Presentamos una breve semblanza, fotos, poemas y comentarios del poeta colombiano: Federico Díaz-Granados, invitado al Encuentro Internacional de Poesía CDMX 2015, a celebrarse del 26 al 29 de noviembre de 2015 en la ciudad de México.
#poesíaCDMX
Federico Díaz-Granados nació en Bogotá, en 1974. Ha publicado en Italia, bajo el sello de Raffaelli Editore, con traducción de Emilio Coco, el volumen de poemas Le ore dimenticate que antes apareciera publicado en español editado por Valparaíso México y Círculo de Poesía. Publicó recientemente, bajo el sello de Visor libros, el poemario Las prisas del instante. Federico Díaz Granados es una de las referencias fundamentales de la poesía colombiana contemporánea. Actualmente dirige la Agenda Cultural del Gimnasio Moderno en Bogotá.
“La poesía del colombiano Federico Díaz-Granados es actualmente una de mejores propuestas en lengua castellana. Por medio de ella busca hacer más digno y habitable nuestro mundo, hoy construido a partir de discursos político-sociales cuyos valores se encuentran deshumanizados. “
-Marco Antonio Murillo, en La estantería: reseñario de poesía
Son muchas las leyendas que se tejen respecto a personajes de la literatura que son tomados de la realidad, o son caricaturas o representaciones de seres que existieron. Por toda su carga sicológica, humana y emocional, me hubiera encantado que existiera Don Quijote y su amigo Sancho Panza. De igual forma, por las mismas razones, me hubiera encantado que fuera real el Jorobado de Notre Dame de París, Leopold Bloom, Gregorio Samsa y Pedro Páramo y el mago Melquiades.
-Federico Díaz-Granados entrevistado por Xavier Oquendo, archivo de Círculo de Poesía
Hospedaje de paso
Nunca he conocido a los inquilinos de mi vida.
No he sabido cuando salen, cuando entran,
en qué estación desconocida descansan sus miserias.
Las mujeres han salido de este cuerpo a los portazos
quejándose de mi tristeza,
en algunas temporadas se han quejado de humedad
de mucho frío, de algún extraño moho en la alacena.
Se marchan siempre sin pagar los inquilinos de mi vida
y el patio queda nuevamente solo
en este hotel de paso donde siempre es de noche.
El regreso
Regresar de los viajes
con la urgencia de quien ha conocido
la única moneda de la muerte,
contemplar los libros regados en el piso,
rastrear y limpiar los discos y los afiches de antiguos festivales.
Sacudir los muebles
y saludar de mala gana a los vecinos que no nos han extrañado,
abrir la revista que quedó inconclusa en la mesa de noche
y saber que otro amor la releyó.
Regresar de los viajes
y acomodar los souvenires y las postales en un lugar
que no ha sido preparado para ellos.
Reacomodarse y organizar la pobreza en las gavetas,
Y trastearse como el amor, siempre de afán.
Se ha cambiado tantas veces de casa, de gustos, y de vida
que ya se aprende a respetar a los viejos inquilinos.
Ante el cansancio hacerse un lugar entre la gente,
saber que se estorba, que solo ebrios nos quieren los amigos.
La vida cierra las persianas
Y uno no se encuentra con su cuerpo,
acostarse a contar las nuevas cicatrices,
desayunar con la nostalgia de los rostros dejados
y en soledad saber que somos algo incompleto a la deriva,
una larga temporada baja a la que siempre se retorna
Oración del derrotado
Señor de los derrotados
te ruego por mí, estafeta de los pájaros.
Nunca conocí la magia ni el milagro
antes de pasar por las fogatas de la resurrección-
Yo que nunca fui madrugador
tampoco me fue otorgado ningún atardecer,
desterraste mis lágrimas de su lienzo, el alba de mis ojos.
Señor de los equivocados
por qué le dite a ella mis veranos
y a mí su tempestades,
por qué de los tres misterios
me revelaste primero los dolorosos.
Señor de la soledad. Patrono de los débiles,
por qué cada regreso es un inventario de ausencias,
deja que a mis noches las habiten unos cuantos esplendores
aunque sean los últimos amaneceres que visiten mi carne.
Si nosotros los hombres estamos hechos a tu imagen y semejanza
debes ser una criatura cansada, un ser desteñido
con olor a cuerpo rancio entre tu piel,
embajador del hambre
que pesa su tristeza para entender
por qué nos diste estas almas con fecha de vencimiento.
Señor de los torpes
tú que nada sabes del tiempo,
que en tu reino tienes a Van Gogh, Patrono de la luz,
por qué enviaste la amargura a este lado del viento,
a este valle de extraviados, de huérfanos
donde mis ángeles se emborrachan
con el óleo fermentado de mi soledad.
Señor de mis fracasos y agonías
te ruego por mis palabras, única semilla del primer Paraíso,
por mis sueños que amanecen hechos ceniza en mi almohada,
por mis urgencias y naufragios, la resaca de los días
y dame ya, en esta orilla,
el asombro y el color del primer despertar en la muerte.
Encuentra estos y otros poemas de Federico Díaz-Granados en: Las horas olvidadas, publicado por Valparaíso México, haciendo clic en la imagen: