Presentamos una reseña de Álvaro Solís sobre Primera edad, el más reciente libro de Jorge Galán, que publicó Valparaíso México apenas hace unos meses. Jorge Galán es uno de los poetas fundamentales de su generación en Hispanoamérica.
Jorge Galán, el hombre en la tempestad de la tarde
Primera Edad es el libro antológico de Jorge Galán, una muestra generosa de poemas que muestra la evolución de su escritura. Poeta fundamental del panorama de nuestro continente, Galán celebra con este libro su primera edad bajo el resguardo de la poesía.
En Breve historia del alba (2006), la sección más antigua del libro, predomina la mirada ante el abismo, la acción mirar el mundo desde la extrañeza donde lo cotidiano es también motivo para demoler a puñetazos la vida. Todo parece en esta sección preámbulo de muerte y de tragedia, pero la tragedia se dilata, da la vuelta a la esquina, siempre al acecho aunque con los pies ligeros para no tocar a la voz del poema que deambula entre cerros y calles, entre silencios oscuros donde cada palabra brilla como esos viejos objetos en la memoria.
Ya en Estanque colmado (2010), la tragedia da la vuelta y viene, y llega hasta el poema, cada texto es un acto de guerra, cada poema es triunfo y es también derrota. Predomina un silencio que hace mella en quien lee, una guerra que de imaginarla duele también como una herida que sangra. La mirada es oscura ya, de tanto mirar los cuerpos flotando ante miradas juveniles, de tantos muertos más allá frente a los ojos de quien llena su corazón de fusiles y baldosas malheridas. Todo tiene sabor a infancia, allí donde muchas veces la desgracia pasa de largo sin tocarnos, donde la muerte es como esa lluvia sobre los tejados de zinc, allí donde becerrianamente unos extraños golpean, nos clavan, nos encierran dentro del ataúd de estos días donde sólo el amor nos salva, sólo el galopar en el tiempo nos salva del amor, también flagrante herida.
En La ciudad (2012) regresa la calma, postales llenas de imágenes de la naturaleza alivian las heridas de la guerra, hay un tono rotundo en esta sección, se refleja la paz de quien ha atravesado un infierno y ha salido para contemplar de nuevo el paraíso de la tierra. Sin embargo tanta calma es también inquietante, hay algo artificial en esa ciudad que se mira desde lejos, algo oscuro y terrible detrás de la transparencia de ese valle tranquilo, algo se asoma nuevamente desde la esquina antecediendo los pasos de cualquier desprevenido lector que deambule en el poema.
En El círculo (2014), viene la partida hacia múltiples ciudades invisibles a la mirada, pero presentes más allá del mar. Partidas y retornos sin fin. En esta sección podemos encontrar bellísimas parábolas o bien recuerdos que son como fantasmas que hablan al oído, y de pronto el regreso abrupto a la patria de los asesinados y de los asesinos, en donde los mártires caen como frutos de un árbol sin manos que los levanten de la tierra, esa tierra en donde proliferan las voces de los niños y los ancianos, que alberga todos los muertos que todavía agitan la memoria, allí donde florece cada día la partida de quien todavía se ama.
En Medianoche del mundo (2016), de nuevo se presenta lo terrible, la experiencia del exilio, todo lo propio es ya lejano y ajeno, el pasado ha cerrado la puerta al salir, la tierra ha cerrado su puerta al salir, los abrazos han cerrado su puerta al salir, las raíces han cerrado su puerta al salir, sólo queda el lenguaje y ese silencio que fermenta agrio adentro del corazón de quien sufre lo indecible. Allá lejos la patria que es madre y hermana y amante, lejana en una costa que los ojos no alcanzar a mirar. Aquí, esta Edad primera, en donde Galán, maestro en el dolor y en la soledad y en el exilio, mantiene encendida una luz para iluminar al mundo.