Apuntes para una literatura ancilar: Lectura y estudio

En esta entrega de Apuntes para una literatura ancilar, Mario Bojórquez delibera sobre la lectura, el autoaprendizaje y los diversos modelos de estudio autodidacta desde la educación abierta como una posibilidad formativa en el México moderno. Entre otras cosas, nos recuerda que “Se lee para conocer, para ensayar en otras vidas la nuestra…”

 

 

 

 

 

 

La educación abierta, una posibilidad de formación en el México moderno.

 

La verdadera universidad hoy en día está en los libros, afirmó el genial filósofo escocés Thomas Carlyle, y sí, pues en qué otro lugar se conserva, se comparte y se difunde el conocimiento de mejor manera que en los libros. En nuestro país, antes de la llegada de los españoles al territorio, se contaba ya con una sólida cultura recogida en los códices de las diferentes culturas, en el caso de los mayas, los documentos que invocan la historia del mundo y sus diversas edades están ya registradas en el Popul Vuh, o libro del común, en el Rabinal Achí, los cantos de Dzibalché y aún los libros del Chilam Balam; entre los nahuas, las relaciones del Huehuetlatolli o la palabra de los viejos, documento fundamental para la educación indígena, proporcionaba al estudiante un soporte moral y cívico que habría de guardar en cada una de las etapas de la vida. La educación por el libro ha sido motivo incluso de convocación de pueblos e identidad de culturas, qué hace reunir a esas nómadas tribus de los desiertos de Asia sino un libro que ahora se ha extendido por todo el planeta inoculando un solo mensaje: aquel de que sólo hay un Dios que ha destruido al mundo y que volverá a hacerlo en algún punto del tiempo y que conocemos como la Biblia que quiere decir “El libro”. Hay quien atreve la cuestión de si el libro desaparecerá por los usos de las nuevas tecnologías, la respuesta quizá sea otra pregunta: ¿No es ya un libro, un temible e incomprensible gran libro el que leemos en la red del Internet, no es como ya lo prefiguraba en los años cuarenta, en dos de sus formidables cuentos, El Aleph y El Libro de Arena, don Jorge Luis Borges, donde nos refiere que el Aleph es un punto del universo donde convergen todos los puntos o que el libro de arena es aquel cuya primera página es imposible y que al darle vuelta a la 154 encontrarás por ejemplo la 206 o la 32 o la 1715 y que no es más que una metáfora del llamado sistema HTML o hipertexto?

