Poetas de Bangladesh

De la mano de la traductora María Barrera nos adentramos en la poesía de Bangladesh. Ella nos presenta una breve nota sobre tres de los más representativos autores de aquel país: Mohammad Nurul Huda, Nirmalendu Goon y Shahid Kadri.

 

 

 

Poetas de Bangladesh

En 1947, la corona británica abandona el subcontinente indio. Deja como legado inmediato no solo las consecuencias de su implacable régimen colonial, sino la inmensa tragedia humana de la Partición. Dos naciones independientes – la India y Pakistán –emergen de ésta última. Pakistán está dividido en dos circunscripciones territoriales. Pakistán del Oeste tiene por idioma el urdú, mientras que la Pakistán del Este es de lengua bengalí.

Pakistán del Oeste controla el poder político de la nueva nación. Desde su capital, Islamabad, se establece de inmediato que la lengua nacional será el urdú. Los bengalíes, empero, no están dispuestos a renunciar a su idioma y, por ende, a su cultura. La resistencia se cristaliza en un esfuerzo masivo, conocido como el Movimiento por el lenguaje.  

El 21 de febrero de 1952, en los predios de la Universidad de Dacca, una marcha pacífica de jóvenes involucrados en el Movimiento es reprimida violentamente. Cinco muchachos caen asesinados. Esas muertes tornan la resistencia más intensa. Luego de una sangrienta y prolongada represión, la imposición del urdú sería rescindida. La medida llegaría muy tarde: del Movimiento nacería la voluntad de independencia que culminaría en la creación de Bangladesh, en 1971.

Los poetas incluidos en el presente dossier vivieron la experiencia del Movimiento por el lenguaje. Fueron también parte de la reconstrucción del ethos cultural del país, luego de las masacres de intelectuales que marcaron el fin de la guerra de liberación. Sus trabajos han marcado no solo el ámbito lírico de Bangladesh y, en general, de la lengua bengalí, sino la historia misma de un pueblo cuyo apasionado interés por la literatura tiene pocos rivales en el mundo.

 

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Mohammad Nurul Huda

Es difícil resumir las actividades creativas de Mohammad Nurul Huda. La amplitud de sus intereses y ejecutorias puede constatarse en sus más de cien libros. De ellas emerge en sus facetas de traductor, crítico, editor, maestro y periodista. Su vocación primordial, empero, ha sido siempre la poesía. Así lo atestiguan cincuenta poemarios, junto con los más importantes premios literarios de Bangladesh.

En los trabajos de Huda se perciben variedad de preocupaciones. De entre ellas, la exploración de la historia de su país y de su idioma posee esencial importancia. Su exploración de los temas caros a los precursores de la poesía bengalí – Tagore, Nazrul, Jibanananda – es, a la vez, iluminadora y contrastante. El que Huda haya laborado como crítico y editor respecto a ellos y a otros muchos poetas se percibe en las resonancias que el lector informado halla en su poética.

Son, sin embargo, los poemas de profunda raigambre personal aquellos que lo distinguen completamente de sus contemporáneos. En esos versos se combinan las experiencias del poeta con aquellas milenarias de la región, plenas de mitos, leyendas y memorias. El resultado es una meditación que, aun llevando una impronta individual, está marcado por lo universal.

 

 

Escribiendo una línea

 

Quiero escribir una línea

En el mar o en la orilla

Dónde tú existas

A excepción de todo.

 

 

La verdad sobre una mujer fértil

 

Aférrate al cuerpo descompuesto

De tu marido, en tus brazos, oh Sati!

Envuélvelo con cuidado en el paño que vistes,

Y cuando su forma se desvanezca, búscalo en la ausencia de toda forma,

Dibuja su perfil intacto como una pintora experta.

 

El conflicto es la verdad esencial, y más que él es la luz

Y la forma material dibujada con sus líneas abstractas;

Al final del día se quemará en la pira funérea

Y el incienso será encendido en los hogares:

El hijo y la hija de la tierra crean los ornamentos de la vida.

 

La verdad de tus sueños también se halla en las sombras y en las ilusiones,

Con tus manos humanas habrás de elevar una morada;

Tendrás muchas cosas que ganar, nada que perder,

Rebrotes de arroz hervido se requieren,

Es tu parte del pacto.  

 

Sol y lluvia sostienen la fertilidad continua,

Una mujer fértil es verdadera, la sequía es apenas efímera.

 

 

 

El cuerpo quiere alimento

 

Has llevado todos sus huesos en la canoa,

Los restos mortales de tu marido.

 

No pueden dejarse expuestos sin cuidado,

Cubiertos de tela han de permanecer

En el núcleo mismo del corazón.

 

El cuerpo que quiere alimento, es en sí mismo alimento para otros

Seres etéreos buscando eternamente formas de vida.

