Hoy en Círculo de Poesía, presentamos “Bosque de ébano”, del poeta y activista haitiano Jacques Roumain (1907-1944). Uno de los poetas caribeños más relevantes, su influencia fue considerada por escritores como Langston Hughes, quien tradujo algunas de sus obras. La traducción corre a cargo de Lucrecia Arcos (1993).
Madera de Ébano
por Jacques Roumain
Si el verano es lluvioso y taciturno
si el cielo cubre el estanque con un párpado de nube
si la palma de desanuda en jirones
si los árboles son de orgullo y negros en el viento y la bruma
si el viento abate sobre la sabana un pedazo de canto fúnebre
si la sombra se posa sobre el fuego extinto del hogar
si un velamen de alas salvajes lleva la isla hacia los naufragios
si el crepúsculo ahoga el vuelo desgarrado de un último pañuelo
y si el grito hiere al pájaro
tú partirás
abandonando tu pueblo
su laguna y sus uveros amargos
la huella de tus pasos en sus arenas
el reflejo de un sueño al fondo de un pozo
y la vieja torre atada a la vuelta del camino
como un perro fiel al extremo de su correa
y que ladra en la noche
un llamado roto en los pastizales…
Negro mercader de revuelta
conoces los caminos del mundo
desde que fuiste vendido en Guinea
una luz vacilante te llama
una piragua lívida
encallada en el hollín de un cielo de suburbios
Chimeneas de fábricas
palmeras decapitadas con follaje de humo
liberan una firma vehemente
La sirena abre sus válvulas
de las prensas de fundición brota un vino de odio
un oleaje de hombros la espuma de los gritos
y se propaga en los callejones
y fermenta en silencio
en los tugurios cubas de motines
He aquí para tu voz un eco de carne y de sangre
negro mensajero de esperanza
porque tú conoces todos los cantos del mundo
desde aquellos de los senderos inmemoriales del Nilo
Te acuerdas de cada palabra el peso de las piedras de Egipto
y el arrebato de tu miseria levantó las columnas de los templos
como un sollozo de savia el tallo de los juncos
Cortejo titubeante ebrio de espejismos
en la pista caravanas de esclavos levantan
delgadas ramas de sombras encadenadas de sol
brazos implorantes a nuestros dioses
Mandinga Arada Bambara Ibo
gimiendo un canto que los cepos estrangulan
(y cuando llegamos a la costa
Mandinga Bambara Ibo
cuando llegamos a la costa
Bambara Ibo
no quedaba de nosotros
Bambara Ibo
más que un puñado de granos dispersos
en la mano del sembrador de la muerte)
Este mismo canto retomado hoy en el Congo
pero ¿cuándo, pues, oh pueblo mío,
con inviernos en llamas dispersando una tormenta
de pájaros de ceniza
reconoceré la rebelión de tus manos?
Y que escuché en las Antillas
este canto de negras
quién te enseñó negra este canto de inmensa
pena negra de las islas negra de las plantaciones
esta queja desolada
Como en la caracola el soplo oprimido de los mares
Pero sé también de un silencio
un silencio de veinticinco mil cadáveres negros
de veinticinco mil travesaños de Madera de Ébano
Sobre los rieles del Congo-Océano
pero yo sé
de sudarios de silencio en las ramas de los cipreses
de pétalos de negros coágulos en las zarzas
de ese bosque donde fue linchado mi hermano de Georgia
y pastor de Abisinia
Qué espanto te hizo pastor de Abisinia
y máscara de silencio mineral
qué rocío infame de tus ovejas un rebaño de mármol
en los pastorales de la muerte
No no hay ni canga ni hiedra para ahorcarlo
ni cárcel ni tumba para encerrarlo
ni elocuencia para disfrazarlo con bisutería de la mentira
el silencio
más desgarrador que un simún de azagayas
más rugiente que un ciclón de fieras
y que aúlla
se levanta
pide
venganza y castigo
maremoto de pus y lava
sobre la felonía del mundo
y el tímpano del cielo reventado bajo el puño
de la justicia
África he guardado tu memoria África
estás en mí
Como la astilla en la herida
como un fetiche tutelar al centro del pueblo
haz de mí la piedra de tu honda
de mi boca los labios de tu pena
de mis rodillas las columnas rotas de tu deshonra…
SIN EMBARGO
no quiero ser sino de su raza
obreros campesinos de todos los países
lo que nos separa
los climas la extensión el espacio
los mares
un poco de espuma de veleros en una cubeta de índigo
una lavada de nubes secándose en el horizonte
aquí paja un marisma impuro
allá estepas podadas con tijeras del hielo
de las montañas
la fantasía de una pradera arrullada por álamos
el collar de un río en la garganta de una colina
el pulso de las fábricas martillando la fiebre de los veranos
otras playas otras selvas
la asamblea de las montañas
habitada por el elevado pensamiento de los gavilanes
otros pueblos
¿Es todo esto clima extensión espacio
lo que crea el clan la tribu la nación
la piel la raza y los dioses
nuestra inexorable diferencia?
