En el marco del dossier de poesía de Lituania preparado y traducido por Dovile Kuzminskaite, en colaboración con María Sebastià-Sáez, presentamos a Rimvydas Stankevičius (Elektrėnai, Lituania, 1973). Estudió Filología en la Universidad de Vilnius. Trabaja en el periódico Respublika como crítico literario. Ha publicado ocho poemarios: Akis (1996) (Ojo), Randas (2002) (Cicatriz), Tylos matavimo vienetai (2006) (Los sistemas de medida para el silencio), Laužiu antspaudą (2008) (Rompo el sello), Patys paprasčiausi burtažodžiai (2010) (Los hechizos más simples), Ryšys su vadaviete (2012) (La conexión con el puesto de mando), Kertinis skiemuo (2015) (La sílaba cimiento), Šermuonėlių mantija (2017) (El manto de armiños). También escribe libretos para musicales y óperas y compone letras para algunos cantantes lituanos. Le han sido otorgados varios premios, entre ellos el del festival Poezijos pavasaris, Jotvingiu, Salomėjos Nėries, Jurgos Ivanauskaitės, Martyno Vainilaičio. En 2013 Ryšys su vadaviete ha recibido el premio al mejor libro de poesía lituana del año
Descanso (alguna vez)
Ninguna de las muertes ofrecidas hasta el momento
Me hubiera gustado.
Estoy convencido de que la verdadera
No se parecerá a aquellas, sino a una salida,
De la que salvarme – hasta pensar en ello –
Sería poco amistoso…
Por eso tampoco habrá una escena final,
Solo un agujero en la hojita del calendario
Repetirá los contornos de mi cuerpo…
Al mirar por este
Solo se verán el mar y las estrellas.
El prometido descanso eterno,
Que envidio un poco
Para mí mismo…
Estoy seguro – en mi futura tumba –
Ya está escrito:
¨Deja esta trompeta, Gabriel,
Acabo de acostarme.¨
Época
Todo lo que recuerdo
de la historia
de mi país
es nieve y soledad…
Una mujer,
a la que están violando siete ciegos,
ella solo intentaba indicarles
el camino.
De dónde la confianza –
todo está fragmentado –
cada uno desde su propia
madriguera.
Pregúntale:¨¿Qué es tu patria?¨
Dirá: ¨La conozco,
solo que nunca
he estado allí.¨
Un mundo todavía sin límites
y las cosas todavía
no se hablan.
La multitud se junta y escucha a la mujer,
ella de verdad ve el futuro,
pero solo unas migajas
y solo las estéticas.
El bufón en un agujero en el hielo,
las cercas, que aquí
todavía no habían existido,
los armados, que van a la caza,
valientes, deseando
botín.
A unos cuantos pasos
un lobo despedaza
a un hombre que grita.
Los otros no se dan cuenta –
así es esta época –
nieve, nieve y
soledad…
Por cierto, también estaba
Cristo,
pero él era uno de los nuestros,
por lo tanto sobre él
sabían pocos –
entendéis –
la nieve…
La boda
de los enanos del palacio,
los siete ciegos
golpeados hasta muerte
con el dinero de los benefactores.
¿Qué es este palacio?
¿Dónde está?
Solo sé
que esta palabra
había que pronunciarla
con la boca pequeña
y tapada con una mano.
Quizá esté bien, de este modo
las personas parecen más bellas.
Solo algunos teníamos dientes –
entendéis –
soledad…
La venta de dios sabe qué
bultos mugrientos
sin mirar
dentro.
Y los cuervos.
Su mundo estaba más claro,
los mismos caminos
y deseos.
El idioma igual
que el nuestro,
solo que más altivo.
Quizá precisamente por eso
no los comíamos,
aunque en general
un cojo, un libro,
una patata,
daba lo mismo.
Queríamos ser
parecidos a los pájaros.
¿Ahora probablemente
será ya al revés?
En general no era una mala
época,
solo esta nieve y
los ciegos…
Lo demás
en mi memoria solo se conserva como
las manzanas,
más precisamente como si fuese
su olor en un barril
donde no hay
manzanas.
Me preguntáis: ¿quién gobernaba?
Igual que ahora,
la soledad.
El contacto con el puesto de mando
Soy malditamente buen
Soldado tuyo, mi Señor –
Me tiré al ataque con todo mi ser,
Avanzaba adelante, siempre adelante,
Castañeteando con las hojas de los calendarios,
Manteniendo la velocidad de ataque,
Sin olvidarme ni en la alegría, ni en el dolor,
Siempre directamente hacia un punto, hacia el destino estratégico:
Te escucho, caudillo, solo déjame actuar,
Te obedezco, señor, solo por fin déjame hablar,
Por fin tener algo que decir
De Ti, verdadero .
