Presentamos algunos textos de la poeta argentina Rocío Wittib (Buenos Aires, 1989). Ha colaborado en Cuadernos Hispanoamericanos y en Círculo de Poesía. Administra el blog lifevestunderyourseat.wordpress.com. Actualmente vive en España.
desde hace unos meses vivo con un gato
es peludo y travieso, y dicen que parece un perro
pero yo pienso en ti y no creo que se te asemeje en nada
sin embargo, a veces no me doy cuenta y al llamarlo pronuncio tu nombre
ya sabes, la costumbre y también que de alguna manera siempre te estoy llamando
es evidente que después de dos años no he aprendido a estar sin ti
tenía que irme, me hubiera gustado saber explicártelo
pero si el amor ya es absurdo para las personas
no quiero imaginar lo que será para un perro
a veces intentamos hacer cosas, tener convicciones
seguir algo que llevamos dentro como un impulso
intentamos comprender qué hacemos aquí y mientras tanto
actuamos como si lo supiéramos, necesitamos creer que lo sabemos
porque necesitamos aferrarnos a algo, cualquier cosa, por mínima que sea
nos empeñamos en creer que existe un propósito porque nos cuesta aceptar
que no hay nada, ninguna certeza, ningún lugar a donde ir, ningún sentido
o puede que exista todo aquello y que yo no me haya hecho aún las preguntas adecuadas
no lo sé, ni siquiera me queda ya el amor que aunque es absurdo alivia un poco la vida
no tengo nada y solo puedo decirte que todo lo que echo de menos es no tenerte a ti
creo que el gato se da cuenta o puede que sienta algo de pena por mí, porque me mira
como sabiendo que todo lo que he dejado atrás, algunos días como hoy, vuelve y me condena
el frío helado está matando tu pequeña planta, Helena
ayer la he visto detrás de la ventana, en el balcón y me pareció que agonizaba
no quise decírtelo porque a veces hay que dejar que las cosas mueran
cuando la veas en ese estado es posible que la entres a casa pensando
como pienso yo muchas veces, que las cosas se pueden curar con un poco de calor
tocarás las hojas caídas lamentándote y dejarás la maceta en la cocina
me conmoverá tu gesto y tu esperanza porque me sentiré identificada
sí, yo también hago lo que puedo para sostener la vida en mi pequeño mundo
también veo cómo agonizan las cosas que quiero e intento inútilmente hacer algo
mientras algunos me dicen lo mismo que he pensado yo al ver tu planta
que a veces es mejor simplemente dejar que todo vaya muriendo poco a poco
eso o acabar de matar lo que ya no merece la pena seguir manteniendo vivo
pero para esto último hace falta primero apagar el puto fuego de la esperanza
un fuego injusto y cruel por necesario y por perpetuo, tú me has visto soportarlo
sabes las veces que he luchado hasta la desesperación para poder apagarlo
otras en cambio, puede que la mayoría, me entrego a él y lo dejo arder dentro
quema pero también serena, siempre es así, toda salvación es una trampa
porque no existe ninguna salvación, todo es consumirse, ir desapareciendo
el vicio del fuego es hacernos esperar lo que no llega para volvernos cenizas
es difícil saber hasta dónde es preciso arder y hasta donde morir
pero algún día lo sabremos y entonces habremos aprendido a decir adiós
mientras tanto el frío helado que mata tu planta es ahora para mí una dulce tregua
porque en el fondo si escribo quiere decir que todavía y sin embargo, espero
el sol de invierno entraba por la ventana y derritió los bombones de chocolate
por un momento pensamos que se trataba de un presagio, de la llegada de la primavera
pero entonces Isabel dijo que pronosticaban una fuerte nevada para el miércoles
me detengo en esa dulce imagen: Isabel anunciando la nieve un sábado a finales de febrero
Isabel blanca y azul, como la nieve, como el hielo del Perito Moreno, pero nunca fría
ahí estábamos los tres con nuestras copas de vino comiendo el pescado que habías cocinado
tú la mirabas como quien mira el mar y sabe que le invadirá algo de calma y consuelo
entonces recordé las veces que yo lo he mirado a él de esa manera y pensé por un momento
en las cosas que se pierden cuando uno deja de mirar a los ojos de la persona que quiere
nada más que eso me ha traído hasta aquí, ya sabes, a miles de kilómetros de mi ciudad
solo eso, el poder detenerme de vez en cuando, decirle algo y sentir esa calma al mirarlo
después de todo siempre son cosas sencillas, cotidianas y quizá también algo tontas
las que nos convierten en quienes somos, las que nos unen y nos mantienen en un lugar
por eso aquella tarde que supimos que nevaría seguíamos los tres ahí cuando se fue el sol
tú exponías con gracia tus teorías, me mostrabas sin querer un camino y yo pensaba
no dejes de pronunciar la vida con tus palabras, el mundo es más sincero en tu boca
háblanos de tus recuerdos, lo que has leído y vivido, lo que amas y lo que detestas
Isabel nos contaba lo que sentía dando clases en aquella cárcel y lo que siente ahora,
años después, al pasar cerca y ver ese edificio aislado, y yo volví a pensar hacia dentro
háblanos tú también Isabel, invéntate historias, éste será un lugar mejor con ellas
ayúdanos a olvidar por hoy las penas, que tu cálida voz nos derrita un poco el corazón
yo les contaba algo de una pelea con uno mismo, intentaba explicar que no aprendí a vivir
que algo siempre me hace abandonar y algo también, sin saber por qué, siempre me abandona
entonces supe que estábamos todos un tanto heridos desde hace mucho, tal vez desde siempre
y mientras caminaba de vuelta a casa pensé en la nieve, en la solemne e inútil nieve
en su sencilla y tonta belleza que el miércoles al mirar por la ventana me recordará a él
como quizá a ti te recuerde a Isabel, porque su resplandor nos dará algo calma y consuelo