Transpeninsulares: poetas de Baja California nacidos en los noventa

La poesía de los once jóvenes poetas de Baja California que aquí se presentan se caracteriza por el desplazamiento vital y geográfico: ellos mismos transitan por la península (en el interior, de un extremo a otro) o se adentran en ella desde otras latitudes (lo que caracteriza a un buen número de los bajacalifornianos es que ellos o sus familias migraron de otros estados e incluso de otros países); por proximidad territorial atraviesan las dos californias (la mexicana y la estadounidense) y algunos de ellos van del español al inglés con naturalidad; otros han abandonado ese Norte y, sin embargo, la presencia peninsular, y sobre todo la experiencia cultural fronteriza, parecen dejar una marca indeleble en su escritura. El estilo de su poesía, por lo tanto, es heterogéneo, va de la recuperación del poema lírico tradicional a la reflexión experimental de herencia mallarmeana, que de manera constante se entrevera con el bilingüismo o se adentra ya de manera definitiva en la escritura en inglés. Esta poesía es regional y cosmopolita, reflexiona sobre su propia materia y hace diversos guiños a la cultura popular.

Antes de dar paso a esta breve muestra, agradezco la colaboración de Hamlet Ayala para convocar a estos poetas y su poesía.

Mijail Lamas

 

 

 

 

 

Alejandra Victoria Godoy (Fontana, CA, 1992). Tiene estudios de bachillerato en música en la Escuela Superior de Música en Culiacán, Sinaloa y de Diseño en el ITESO en Guadalajara. Formó parte de la Banda Sinfónica Juvenil de Sinaloa. Ha ejercido la gestión y coordinación de eventos artísticos en Culiacán y Guadalajara. Vive en Tijuana.

 

Crush

 

Me llenas la casa de niños que corren y gritan con risas que todo lo pintan de rosa y de lila. Me cambias las calles por ríos y los carros por piedras que nadan y hacen música de piedras. Me llenas los brazos de pellizcos fantasmas que no duelen pero erizan desde el hueso caliente hasta el vello sensible. 

Nada en esta casa tiene aun tu nombre, nada de aquí te pertenece pero, poco a poco, van cambiando las paredes, cobran minúscula vida los muebles y a los árboles del patio les da por ya no ser tan secos. Las voces de las cosas van tornándose en tu timbre y los huecos se hacen sólidos recuerdos de tu ausencia. 

Cada vez me das más hambre, cada vez estiro más las horas en que estás.
Pero aguardo a que seas fiebre que va y viene, a que baje la marea y me dejes de temblar. Aguardo a que me suelte el puño y que me deje de cuidar. Voy a huir de aquí en cuanto pueda.

 

7.

Es un jardín tan verde que parece negro, que no es el mismo de noche que de día y todo él es laberinto.

Reina un canto agudo que es silencio y se le desborda tanta vida que da miedo.

Es el jardín de la manzana y la pregunta.

Es el jardín en donde habita el tiempo.

 

*

 

El miedo, el mar

Las flores del laberinto

El infinito desafiante del cielo

Los bichos venenosos de la madre tierra

Mece el movimiento circular del reloj de arena y el final se vuelve el eco del canto triste que en el sopor se esconde.

 

*

 

No hablar de lo vacío, de lo pobre del espíritu, de la infertilidad de los días.

Ningún ser humano debe verter sobre el otro sus cifras negativas ni sus ojos llenos de espacio en blanco.

Quieto, inmóvil e inactivo debe quedar el fantasma/ sombra de la chispa que ardía antes de que sus colmillos blandos de intoxicante veneno vaporoso geste huecos y termitas en la carne ajena.

 

 

El de Alexis
Arturo H. Villalba (La Paz, 1994). Licenciado en educación. Fue becario del Festival Interfaz 2016 en la categoría de poesía.

 

 

¿El espejo en qué espejo se mira?

 

El espejo se pasea por la calle,

no lleva monedas en los bolsillos

y no sabe desde dónde lo mira la tristeza.

No ve su reflejo

cuando mira en los aparadores

de las tiendas,

ni encuentra en los vidrios

—que sabe transparentes—

la figura de quien le hizo polvo

el corazón.

No sabe de amor sino de Roma,

nunca entiende las rimas.

Desde que alguien descubrió

que la luz no le toca la piel

lleva lentes oscuros

y un bastón.