La educación nace en occidente junto con la filosofía, con el pasmo que produce la inmensidad del mundo y nuestra presencia aquí, las reflexiones de los llamados filósofos pre-socráticos tratando de explicarse la esencia que está en todas las cosas o tó apeirón, o los límites del Ser y su fenomenología. Los primeros filósofos de la historia que tomaron a la educación como un objeto de conocimiento comunicable y transferible a todos los hombres, fueron los llamados sofistas, posteriormente derrotados por la escuela de Sócrates y Platón y que han tenido en el decurso de los tiempos el mayor desprestigio, bajo la admonición de que todo pensamiento falaz les corresponde, y al que se le ha nombrado en su honor: sofisma. Son, Gorgias y Protágoras, los filósofos sofistas, padres de esta escuela quienes han sido injustamente considerados por el arte que alcanzaron a decantar y que es el antecedente directo de lo que hoy conocemos bajo el concepto de Educación. La molestia que causaban en Sócrates por cobrar por sus esfuerzos didácticos, (él no cobraba por las discusiones que sostenía con los jóvenes en el mercado, como bien lo refiere Xenofonte) los ha hecho aparecer como fraudulentos comerciantes del conocimiento, sin embargo, sus aportaciones son fundamentales al día de hoy, el arte de la retórica, el arte del bien decir, sigue siendo materia de estudio y reflexión, yo mismo me dediqué por muchos años a difundir este arte entre los jóvenes escritores de la Fundación para las letras mexicanas. De Protágoras se conserva aún una anécdota que nos da claridad sobre la forma en que esta educación era compartida con otros. Tenía Protágoras un alumno que buscaba ser entrenado en la disputa de asuntos públicos y privados, es decir, lo que hoy llamamos un abogado, acudió a Protágoras para obtener de él estos conocimientos llegando al acuerdo de que al resolverse su primer caso, si resultaba vencedor le pagaría por los conocimientos recibidos al probarse que fue bien entrenado en estos menesteres. Protágoras accedió sabiendo de antemano que lograría educarlo de un modo tan infalible que sin duda resultaría vencedor ante cualquier caso que hubiera de defender. Pasaba el tiempo y el alumno no tomaba ningún caso y por tanto, no pagaba al maestro sus clases, hasta que un día lo visitó Protágoras requiriéndole el pago de sus honorarios, el alumno respondió que no tomaría ningún caso por el momento, Protágoras entonces lo conminó a que acudiera a los tribunales para resolver esta cuestión, el alumno argumentó que no le pagaría de ningún modo, pues si él ganaba el caso no tendría por qué pagarle y si perdía la querella, tampoco habría de pagarle pues eso quería decir que Protágoras no le había enseñado bien el arte de disputar ante los tribunales, a lo que Protágoras respondió que en todos los casos habría de pagarle sus honorarios, pues si Protágoras perdía el caso, eso quería decir que había enseñado a su alumno lo necesario para ganar cualquier caso y que si Protágoras ganaba el juicio la ley lo obligaba a responder por el pago. Este es un ejemplo muy claro de lo que en mi pueblo se conoce como yorinoca o palabra de yori, palabra de hombre blanco, que al mismo tiempo quiere decir palabra engañadora o también abogado. Quintiliano en su famosa Institución Oratoria, obra cumbre de la retórica forense, nos enseña que el rétor, es decir, el maestro de retórica, debe ser versado en todos los ámbitos del conocimiento, ciencias liberales, música, historia y poesía, este dato quizá debe ser recogido por los nuevos tribunales de justicia que se instalan en todo el país, donde a los abogados se les impide ejercer su arte y el pueblo ha quedado en la total indefensión, al enfrentar al delincuente con la víctima para que logren un acuerdo que no pasa por la punición del delito ni por la total satisfacción del ofendido. Así como con los griegos, la búsqueda de la justicia en nuestros tiempos, pasa por la palabra, por la palabra que puede acercarnos a la verdad de los hechos para pesar los actos de los hombres y de las instituciones.

La educación abierta pasa también por la palabra, que como átomo cargado de significación es la mínima partícula de conocimiento, quien tiene la palabra, las palabras, puede comunicar el conocimiento y compartirlo, en mi experiencia como alumno del Sistema de Universidad Abierta de la UNAM, puedo dar testimonio de su eficacia y del ambiente de libertad en que el conocimiento es compartido, yo que soy un modesto estudiante de letras he visto a mis compañeros redactar trabajos escolares cuyo tema son mis obras, me he visto estudiarme con las herramientas críticas que juntos aprendemos en clase, he compartido con mis maestros la experiencia que en el ejercicio de la preceptiva literaria clásica he adquirido con décadas de práctica constante en la versificación castellana, discutiendo modelos de pies métricos o figuras de pensamiento lógico, y es que se trata siempre de personas que tienen una experiencia, los alumnos, mis compañeros, son adultos que trabajan o que por diversos motivos no pueden asistir de manera cotidiana a las aulas, o bien, aquellos que tienen su domicilio o centro de trabajo alejados de los planteles universitarios. La flexibilidad administrativa, el rigor académico de los procesos de enseñanza, el tiempo en el logro de los objetivos del aprendizaje, hacen que los alumnos que han contado con una planta docente capacitada en esta metodología del conocimiento, se permitan una relación muy directa entre teoría y práctica, entre investigación y docencia, es el alumno con su esfuerzo y su experiencia y la asesoría de los docentes, lo que permite que el hecho educacional logre sus máximos objetivos, no olvidemos que es el compromiso de cada persona con su formación lo que dará los resultados óptimos en este modelo.

