En esta entrega de nuestro dossier de poesía británica contemporánea curado y traducido por Luis David Palacios, presentamos la poesía de Robert Crawford (1959, Bellshill, Escocia). Crawford es uno de los poetas y críticos de más renombre en la actualidad. En la década de los noventas era miembro New generation, el grupo que ha dado a las voces más representativas de la literatura escocesa. Recibió en dos ocasiones el Saltire Scottisch Research Book of the Year Award (2007 y 2009) y también Scottish Arts Council Book Award. Es editor y fundador de la revista Verse. Algunos de sus libros más recientes son Scotland’s Book (2007), Full Volume (Cape, 2008) The Bard (2009), Testament (Cape, 2014). Egresó de Oxford y hoy en día es profesor en la University of St Andrews.
La cantera de mármol
Por segunda vez en cincuenta años
vengo a la cantera de mármol.
La vez anterior, de niño, vine con mi padre.
Ahora estoy aquí con mi hijo.
El calor de la tarde emana del mármol,
esquirlas de luz blanca de la tierra.
En la isla, la grúa de la cantera y el embarcadero
bajo el agua, altares abandonados,
losas veteadas, brillan a través de las ondas.
Revisamos fragmentos entre las cicatrices,
bloques desechados. Le platico a mi hijo
cómo mi padre me dio un trozo
enorme, pesado como un templo sin acabar.
Exploramos lo que queda. Tomo una pieza
que encaja en mi mano y se la entrego
suavemente. También encaja en la suya.
El apretón de manos
Me estremecí en el apretón de mano de una mujer en labor
en medio de la contracción cuando empujaste a nuestro hijo
hacia los fórceps.
Pronto, sus dedos rizados
posesivamente alrededor de mi índice
y después de los tuyos,
recibiéndonos con un movimiento reflejo
al tomar tu mano más allá de aquella Suite de parto
donde te aferraste a mí conforme respirabas el Etonox
y llamabas a tu propia madre muerta.
El resultado
Momentos después de la muerte, encontré mi voz
extraña, al oír mi propia
contestadora diciendo “No estoy aquí en este instante
por favor hable después del tono”
Lo viste en la liberación de mi ojos
de vuelta al mundo. Más, más
tú, Escocia, mar, cada uno perdido y reelegido.
Brindo por tierras debatibles, la ribera del ir y venir
de la vida allá. “¡Gracias!” Mi vaso lleno, manchado de bannock,
se eleva hacia ti, nuestro hijo y nuestra nueva hija
rubia. Bailamos en grises zapatillas de San Miguel;
menos cáncer, roto y superado.
The Marble Quarry
For the second time in fifty years
I come to the Marble Quarry.
Last time, a boy, I came with my father.
Now I am here with my son.
Afternoon heat streams from the marble,
White light chipped from the earth.
At the island quarry’s hoist and jetty
Underwater abandoned altars,
Veined slabs, shine through the waves.
We eye up shards among the scarred,
Discarded blocks. I tell my son
How my dad handed me a monumental
Offcut, heavy as an unfinished temple.
We scour what’s left. I pick a piece
That fits my hand, and hand it to him
Gingerly. It fits his hand too.
The handshakes
I flinched at the handshake of a woman in labour
Through mid-contraction when you pushed our son
Down towards the forceps.
Soon his fingers curled
Possessively around my index finger
And then round yours,
Welcoming us with a reflex action
To take your hand beyond yon Labour Suite
Where you clutched me as you breathed the Entonox
And called for your own mother, who is dead.
The Result
Moments after death, I found my voice
Surprising, hearing my own
Ansafone saying, “I’m not here just now
Please speak after the tone”
You saw it in my eyes–release
Back to the world. More, more
You, Scotland, sea, each lost and re-elected.
I toast debatable lands, the come-go shore
Of living there. “Thanks!” My full, bannock-smeared glass
Rises to you, our son, and our new, blonde
Daughter. We dance, in grey St Michael slippers,
Cancerless, broken out, and passed beyond.