Poesía colombiana: Rodolfo Ramírez Soto

Presentamos una muestra del poeta Rodolfo Ramírez Soto. (Bogotá, Colombia, 1973) Autor de Tintasangre (Casa de Poesía Silva – Funcreta Ediciones / Bogotá, 2003). Fundador de la experiencia literaria alternativa Los Impresentables. Director del Taller de Poesía Ciudad de Bogotá, adscrito a la Red Nacional de Escritura Creativa: RELATA, del Ministerio de Cultura de Colombia. Textos, reseñas y artículos suyos han sido publicados en revistas como: Golpe de Dados, Revista Casa de Poesía Silva, Puesto de Combate, Ulrika y Otro Páramo –en Colombia-; La Jornada Cultural –en México-; Nuevo Amanecer –en Nicaragua-; Sujeto Almado y Letralia –en Venezuela-; El Amanecer –en los Estados Unidos-.

 

 

 

Cuando nada queda

solo resta aferrase a los sueños.

Y después de los sueños:

nada.

 

 

 

Molares, incisivos y colmillos

 

[Para Arlet en sus quince años]

 

No son de hoy las cosas de ayer

ya no perteneces a nadie

y nadie te pertenece ya.

Los viejos miedos

consumieron su tiempo.

¿Aún temes al lobo

que habitó tus pesadillas?

Mira tus dientes

¡están listos para devorarlo!

 

***

 

Arlet descubre una invitación al misterio

donde yo no veo más que un espacio vacío.

Cuando ella canta le pido silencio

cuando corre:

quietud.

Arlet siempre en medio de la vida

mientras yo apenas no más que ojo ciego:

mirándola sin entenderla,

viéndola correr sabiendo que no podré alcanzarla,

escuchándola cantar sin comprender palabra.

Ella con su ritmo en medio de la vida

yo salvando la caída enganchado a su mirada.

¿Qué le puedo enseñar que ella ya no intuya?

¿Qué le puedo dar que ella ya no tenga?

¿Dónde me puedo hacer para no estorbarla?

Volverse arruga es la condena del padre.

Para ella el haz de mi corazón

de Arlet son por derecho los buenos días

la esperanza…

el bosque…

el sol.

 

***

 

Acariciado por la media noche

de pie el hombre en la veintidós con décima

tiene nostalgia de vida… tiene preguntas sin respuesta.

Distrae el hambre con el humo

no se mueve de su sitio no se mueve de su odio.

De repente se acerca al que no trae suerte

y con su navaja le despoja de todo.

 

Todos necesitamos víctimas de vez en cuando.

 

***

 

La vida se desgasta en las calles

Tanto como las suelas de los zapatos.

Entre asfalto y con rastros de polvo

mi vida se confunde en una trama de calles y carreras.

No hay mucho de ella que valga contarse

y lo poco, se borra borrándome

cada vez que llueve en la ciudad.

 

***

 

Nos recordarán por el olor a muerto.

Quisimos ser martillo devolviendo el golpe

pero fuimos la noche del revés del corazón,

el lugar del mundo en el que desfallece el ánimo.

Desierto oscurecido fuimos.

Ninguna lengua será origen de nuestra palabra.

 

Sólo los perros desenterrarán los huesos de nuestra historia.

 

***

 

Somos la piedra alada

la mano lanzada contra nuestra época.

Detrás del hombre fuimos

la ira que soñó salvarnos del hombre.

Una sola noche hirviendo.

 

La vida nos ha resultado incógnita

pero somos el sentido de la muerte.

 

***

 

Arrancados

esos brazos ya no serán abrazo,

ni carrera serán sus piernas

destrozadas.

Bocas

de sonrisas desdentadas,

sol derramado sobre cuerpitos muertos.

 

Los niños corrían completos antes de la guerra.

 

***

 

Quisimos ser más que esta época de huesos

más que este ocaso de sombras desplazadas de sus cuerpos.

Quisimos hacer lo útil, decir lo justo, mirar lo bello.

Ni a semilla alcanzó nuestro mejor intento.

 

Todas las ganas se nos volvieron canto de moscas sobre los brazos muertos.

 

***

 

El día es la botella vacía

(la botella llena es lo más parecido a la esperanza)

La vida es una mesa llena de días desocupados… derrotados

observada a la distancia por animales ebrios de destino.

 

El mundo es una taberna que no abre los domingos.

 

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