Y la mina
y la fábrica
las cosechas arrancadas a nuestra hambre
nuestra común indignidad
nuestra servidumbre invariable bajo todos los cielos?
Minero de Asturias minero negro de Johannesburgo
metalúrgico de Krupp duro campesino de Castilla viñador
de Sicilia paria de las Indias
(franqueo tu umbral – réprobo
tomo tu mano en mi mano – intocable)
guardia rojo de la China soviética obrero alemán de la
prisión de Moabit indio de las Américas
Reconstruiremos
Copán
Palenque
y los Tiahuanacos socialistas
Obrero blanco de Detroit peón negro de Alabama
pueblo innumerable de las galeras capitalistas
el destino nos alza hombro con hombro
y renegando el antiguo maleficio de los tabúes de sangre
hollamos los escombros de nuestras soledades
Si el torrente es frontera
arrancaremos al arroyo su abundante
cabellera
si la sierra es frontera
romperemos la mandíbula de los volcanes
afirmando las cordilleras
y la llanura será explanada de aurora
donde unir nuestras fuerzas divididas
por la astucia de nuestros amos
Como la contradicción de los rasgos
se resuelve en la armonía del rostro
proclamamos la unidad del sufrimiento
y de la rebelión
de todos los pueblos en la superficie de la tierra
y agitamos el mortero de los tiempos fraternales
en el polvo de los ídolos.
Traducción de Lucrecia Arcos Alcaraz
Bois d’Ébène
Si l’été est pluvieux et morne
si le ciel voile l’étang d’une paupière de nuage
si la palme se dénoue en haillons
si les arbres sont d’orgueil et noirs dans le vent et la brume
si le vent rabat vers la savane un lambeau de chant funèbre
si l’ombre s’accroupit autour du foyer éteint
si une voilure d’ailes sauvages emporte l’île vers les naufrages
si le crépuscule noie l’envol déchiré d’un dernier mouchoir
et si le cri blesse l’oiseau
tu partiras
abandonnant ton village
sa lagune et ses raisiniers amers
la trace de tes pas dans ses sables
le reflet d’un songe au fond d’un puits
et la vieille tour attachée au tournant du chemin
comme un chien fidèle au bout de sa laisse
et qui aboie dans le soir
un appel fêlé dans les herbages…
Nègre colporteur de révolte
tu connais les chemins du monde
depuis que tu fus vendu en Guinée
une lumière chavirée t’appelle
une pirogue livide
échouée dans la suie d’un ciel de faubourg
Cheminées d’usines
palmistes décapités d’un feuillage de fumée
délivrent une signature véhémente
La sirène ouvre ses vannes
du pressoir des fonderies coulent un vin de haine
une houle d’épaules l’écume des cris
et se répand dans les ruelles
et fermente en silence
dans les taudis cuves d’émeute
Voici pour ta vois un écho de chair et de sang
noir messager d’espoir
car tu connais tous les chants du monde
depuis ceux des chantiers immémoriaux du Nil
Tu te souviens de chaque mot le poids des pierres d’Egypte
et l’élan de ta misère a dressé les colonnes des temples
comme un sanglot de sève la tige des roseaux
Cortège titubant ivre de mirages
sur la piste des caravanes d’esclaves
élèvent
maigres branchages d’ombres enchaînés de soleil
des bras implorants vers nos dieux
Mandingue Arada Bambara Ibo
gémissant un chant qu’étranglaient les carcans
(et quand nous arrivâmes à la côte
Mandingue Bambara Ibo
quand nous arrivâmes à la côte
Bambara Ibo
il ne restait de nous
Bambara Ibo
qu’une poignée de grains épars
dans la main du semeur de la mort)
Ce même chant repris aujourd’hui au Congo
Mais quand donc ô mon peuple
les hivers en flamme dispersant un orage
d’oiseaux de cendre
reconnaîtrai-je la révolte de tes mains ?