Como no ve su reflejo

no sabe dónde se le esconden los fantasmas

que se alimentan de estar muertos.

 

 

Descalza

 

La despedida se quita los tenis,

—esos que brillaban cuando pisábamos

y que hacían oler a chicle nuestras huellas—

para guardar sus pies en una cajita de zapatos.

Mientras nos alejamos de ella

nos ve con la mirada vidriosa,

llamándonos por aquel nombre

con el que mamá nos llamaba

cuando vertía en las palabras el enojo.

Nos mira y nos llama desde lejos

sin tratar de alcanzarnos.

Se queda inmóvil,

porque sabe

volveremos

a decir

adiós.  

 

 

 

Beatriz Torres Limones (Tijuana, 1994). Estudió Lengua y Literatura de Hispanoamérica en UABC. Es colaboradora de Editorial Poiesis. Vive en Playas de Rosarito, Baja California.

 

 

Vacío que se expande por los cuerpos

hechos de plástico

se arrastran faltos de plasma

se secan sobre la ardiente nada

escupen los dientes de plata…

 

Plato lleno de agua

baña mis ansias.

Plato lleno de carnes nuevas

sacia mi hambre.

Plato falto de alimento

acompáñame en la ausencia.

Plato desbordante de caldos

hierve en el hueco de mis manos.

Plato limpísimo y blanco

despójame de impurezas.

 

Plato que vacío caes de sus manos a nuestras

pobres manos sin fe

no nos dejes caer en el sueño famélico de los que mueren esperando…

 

 

 

Un poema

 

Nada existe fuera de tu cuerpo,

un templo, una casa,

la cama…

Hay una serie de objetos inútiles, de nombres que no me traen algún recuerdo.

Fuera de ti los silencios empiezan a temblar, las paredes se caen, todo pierde su sitio.

¿Alguna vez lograste no derribar nada?

Aquí todo está bien, la casa y yo seguimos de pie.

 

 

 

 

César Velázquez Cervantes (Ixtlán del Río, 1992) Migrado desde los 5 años a Rosarito, Baja California.

 

Panorama, Mural

 

Reposa la ceiba de ojos cansados

entre los médanos carmines,

una mujer reza callada

no duerme -en las sacras redes

de un salvaje onanismo-

sueña, no sueña;

 

En tierra seca

umbrosos gusanos arrastrándose,

en el mar ígneo

índigos pescados nadando,

furiosas olas rompiéndose;

 

Despeña cardos

en la tranquila espuma

negra, negra espera:

laxa escama del hombre

el mar y sus índigos peces

nada-ando en cardumen;

 

Despierto el perro

sangra las albricias,  

sauco perro de áureos colmillos

muerde matinal al hijo

-durmiente aún-

incapaz de sentir la mordida;

 

Aúlla su brama,

fornica en seda,

su verdusca rabia advierte de la infección,

un sino que heredaremos en descomposición.

 

 

 

El Último Hombre Y La Última Mujer

 

4

Hablan del mundo,

Se les caen los labios.

Hacen una carta para la paz mundial,

Se les caen las manos.

Sienten el miedo que aqueja a toda la humanidad,

Les arrancan la piel.

 

5

Camina el último Adán por el fuego,

lo espera la última Eva nadando en el vientre de un volcán activo.

 

6

Saborean el fin de los tiempos:

Él eyacula polvo de sangre sobre la boca espinosa de la última muerte.

Ella mastica fetos podridos y de su boca escurre la saliva negra del fin de la estirpe.   

 

 

 

Khiabet López Morales (Acapulco, 1993). Es estudiante de Lengua y Literatura de Hispanoamérica en la Universidad Autónoma de Baja California en Tijuana. Una muestra de su poesía aparece en la antología “Las voces de los faunos” publicada por Colectivo Entrópico. Fue becaria del Festival de Cultura Interfaz Culiacán, 2016.

 

 

Nonato

 

Tengo un hueco en las entrañas,

una ausencia que solloza con ritmo lento

las carencias del alma.

 

Llevo dentro dicha creadora,

una garantía prometedora de vida

y a pesar de eso más muerta que nunca vago

por las calles de tu sombra.

 

Destellos de luz se cuelan por mi entrepierna.

Seres nonatos cantan melodías tenebrosas.

Llanto ensordecedor el de mis huesos

al escuchar el eco de tus muslos contra los míos.