 

El alma que es mezclada con los cinco elementos de acuerdo a la ley divina

Ese cuerpo toma un vuelo dichoso en el firmamento del amor.

 

Estás segura que tu marido no está muerto,

Morir por una mordedura de serpiente, qué conjetura convincente.

 

Por ello has prometido restaurar su imperceptible respiración.

¿Quién puede destruir la ideal vida conyugal de Sati?

 

Dejen que los dioses y las diosas convivan felices en el cielo

La tierra sostiene a los retoños del hombre y de la mujer.

 

Tú eres la hija de la tierra fértil,

Por tu intermedio las semillas crecen y continúan,

Mientras tu esposo sea tu amante compañero,

Nada es el cielo ante tu suave lecho.

 

 

 

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Nirmalendu Goon

El rostro de Nirmalendu Goon es inmediatamente reconocible para todo aquel que guste de la poesía en bengalí. Lo dice ya la entrada a él consagrada en Wikipedia: “uno de los poetas más populares de Bangladesh”. Lo que calla ese acápite es que, para llegar a tal sitial en un país obsesionado con la poesía, es necesario emerger muy netamente de entre una sustancial y numerosa competencia.

Goon lo ha logrado cultivando su interés lírico por décadas, de un modo persistente y exclusivo. Es bien conocido que lo abandonó todo para proseguir la carrera de poeta. El evocarlo implica, por tanto, pensar en una cierta bohemia, originada al mismo tiempo por la precariedad propia a tal vocación y por una inherente empatía con lo heterodoxo y libre. Famoso por ese carácter, Goon eligió vivir de acuerdo a sus propios, personalísimos términos.

Autor de decenas de colecciones de poemas, pintor de mérito indiscutible, Goon se destaca por su voluntad – expresada en su obra tanto visual como lírica – de comunicarse con su público del modo más directo posible. Sus versos tocan a menudo experiencias ordinarias, de las que la visión del poeta decanta los detalles más inesperados y elocuentes. El suyo es un acervo pleno de sorpresas, un caudaloso río de versos acorde al espíritu de su tierra natal.

 

 

El poeta y el río

 

El pesar es un río, henchido de aguas

El cielo es el poeta, cara a cara,

Una verdad, ningún poeta es feliz.

Cuando un poeta predica a un río,

El río le enseña a perderlo todo.

 

Las canciones de Tagore, una vez más

 

Incluso cuando nadie las canta, se las escucha y canta.

Por una eternidad, las he estado escuchando –

Y, sin embargo, no puedo todavía

Entender de dónde toman vuelo,

Ni dónde toman tierra.

En verdad, nadie lo entiende.

 

Todos escuchan, pero nadie comprende.

Algunos cantan, otros asienten,

Algunos permanecen asombrados, como fríos peñascos.

Amo las canciones de Rabindra. No puedo evitarlo.

Sus melodías borran el odio que llevo dentro.

 

Incluso cuando nadie las canta, se las escucha y canta.

Se detienen quizás, en algún lugar lejano,

Pero mi mente nunca se detiene, mi corazón nunca descansa.

Parecería que una canción me entregase a la otra

Flotando blandamente en el espacio.

Es esa la canción más importante:

Aquella que no precede ninguna otra.

 

 

 

Contradicción

 

Nací en un melancólico monzón,

Pero mi estación favorita es la primavera.

 

 

Nací en un amanecer lluvioso de Ashar,

Pero amo los atardeceres de Chaitra.

 

Nací al romper del día,

Pero amo el sublime silencio de la media noche

 

Nací en un pueblo de densas arboledas,

Pero amo la sofocante Dacca sin árboles.

 

Lloré cuando nací.

Hoy río ante todo lo que observo.

 

Me volví diminuto en la necesidad del nacer,

Tórnome ahora cada vez más grande en respuesta a la muerte.

 

 

 

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Shahid Kadri

El 28 de agosto de 2016, el poeta bengalí Shahid Kadri falleció en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos. En vano se buscarán obituarios suyos en los medios de alcance masivo de ese país, ni tampoco en aquellos de habla hispana. La muerte de uno de los más altos exponentes de la lírica de Bangladesh pasó desapercibida en un mundo que aún se niega a observar a ese país en toda su riqueza intelectual y cultural.

La obra de Kadri está contenida en tan solo cuatro colecciones, la última publicada mucho después de la tercera, cuando sus admiradores habían dejado de esperar otro libro suyo. Tal sobriedad no es común entre sus contemporáneos. Refleja el modo único en que el poeta encaró su vocación: con su arte fue capaz de definir las preocupaciones más intensas sin recurrir a grandilocuencias, cuidando de concentrar su voz y de tornarla tan impalpable y acerada como fuese posible. Una voz urbana, comprometida con su tiempo – particularmente turbulento, desde un punto de vista político – pero, a la vez, esencialmente la voz de un outsider. Ello no impidió, empero, que su talento fuese reconocido con honores como el Premio de la Academia Bangla, en 1973 y la condecoración civil de más alto nivel en Bangladesh, el Ekushey Padak, in 2011.