Et que j’écoutai aux Antilles
car ce chant de négresses
qui t’enseigna négresse ce chant d’immense
peine
négresse des Îles négresse des plantations
cette plainte désolée
Comme dans la conque le souffle oppressé des mers
Mais je sais aussi un silence
un silence de vingt-cinq mille cadavres nègres
de vingt-cinq mille traverses de Bois- d’Ebène
Sur les rails du Congo – Océan
mais je sais
des suaires de silence aux branches des cyprès
des pétales de noirs caillots aux ronces
de ce bois où fut lynché mon frère de Géorgie
et berger d’Abyssinie
Quelle épouvante te fit berger d’Abyssinie
et masque de silence minéral
quelle rosée infâme de tes brebis un troupeau de marbre
dans les pâturages de la mort
Non il n’est pas de cangue ni de lierre pour l’étouffer
de geôle de tombeau pour l’enfermer
d’éloquence pour le travestir des verroteries du mensonge
le silence
plus déchirant qu’un simoun de sagaies
plus rugissant qu’un cyclone de fauves
et qui hurle
s’élève
appelle
vengeance et châtiment
un raz de marée de pus et de lave
sur la félonie du monde
et le tympan du ciel crevé sous le poing
de la justice
Afrique j’ai gardé ta mémoire Afrique
tu es en moi
Comme l’écharde dans la blessure
comme un fétiche tutélaire au centre du village
fais de moi la pierre de ta fronde
de ma bouche les lèvres de ta plaie
de mes genoux les colonnes brisées de ton abaissement…
POURTANT
je ne veux être que de votre race
ouvriers paysans de tous les pays
ce qui nous sépare
les climats l’étendue l’espace
les mers
un peu de mousse de voiliers dans un baquet d’indigo
une lessive de nuages séchant sur l’horizon
ici des chaumes un impur marigot
là des steppes tondues aux ciseaux du gel
des alpages
la rêverie d’une prairie bercée de peupliers
le collier d’une rivière à la gorge d’une colline
le pouls des fabriques martelant la fièvre des étés
d’autres plages d’autres jungles
l’assemblée des montagnes
habitée de la haute pensée des éperviers
d’autres villages
Est-ce tout cela climat étendue espace
qui crée le clan la tribu la nation
la peau la race et les dieux
notre dissemblance inexorable ?
Et la mine
et l’usine
les moissons arrachées à notre faim
notre commune indignité
notre servage sous tous les cieux invariable ?
Mineur des Asturies mineur nègre de Johannesburg métallo
de Krupp dur paysan de Castille vigneron de Sicile paria
des Indes
(je franchis ton seuil – réprouvé
je prends ta main dans ma main – intouchable)
garde rouge de la Chine soviétique ouvrier allemand de la
prison de Moabit indio des Amériques
Nous rebâtirons
Copen
Palenque
et les Tiahuanacos socialistes
Ouvrier blanc de Détroit péon noir d’Alabama
peuple innombrable des galères capitalistes
le destin nous dresse épaule contre épaule
et reniant l’antique maléfice des tabous du sang
nous foulons les décombres de nos solitudes
Si le torrent est frontière
nous arracherons au ravin sa chevelure
intarissable
si la sierra est frontière
nous briserons la mâchoire des volcans
affirmant les cordillères
et la plaine sera l’esplanade d’aurore
où rassembler nos forces écartelées
par la ruse de nos maîtres
Comme la contradiction des traits
se résout en l’harmonie du visage
nous proclamons l’unité de la souffrance
et de la révolte
de tous les peuples sur toute la surface de la terre
et nous brassons le mortier des temps fraternels
dans la poussière des idoles.