No tiene por qué ser algo consolador,
No tiene por qué ser algo a los corintios
O a los efesios, por lo menos a mí mismo,
Por lo menos una minúscula predicción nebulosa…
Por ejemplo: ¨eres un ataúd,
Repleto de pájaros que chillan,
Levanta la tapa, libéralos, que hablen¨…
Perdóname, hablo con la boca llena,
Perdóname, hablo mientras le estoy clavando al enemigo
Una daga en las costillas –
Ahora y para siempre,
Clavándole al enemigo una daga en las costillas – creía –
Que él era mi hermano,
Creía en la inmortalidad de su alma,
Por eso mataba sonriendo,
Mataba bromeando, gorjeando,
Sin ensangrentarme las manos –
Entendí – estas nos eran mías –
Aquel cuerpo no era yo, se reveló a lo largo del tiempo
Envejeciendo, cambiando,
A escondidas de mi (¿de Ti?)
También cumpliendo las órdenes de algún
Otro…
Yo soy más Tú, que él.
A este solo le queda
La tolerancia fría, sin ningunos
Intereses en común, sin sinceridad
Solo lo que exige el estatuto –
No lo mato…
No lo molesto cuando duerme o come,
Sonrío piadosamente, cuando está a sus asuntos, chapotea, se enjambra…
¿Qué será para mí su oscuridad? ¿Qué serán para mí sus caídas?
Para los moluscos – los juegos de moluscos,
Los sueños primitivos de moluscos, sus amores babosos,
Sus danzas de lenguas, desesperado
Anudarse de cuerpos en los gemidos –
En la batalla nadie guarda el uniforme,
Yo también me lo quitaré más tarde,
Junto con todas los arañazos en la zona del corazón,
Las manchas grasientas de las pasiones, los glotones
Escarabajos de culpa,
Que se esconden en las costuras…
Estoy alerta, estoy completamente desnudo ante Tus ojos,
Una desnuda arma lista
Con el seguro quitado –
Todavía estoy escuchando, caudillo,
Todavía escucho, señor,
A los mundos que están explotando en mis profundidades,
A los capullos explotando,
A las burbujas en los charcos de las largas lluvias,
Al pitido de la conexión rechazada en el auricular del teléfono,
Al marchar del aparato que sostiene la vida
De tu malditamente buen soldado,
Escucho al viento por las noches, a Mozart,
Y a los demás operadores tuyos,
Marcando las cartas de Morse
En mis sienes.
Escucho, señor, escucho –
Sin descanso, sin cambio –
Ya soy capaz de recibir los caóticos avisos de nevadas,
El murmullo de la nieve que se está diluyendo, escuchar atentamente
Como la tierra escucha a las uñas del enterrador,
Como una bala temporal
Escucha a la vida eterna, el idioma –
A los labios del bebé, el sentido – a las palabras, las palabras –
Al silencio…
Por eso déjame actuar,
Déjame levantar el auricular
Aunque el teléfono no suene…
Me quedo más tranquilo, cuando me recuerdo
Que soy malditamente bueno, pero todavía
Tu soldado, Señor,
Me quedo más tranquilo, cuando te recuerdo
Que todavía estoy escuchando…
Datos vitales
Rimvydas Stankevičius nació el 7 de enero de 1973 en Elektrėnai, Lituania. Estudió Filología Lituana en la Universidad de Vilnius donde se graduó y cursó un máster. Al terminar sus estudios, comenzó a trabajar en el periódico Respublika haciendo entrevistas, reseñando libros y publicando ensayos, continúa trabajando en dicho periódico hasta la fecha de hoy. Como poeta, participa activamente en eventos de la vida cultural lituana, participa en recitales por todo el país. Ha publicado ocho poemarios: Akis (1996) (Ojo), Randas (2002) (Cicatriz), Tylos matavimo vienetai (2006) (Los sistemas de medida para el silencio), Laužiu antspaudą (2008) (Rompo el sello), Patys paprasčiausi burtažodžiai (2010) (Los hechizos más simples), Ryšys su vadaviete (2012) (La conexión con el puesto de mando), Kertinis skiemuo (2015) (La sílaba cimiento), Šermuonėlių mantija (2017) (El manto de armiños), también un cuento rimado para niños Pūgos durys (2014) (La puerta de la nevada), dos libros de ensayos Diktantai sielai (2008) (Los dictados para el alma) y Betliejaus avytė (2015) (La ovejita de Belén), un relato breve Vinys Marškonių kaimui statyti (2001) (Clavos para construir el pueblo de Marskonys). También escribe libretos para musicales y óperas y compone letras para algunos cantantes lituanos. Le han sido otorgados varios premios, entre ellos el del festival Poezijos pavasaris, Jotvingiu, Salomėjos Nėries, Jurgos Ivanauskaitės, Martyno Vainilaičio. En 2013 Ryšys su vadaviete ha recibido el premio al mejor libro de poesía lituana del año.
El poeta afirma: ¨escribí mis primeros poemas en la infancia, cuando estudiaba primaria. En los años de la universidad volví a escribir poesía y ya nunca me he separado de esta. La poesía ha sido y sigue siendo la actividad principal en mi vida, mi autorrealización, mi búsqueda de lo divino, se podría afirmar, que es el sinónimo de mi vida espiritual. La poesía es como si fuera un robo de la no existencia, después de cual que el mundo se hace más amplio y más rico.¨