Poesía Joven de México: Alberto Avendaño

Presentamos una muestra de la obra del joven poeta Alberto Avendaño (Zacatecas, 1990). Es poeta, narrador y traductor. Ha publicado Para cantar bajo la lluvia (Rey chanate ediciones, 2017), actualmente traduce al poeta toscano Cecco Angiolieri.

 

 

 

 

 

 

CANCIÓN DE AMOR PARA LAS NOCHES DE DICIEMBRE

 

Tu cuerpo es la prueba más tangible de que la muerte viene.

Me miraste a los ojos, con ese mirar tuyo de iglesia en llamas.

Tomé tu mano y corrimos boulevard al sur.

Espadas y nieve caían del sueño

mientras la loba hambrienta venía por tus negros huesos,

por tus gloriosos cabellos de espantapájaros.

Loba, tú que alumbraste al ciervo, ruega por nosotros.

La muerte es la prueba más tangible de que tu cuerpo viene.

 

De para cantar bajo la lluvia

 

 

 

 

ACERCA DE LAUTRÉMONT

 

Ciento ochenta y cinco animales nacen

de mi pecho putrefacto, devoran mis sesos

mientras de mi recto salen cabellos.

Hoy por la tarde

esculpí mi loza mortuoria.

Escucho susurros de ánimas petrificadas con brea,

vienen del suelo, de los árboles, del océano.

La noche no termina

y mi propia alma ha comenzado a petrificarse.

Antes de que llegue Venus a mi ombligo

colocaré la loza junto a un mezquite y este poema

será mi epitafio.

 

De para cantar bajo la lluvia

 

 

 

 

 

DECLARACIÓN AMOROSA

 

Levanto mi mandíbula colmada de estrellas

y brindo por tus besos

¿qué besos?

Levanto mi lengua repleta de estiércol

y brindo por tus caricias

¿qué caricias?

Levanto mis manos tomando lirios secos

y aúllo a tu cuerpo

¿cuerpo, dónde?

Levanto mi cráneo lleno de mariposas,

agarro tus hombros y muero en tus labios

¿qué labios?

 

De para cantar bajo la lluvia

 

 

 

 

 

REQUIEM

Para Karen,

que en sus manos escucho el caos.

 

 

Eris, cristal que atraviesa mi cráneo;

canto de iceberg; orilla y desastre,

hoy beso tu mejilla

mientras cuelgo esta cuerda antes del último cigarro.

Dame la fe

para dejar ir el cansancio

entre los viejos huesos

que decoran la cómoda.

Busco consuelo

en la caída del esperma

sobre tu vientre, madre de piedra, ídolo mutilado.

 

 

 

 

 

DESTINO

 

Volveré sobre los demonios de la noche

y te salvaré de lo dura que es la vida

atravesaremos el espejo guardado en los cajones de la nada

y tu cuerpo será mi estandarte.

Una medalla; olvidarás mi nombre

aún escrito sobre piedra y oculto en el cofre de oro,

la noche será fría y las fieras llamarán a tu puerta.

Qué terrible es la madrugada,

tus manos se endurecen

y tu voz se pierde con los ruidos de animales heridos.

Una música gélida viene de nuestros pasos

y los pájaros nos vigilan

parados sobre el espejo que estuvo guardado en los cajones de la nada.

 

 

 

 

 

NOSTALGIA

 

Un suspiro bajo tierra.

Donde la huella del presagio cortó los cabellos de mi alma,

he ahí la epopeya del recuerdo

que jala las cadenas del último vagón

prófugo de alas del amanecer.

El cadáver de la memoria

divide veredas

que ahora están a oscuras bajo los arboles

como olas que separan himnos de sollozos

y horizontes de crepúsculos.

 

Veo la noche desde mi balcón.

El umbral de la historia;

exhibición de la tumba en donde caerán los tiesos dorsos

como pétalos secos sobre fotografías mojadas por el llanto.

Coronada de alcatraces la tórtola tragajaulas nos espera

sobre una estrella caída en las arenas de la nostalgia.

 

La luna, vómito de la noche,

nos arrulla con suspiros

en los túneles del espectro de la nada.

Clarines y tambores para no olvidarte,

 

 

 

 

 

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