El filósofo Francis Bacon reflexionó en sus ensayos acerca de los estudios, recordemos que él fue uno de los impulsores del método científico y uno de los más lúcidos sabios de la época isabelina: “Los estudios sirven para deleite, para ornamento y para habilidad. Para deleite, en la privacidad del retiro; para ornamento, en el discurso; y para habilidad, en el juicio y disposición de los asuntos. Los hombres con experiencia, pueden ejecutar sus acciones y quizá juzgar los detalles uno por uno; pero los conceptos generales, los planes y programas, se resuelven de mejor manera si son aprendidos. Usar demasiado tiempo en los estudios, es pereza; usarlos demasiado para ornamento, es afectación; hacer un juicio totalmente según sus reglas, es el humor del erudito. Ellos perfeccionan la naturaleza y son perfeccionados por la experiencia, las habilidades naturales son como las plantas, deben ser podadas por el estudio; y los estudios que toman direcciones demasiado generales, deben ser limitados por la experiencia. Los hombres prácticos desprecian los estudios, los hombres simples los admiran, y los hombres sabios los usan; ya que ellos enseñan, no su propio empleo; si no que esta es una sabiduría que está más allá de ellos, y por encima de ellos, ganada por la observación. Hay que leer pero no para contradecir y refutar; ni para creer y dar por sentado; ni para encontrar conversación y discurso; si no para pesar y considerar.” Este es justamente el método que propone el Sistema de Educación Abierta, enseñarnos como alumnos a evaluar cada uno de los temas pesando y considerando la importancia de cada uno de los asuntos, con las herramientas de la razón, el filósofo agrega estas categorías: “La lectura hace al hombre completo; la conversación listo; y la escritura exacto. Por lo tanto, si un hombre escribe poco, tendrá necesidad de una gran memoria; si consulta poco, tendrá necesidad de mantener su ingenio presente: y si lee poco, tendrá necesidad de ser astuto, para que parezca saber lo que no sabe. La historia hace a los hombres sabios; los poetas, los hacen ingeniosos; las matemáticas, sutiles; la filosofía natural, profundos; graves, la moral; la lógica y la retórica, capaces de competir.”

La principal herramienta de que dispone este modelo de enseñanza es sin duda, la lectura, es en las guías de estudio donde encontraremos condensadas las materias a estudiar, sus temas y sus derivaciones conceptuales, cómo hacer para que este ejercicio no nos resulte pesaroso y podamos emprender la aventura del conocimiento por nuestra propia cuenta; leer es un hábito civilizatorio, fue asunto de los sacerdotes en la antigüedad leer por nosotros lo que nos deparaba el destino así como los hechos sucedidos en la historia, vivimos en un tiempo en que cada uno es sacerdote de su propio culto, ya no nos resulta cosa del demonio que un hombre lea en silencio como le parecía a san Agustín al ver al padre san Jerónimo leer en silencio y apartado de los demás. Leer es asunto de todos, vemos a los profesores preocupados porque sus alumnos lean, pero nunca vemos a los profesores con un libro en la mano, cómo podrán inculcar en los otros un hábito que ellos mismos no tienen, cómo convencerán a los otros de que la lectura es algo bueno si ellos mismos no lo creen así. En una casa donde hay libros, hay maravilla, hay mundos concentrados que nos explican este mundo, modos de pensar y de ver, modos de comprender y actuar, quien lee se convierte en dueño de su visión y cuando la comparte con los otros su visión se ensancha, como el torrente de un río que se nutre de otras corrientes en un mismo propósito, el de llegar al mar que contiene todas las aguas del mundo, el conocimiento humano que cada vez es mayor y jamás se completa, que cuánto más se llena más desea crecer, la curiosidad del científico por resolver un misterio de la naturaleza, la curiosidad del poeta por comprender un estado del alma humana, la curiosidad del hombre por descubrir las fuentes del enigma que lo hacen sentir y pensar, pensar y sentir en plenitud.

Quiero ofrecerles estas líneas finales para que las guarden como una oración del lector que les recuerde qué significa para nosotros el acto de la lectura:

Se lee para conocer, para ensayar en otras vidas la nuestra; el oficio de lector, de lector aplicado y diligente obtiene frutos casi siempre íntimos, nos llena de prendas valiosísimas pero invisibles, ilumina el sendero oscuro que va de nuestro corazón a nuestra cabeza y en ocasiones, esa luz puede alumbrar el camino de los que están cerca. Es el tesoro más personal que podremos tener, difícilmente habremos de comunicar a los otros como opera el enredado sistema de nuestra predilección, las resonancias espirituales que un texto provoca en otro aunque sus temas o su tratamiento nos parezcan distantes, la maravilla impar que dos lectores obtienen de una misma línea. Así de delicado y sutil es el perfume de la lectura.

Mario Bojórquez

 

 

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