 

Ceñí el tiempo a tu cintura,

quise hacer eterno

el momento más efímero de nuestras vidas.

Gran idiotez la mía al creer que el tiempo me tendía la mano

cuando lo único claro eran las manecillas del reloj marcando

retrasos.

 

 

Ausencia

 

El silencio que vive en mis labios

saborea las limas amargas del árbol de mi vida.

Árbol que grita sin cesar bajo un cúmulo de rencor,

habitan en él finas estrías de sombra

que juegan con la luz.


Tiempo fugaz que no regresa ni voltea.

La calle que habita en mí duerme tranquila

cuando las voces de mi interior callan.

Seres extraños dicen ser mis amigos, yo no les creo.

Les digo que se vayan, ellos me invitan a jugar con fuego.

 

El silencio que vive en mis labios

se cansa de sollozar

y es que la ausencia cansa y enferma

Soledad  te has convertido en mi mejor amiga

te llevo de la mano, te canto y te bailo.

 

Hoy me declaro víctima del tiempo

Víctima y victimario.

La vida es mi verdugo.

Extrañar es algo que traigo desde adentro.

Intenté llenar vacíos con indiferencia,

hoy acepto que la ausencia vive muy cómoda en mi costilla izquierda.

 

 

 

María Medusa (Ciudad de México, 1995). Estudia Sociología en la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado dos poemarios: Pastel (Editorial Ramen, 2015) y Malaria Maracuyá (Editorial Poiesis, 2015). Es parte del colectivo feminista Maracuyá.

 

rétro-futuriste

 

What are human rights? Canned tuna? Canned meat? Canned flesh? Canned beans? Canned tofu? Canned me?

 

French is my secret language

C’est tout et c’est rien

French is my secret language

I found it in a little envelope

The paper was yellowish and cold

 

Esperanto is a mischief my mother told me to not commit

Esperanto is a green owl

Esperanto is a quick smile

 

How to turn 365 into 120

Instead of once a day,

Ten times a month

 

How to turn 120 into 52

Instead of ten times a month,

Once a week

 

How to turn 12 into 104

Twice a week,

Instead of once a month

 

Inside the first page of my diary:

Two hearts

  1. Old flames

Broad City, Ana Carrete, María Mercromina, Fumiko Imano, Ruby Roth, Yoko, Judith Butler

  1. Burning passions

María LLopis, Virginie Despentes, Isa Chandra Moscowits, Solange, Laci Green, Paul B. Preciado, Mirion Malle, Sayak Valencia

Will she find me and draw me inside a heart in her journal?

Some of the most cherished HS memories are the ones that have a drive-to-the-diner-at-2-am-and-drink-milk-shakes-and-potato-chips-and-wish-we-were-eating-tortilla-soup-instead filter and soundtrack

Some others have a new-order-while-riding-bicyles-and-smoking-pink-french-cigarettes-and-listening-to-almodovar-movies-in-the-background

 

 

Contraportada sin ISBN

 

Galaxias se esconden en tus miradas lejanas

Miles de hormigas recorren mis pensamientos entrelazados

A dónde vamos a llevar la canasta de estrellas caídas

Vamos a contar flores a la pradera

Los conejitos se escaparon de la carta que te escribí

Relámpagos se tiñen en su melena morada

Es difícil arrancar la corona azul de mi frente

Y no es invisible por más que la ignore

 

Cosas incoherentes que la madre dice

 

La capacidad destructiva del Palacio de Versailles

Veinte mil lágrimas en el corazón del museo

Trabajos de papel y sueños de polvo colorido

 

 

 

Méraly Reyes Tovar (Tijuana, 1993). Fue becaria del Festival Interfaz organizado  por ISSSTE-CULTURA en 2015, en la categoría de poesía. Actualmente alterna su residencia entre la India y Nepal.

 

La invisibilidad que te sostiene  

 

Avánzate

Echa por fin el polvo de tu niebla

al sinfondo de este frasco en que habremos de rendirnos.

Tiéndete. Ábrete con todos tus símbolos húmedos y heridos

amanecidos cada luna como sombras ajenas en tu boca.

Broten de tu cuerpo plumas u oscuridades, deja que se escuchen.

Deja que estiren sus graznidos a galaxias más lejanas

como de ríos irrecuperables en el paisaje de un hombre que no volvió.

