Poesía lituana: Gintaras Grajauskas

En el marco del dossier de Nueva Poesía de Lituania, preparado y traducido por Dovile Kuzminskaite en colaboración con María Sebastià-Sáez, presentamos la poesía de Gintaras Grajauskas (Marijampole, 1966). Escribe prosa, ensayo, poesía y teatro. Desde la infancia vive y trabaja en Klaipeda. En el año 1994 empezó a trabajar como editor del suplemento cultural Gintaro lasai, perteneciente al diario Klaipeda. Desde 2008 es director de la sección de literatura del teatro de Klaipeda. Ha grabado 6 álbumes con los grupos de blues-rock Kontrabanda y Rokfeleriai. En Lituania ha publicado seis poemarios, una novela y un libro de teatro. También publicó poemarios en Suecia, Alemania, Polonia, Italia e Islandia. Su obra de teatro Rezervatas se publicó en Francia. Sus poemas se han traducido al alemán, inglés, sueco, holandés, coreano, finlandés, polaco, letón, estonio y ruso entre otros. Le han sido otorgados en Lituania varios premios por sus obras de poesía y teatro. Participa activamente en varios eventos culturales tanto en Lituania como fuera del país.

 

 

 

 

 

 

 

 

un domingo por la tarde

 

estaba leyendo un libro,

 

intentaba, como dicen,

adentrarme, pero con un pie

seguía en el domingo,

 

en algún sitio detrás de la ventana

lloraba un niño,

tan triste que yo también

me puse algo apenado,

 

 

era unas mil veces más penoso

que un domingo por la tarde leer los versos

sobre un domingo, una tarde,

un niño llorando.

 

 

Sinceramente

 

si de verdad fuéramos sinceros,

no hablaríamos tanto sobre la sinceridad,

 

en general hablaríamos menos

o estaríamos callados,

 

si de verdad fuéramos sinceros,

diríamos ¨lo siento poco sinceramente¨

 

o ¨saludos poco cordiales¨,

¨muy poco antentamente

Grajauskas¨,

 

en general hablaríamos menos,

 

más concisamente

 

 

no preguntaríamos qué tal, cómo estás,

preguntaríamos directamente ¿cómo te va el morirse?

 

y muy sinceramente contestaríamos: bien, gracias.

 

 

 

Yo no bailo

 

parecía que tan dedicadamente trabajabas

con las piernas y los codos, te esforzabas,

una se reía, y la otra abiertamente

dijo: bailar tú no sabes,

 

no sabes bailar y punto. Por algún tiempo

todavía seguías intentándolo,

pero salía exáctamente lo mismo,

el brincar de un loco,

 

así que pasaste de todo y hasta a la más

bella de todas le decías

fríamente, como si fueras de otra raza:

yo no bailo.

 

por eso con el tiempo te hiciste arrogante,

de cara larga, a algunas eso les causaba

impresión, qué maneras, qué

orgullo: yo no bailo.

 

aprendiste a consolarte con que muchísimas criaturas

de Dios no bailan, los caleópteros,

los sapos, las tortugas, los cienpiés, el hipopótamo

con el leviatano, hasta el gato, este tampoco,

 

los mejores bailarines son aquellos pequeños

perritos, caniches quizás,

pero a ellos mismos ese saber

los tiene hasta las narices: los ponen

 

sobre una placa caliente de lata,

y bailan, no hay otra, a lo mejor así

tú también aprenderías a trepar rápidamente

con las patitas quemadas.

 

triste es la vida de los perritos,

la tuya tampoco es más divertida,

pero cuando llegue el momento, hasta sin saber hacerlo,

bailarás para tu muerte, bailarás como se debe.

 

 

 

 

La frecuencia de Dios son 50 Hz

 

estaba en la peluquería con la branquía enjabonada,

escuchaba la radio FM 91,4 MHz

 

en la máquinita entró un poco de agua

y  220 V le sacudieron las orejas tan bien que

hasta las babas le chirriaron

 

luego perjuraba que escuchó

claramente como si el locutor

del Vaticano hubiera dicho:

 

¨estaba escuchando la voz de Dios

  

 

 

 

Es él

 

él saca el limón de tu té,

él muerde las patas a tu mesa,

él está apagando las luces, camina y

chasquea los dedos,

 

él arroja hasta el techo a tus niños,

llama a tus amigos a las cuatro de la madrugada,

luego estrella la botella contra la pared

y mea en el lavabo,

 

él es ateo por naturaleza, él es el castigo de dios,

él es tu inquisitor y venganza dulce,

él duerme con tu mujer y duerme

tranquilo como un bebé,

 

él viene y se va cuando quiere,

él a propósito no te dice qué hora es,

él se ríe de ti, se ríe

hasta partirse,

 

él moja tu limón en el azúcar y mastica,

te mira a los ojos y dice: ¨alguna vez te voy a matar¨

mira, asiente con

tu cabeza y sonríe.

 

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