En las décadas finales de su vida, Kadri abandonó su país de origen, sin cesar, empero de contemplarlo a través del prisma de la distancia y de la memoria. Y sin dejar de apreciar, con una mirada desencantada, las realidades de Europa, donde vivió por varios años, y de los Estados Unidos. Ese exilio, autoimpuesto, se rompería finalmente luego de su muerte: su cuerpo reposa en el Cementerio de los intelectuales martirizados, en Dacca, Bangladesh.  

 

 

 

Reunión inadecuada

 

Cerdos salvajes encontrarán su barro favorito.

Alciones obtendrán los peces anhelados.

Noches – opacidad profunda – infiltrarán el blanco de una lluvia furiosa.

Danzarán pavorreales en la densa floresta.

 

Amantes ciertamente harán el amor con amantes,

Sin ser jamás felices, jamás, jamás, jamás…

 

Peregrinos tornarán solos a su morada.

En una olla vacía,

Granos de arroz brillarán como astros

Y la antigua canción, largamente olvidada, retornará en tu boca.

 

Amantes ciertamente harán el amor con amantes,

Sin ser jamás felices, jamás, jamás, jamás…

 

Se detendrán desfiles en marciales barracas.

Tigres hambrientos arrebatarán el venado azul,

La brisa del pueblo traerá

La suave melodía de una canción de mujeres.

Y ustedes hallarán un espacio en donde yacer juntos.

 

Amantes ciertamente harán el amor con amantes,

Sin ser jamás felices, jamás, jamás, jamás…

 

 

 

Querida

 

Pensé enviar una estrella dorada

Para tus trenzas –

Pero era tan sólo una palabra:

Vaga, azul, perlada de rocío.

He venido ahora, el bolsillo vacío,

Una botella de perfume empapada en mis sueños.

De noche te percibo en ellos:

En el grupo de hetairas y sin embargo sola

Mientras que tantos rostros, como el mío,

Ansían en fila, esperando por ti,

por siempre.

 

 

Insurrección

 

En el jardín de Manzul Elahi

Sentados, en la velada moteada,

Algunos conversamos de tantas cosas

Unos hablan sobre Bangabandhu,

Y de ese tema pasaron al asesinato de Allende.

Otros evocaron la historia del golpe de estado en Chile.

Otros comentaron los conflictos de Irán e Irak.

El futuro incierto de Cuba luego de la partida de Castro.

El dominio de mercaderes inescrupulosos.

Las angustias de la gente de Bengala.

El hambre de por vida, hablamos de todo eso

Mientras mascábamos anacardos y tomábamos café.  

La noche descendía gradualmente

Como el silencio en los pasos de un gato negro.

Las luciérnagas titilaban entre mesas y sillas

Como si fuesen a persistir centelleando por siempre.

Pasamos al comedor.

Manzur Elahi repetía, el rifle es la fuente de todo poder.

La sociedad sin clases no se puede lograr sin derramamiento de sangre.

Nadie abandona sus intereses de clase.

Yo miré por la ventana.

Observé el jardín de Manzur Elahi capturado por las luciérnagas,

Sin una batalla, sin derramamiento de sangre.

 

 

Sentidos

(Para Mahbub Hasan)

 

El shalikh* danza en el cable telegráfico

Las hojas del árbol de jaca, del tamaño de palmas

La luz se subsume en los arbustos a la orilla del estanque. Aquí viene el Ashwin**.

Mis días se vaciaron

¿Por qué los días están vacíos?

 

En las fronteras de las nubes blancas como la nieve

¿A quién envía el cielo sus resplandores de zafiro? Aquí viene el Ashwin

Mis días se vaciaron

¿Por qué los días están vacíos?

 

Al igual que esos manifiestos clandestinos que se distribuyen por manos jóvenes

La gran ciudad está tan animada

Aquí viene el Ashwin

Mis días se vaciaron

¿Por qué los días están vacíos?

 

¿Cuándo el Shefali cae en el patio de alguien? ¿Puede el sabor de los días de infancia recordarse?

Como esas hojas volantes clandestinas que manos jóvenes distribuyen

La gran ciudad está tan afanada

Aquí viene el Ashwin

Mis días se vaciaron

¿Por qué los días están vacíos?

 

 

*El shalik es un pájaro nativo de Bengala (ndt)

*Ashwin es el séptimo mes del calendario solar de Bengala. La referencia del poeta a ese mes implica una alusión al otoño. (ndt)

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