciones
musicales, sin intermediación
auditiva, penetren tu corteza
cerebral, y así sentirte inimputable
como el cantante de una banda
de rock cuando triunfa como solista.
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Tan Quántica
La chica cuántica me dice que tengo
el sueño cambiado: debería, según su
punto de vista, desligarme de mi modo
binario, ahumar mi conciencia con yerbas
psicoactivas y sahumerio. Resulta, dice,
impostergable instalar un socialismo
sin industrias ni desechos tóxicos, donde
todos podamos, consagrando una huerta
orgánica en las macetas del balcón,
vivir felices. Dice, “minería a cielo abierto”,
clavándome una mirada de medusa;
“la masa se mueve por inercia”,
formula. Con la boca abierta quedo
masticando ese chicle mental.
Sin ánimo de contradecir ni de
buscar consenso, no hay mejor
opción que dejarse atravesar
por la música ambiente. Lo material,
ante los ojos verdor agua, se desdobla
en energía. Consecuente
con Heisenberg, su visión altera
la conducta de todo lo que toca,
yo no puedo ser más que
lo que reacciona a la magnitud
de sus pupilas: incertidumbre.
Tan fotogénica al incorporarse,
desde cuya perspectiva extasía la
curvatura espacio-temporal en su
andar, forma y fondo, hacia la cocina
con vistas a preparar un té de hierbas
naturales (sic), con tal gracia (natural,
obviamente) que propicia una cósmica
armonía entre la manzanilla y el
cedrón. Cómo no colgarme viéndola
delicada en la panorámica alinear
porcelana sobre una bandeja; entonces
da media vuelta y me aclara, “tan legible
no soy”, inclinando los anteojos.
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Besaba todo el día y no tenía tema de conversación
“No tenía”, ¿de dónde esa necesidad,
acaso urgencia, de contacto, verbal?
¿no consiste, como pretenden, el tacto
un acto de comunicación, de comunión,
un código interno el cuerpo, la piel-alfabeto
apropiándose, asignándole a cada gesto?
“Tema de conversación, no tenía”, como
que fuéramos procesadores de textos
simplemente, si el silencio, “besaba”, no
abriera un canal, de aire, “todo el día”,
a cualquier posibilidad, más que verbal,
“de conversación”, de estar ahí pero estando
sin mediar palabra y no fuera posible estar
en un lugar sino a través de lo dicho, “tema de”,
o transmutándolo en, codificándolo, un espacio
intertextual, piel-alfabeto, sobreentendiendo que
repugnamos, aunque habitable, el vacío por in-
significante. “Besaba”, por eso “no tenía”, o
“no” y, por eso, “besaba”. Con qué necesidad
debe, “todo el día”, haber palabras entre, de por
medio, entre nos, intervenir sin mayor sentido
que constatar del otro la presencia al otro
extremo, encubriendo una radiación o ruido de
fondo o agujero por donde lo innombrable
se filtre, lo no otro, lo mismo.
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Accidentes domésticos
Al principio nos debatíamos
entre dudas fáciles: papas fritas
o puré. Ni cabía plantearse
si la convivencia aseguraría
un nivel de ingresos superior
a la canasta básica o si los hijos
importarían una experiencia
trascendental. Bastaba que
yo cocinara y vos lavaras
los platos: inconcebible ajuste
más fiel, correspondencia más
exacta.
¿Cómo íbamos a sospechar
entonces tal malentendido,
un conflicto familiar acechando
bajo el repasador de la cocina?
Podría, si se quisiera, trazarse
de la discusión un cuadro
sinóptico a partir de ciertos
recortes, palabras clave que van
cayendo, de disputas zanjadas
vuelven y se devuelven según
esa mezquina dialéctica de poder donde
el único criterio decisivo no es
el peso de los argumentos sino quién
estará dispuesto a ceder, de tal
modo, demostrándose la verdad como
un bien común y, por tanto,
negociable. En fin, sólo palabras,
y hasta ni siquiera eso: son
cosas que se dicen en caliente.
¿Cómo construir así un sentido
que nos incluya, una fe que
nos abrace?
A dormir sin co-
mer pareciera la sentencia
definitiva pero, ahora, apenas
me doy vuelta y compruebo que
ya vas por el quinto sueño, re-
signando todo lo pactado, me pregunto
en qué momento el sexo pasó a ser
ese accidente doméstico
que más conviene prevenir.
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Memento mei: funeral milonga al padre, enseña del existir lo in-significante, censura los engaños del suyo seguro de vida y concluye su discurso con lapidaria sentencia definiendo la igualdad ante la muerte como inútil socialismo, fosa común
Superándose cierto punto crítico
en la cadena de reacciones
químicas que sostiene alertas
signos vitales se introduce
en la coyuntura una variable
no prevista, una verdad
cuya expresión corporal recién
ahora empieza a resolverse.
Cese de-función, luego,
su número de legajo archívese
su historia clínica. Lo más
pronto posible suplida sea
tal faltante en el personal.
Cuando en la llanura naciera,
los árboles todos habían sido
ya plantados, sin embargo, por más
que hoy cerrase la causa, urgente
surgirán preguntas buscándole
otro cauce a la retrospectiva
de sus días. Sin más tarea que
trasplantar a su modo, con propias
palabras pregonaba fábulas
cristianas y a veces nos mandaba
jugarle al Loto propinándonos
un vuelto en monedas. Incluso
sus palabras eran monedas
de dos caras, aunque, pensándolo
bien, el sentido no se hallaba
tanto en el reverso como en
recorrer el borde. Aparte, ¿en
qué se diferencia aspirar a una
recompensa en el más allá a poner
esperanzas en salvarse con el Loto?
¿Cuándo nos daremos cuenta de
que al final nos definimos por
las preguntas que nos hacemos?
Y puestos a procesar cuánto ahorramos
en las últimas vacaciones: la reforestación,
la descendencia, las propias palabras y hasta
el trasplante de órganos parecieran
tornarse consuelos aterradores.
Ingenua necesidad moral de
un balance de bienes y deudas.
Resultase, “gracias, de nada,
quedate con el vuelto”, un
epitafio adecuado si
buscarle sentido
a la vida acaso
más no sea que
un exceso de
literatura.
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Datos vitales
Martín Moureu nació el 23 de diciembre de 1981 en Ayacucho (Buenos Aires), donde reside. En 2011 salieron dos pequeñas ediciones artesanales de su primer libro “SinTácticas”, una por Cacto ediciones en México y la otra por Ananga Ranga en Corrientes. Fue finalista del Concurso Internacional de Poesía Lamás Médula 2013. Participó de la antología “Poesía de hoy y de siempre” (2014) de Eloísa Cartonera, publicada bajo el título “Emergentes” en Zaragoza por Cartonerita Niña Bonita. Con “Sin tácticas (II)” obtuvo el Primer Premio en la categoría Poesía del Concurso Nacional Adolfo Bioy casares. En 2015 la editorial cordobesa Borde Perdido publicó “Mate c/ Pizza”.