Oblígales liturgias o espejos donde al verse de frente

queden así de rotas como algunas olas

y las anguilas de tus transparencias se revuelvan todas

allí donde cualquier tempestad de dioses

fuera apenas un silbido o una lengua de miel.

Reconócete siempre en lo que nunca fuiste.

 

Hay una sola marcha que a todos atraviesa

y hoy se nubla en las miradas que otros nos impiden.

Mañana solo queda su temblor.

 

Ay,  la redondez lastimosa de estas realidades

que se beben como un té suave los delirios más terribles

afanosas de llenarse los pulmones con lo contrario del aire

en su anhelo imposible de ser verdad pisada por otras almas.

 

Avánzate

Ábrete camino en el polvo de tiniebla donde las estrellas, sabes, hace mucho que dejaron de

sentirse, pero avánzate

que en algún pronto ahora

no sabrás diferenciar al palosanto de la muerte

y tus sueños espesos humearán alrededor de lo que fuiste:

huesos vacíos de ave devorada por su propia invisibilidad.

 

Aquí donde el mundo supo acumular su piel vencida –o nuestro tiempo- vinieron el lenguaje y los cinco sentidos a decir: “no es nada”.

 

 

 

Selene Ángeles Díaz (Ciudad de México, 1993). Estudió la licenciatura en Traducción en la UABC. Creció en la ciudad de Tijuana.

 

Algas

 

Si nos arrastráramos al vacío

ya fuese por inercia o por atajo

cuánto pesarían nuestros silencios

qué tono tendrían esta vez las dudas

 

O si flotáramos en un cielo

mar abierto nos encontráramos

ya sin movernos

sin intentar

¿qué tocaría primero el fondo?

tu índice o la certeza fría del hundimiento

 

Si las algas se prolongaran hacia nuestras extremidades

¿tomaría tu mano o abrazarías mi cintura?

Mi cabello se enredaría con los tentáculos de la curiosidad

Tu boca escupiría tinta

y mi sexo se volvería espuma

El encuentro sal

 

Si yo bajara

¿me verías desde la superficie?

o nadarías con la mirada

lo imposible

El salto que no te atreves a dar.

 

Luz

 

Las luces eternas

no existen

Hasta el sol se apaga

para nosotros

El mundo entero es una metáfora

Las estrellas

brillan a los lejos

en el cielo de nuestros ojos

 

La paz es de otra galaxia

La paz es un invento

pero su luz nos llega

arriban sus vestigios

ya extintos

Lo cubre todo sin tocarnos

Es un roedor, un ave

espuma de mar

Bajo el influjo dorado

de una llama más lejana

Fantasías por poseer

Delirios por sostener el oro

con nuestras manos débiles

 

El oro es una mentira

Las estrellas no brillan,

arden

La paz es un invento

Las luces eternas no existen

El fuego, al final

siempre se apaga.

 

 

 

Hamlet Ayala (Guadalajara, Jal. 1993). Poeta y gestor cultural. Ha publicado textos de creación y periodismo cultural en las revistas Paso de Gato, La Revista de la Universidad de México, Círculo de Poesía y Río Grande Review de la Universidad de Texas en El Paso. Vive en la ciudad de Tijuana.

 

Luz perdida

 

Se ha ido la luz

y voy a tientas chocando con los bordes

palpando insinuaciones de todo cuanto habita en este cuarto

y que cede a mis manos que cortan la penumbra

buscando dónde asirse.

                                       —Mis pupilas boqueando

como peces de luz que en silencio se asfixian—

 

Las cosas me esquivan                                                 

se ríen de mí sin que yo pueda verlas.                                     

Alcanzo el sillón como una balsa en medio de la nada

y me siento a esperar la llegada de un rayo

que devuelva la casa.

 

El destello tímido que arroja mi pantalla

hace volver mi rostro en medio del oscuro

y borra por completo los contornos del aire.

 

En una esquina

alguien da lumbre a una vela

y pasea la llama sobre ciertos rincones

que antes fueron lugar de maravillas

y hoy albergan el peso de su ausencia

las cenizas de la quemazón

bañadas por la luz que las invoca.

 

Algo de cera ardiente se rinde poco a poco

y cae sobre la mano que sostiene la vela.

Yo siento ese calor y entiendo: esa mano

es mi mano. Y ese rostro es el mío

y no me reconoce.

 

El de Esteban Completo

 

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