Encuentro Internacional de Poesía Ciudad de México 2017: Kwame Dawes

Círculo de Poesía y Valparaíso México invitan a las lecturas del poeta ghanés Kwame Dawes que tendrán lugar del 29 de junio al 2 de julio en el Encuentro Internacional de Poesía Ciudad de México 2017, dentro del marco del Festival DiVerso. A continuación presentamos un par de poemas suyos de su más reciente libro, Vuelo y otros poemas, publicado en Valparaíso México bajo la traducción de Gustavo Osorio de Ita.

 

 

 

Estimado Profeta

 

…preaching on the burning shore

Grateful Dead Via Burning Spear

 

No soy un apóstol para esta ciudad, —pero llevo

un góspel en mi cabeza. Visto la rectitud

como un pecado perdonado, y en las tardes rojas

y vaporosas como ésta, la ciudad una muchedumbre

de sudorosos cuerpos, acuño profecías, pesadas

verdades de los esquemas de Dios en mi cabeza. En el autobús

de Half Way Tree, esta llama sanadora

hormiguea en las puntas de mis dedos. Esta vieja

tierra, esta vieja ciudad, este camino de pegajoso

asfalto, este ataúd de gente negra:

Oh Kingston, sin luz de sol, —sin música de playa,

sólo la mortal rutina de gente que apresura una vida.

 

Me siento en el calor como debe hacerlo un profeta,

llevando a la tierra en mi cabeza— el autobús

estremeciéndose en su camino a través del polvo y exhausto

en Hope Road con las montañas amenazando

y el camino cortando a través de la planicie,

luego levantándose hacia las frescas colinas—.

Esta noche, conozco el miedo que me perseguirá

con fe y el terror de una familia

rompiéndose. En mi mente es un día normal,

y añoro decirte hola a ti, mi sombra,

el niño con risa en cada palabra,

el niño cuyos ojos son míos. Añoro

golpear tus nudillos, reír con tus historias

y marcharnos con amor. Pero hoy,

te he encontrado desmoronado contra la herrumbrosa campana.

No tienes nombre, no tienes lenguaje,

sólo los ojos apagados de un extraño.

 

 

 

El Cuerpo

 

El cuerpo, sin embargo, sus agravios no olvida,

sus quejas, la mohosa uña del pie; los disparados

 

pulgares con las pardas líneas donde fueron hechas

incisiones; la violencia del estómago cada mañana;

 

la amarga sequedad en el fondo de la garganta: el cuerpo

es un mapa de viejos alimentos y compensaciones que se vuelven

 

permanentes. Recorro con un dedo la curva constante

de la cicatriz bajo mi pecho izquierdo, una marca de algún

 

terrible miedo, algo escondido. Toco el seno

intentando calcular con terror, qué lamento

 

debió de haberme arrebatado ante la noticia. El resto

son fantasmas, pues aunque el cuerpo sabe, el olvido

 

es más fácil, y yo sé que es el miedo a la catástrofe

lo que hace que dé la bienvenida a esta sima, a este vacío.

 

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