Poesía joven de Costa Rica: Andrés Ruiz

Presentamos una muestra del poeta Andrés Ruiz (Guanacaste,Costa Rica 1993). Ha publicado poemas para la revista Ikaro (Costa Rica) y para la revista El Bodegón Literario (USA). Actualmente dirige los colectivos Club Literario Bagatzi y Club Literario La Fortuna, donde se dedica al fomento y difusión de la lectura en las zonas rurales de Costa Rica.

 

 

 

 

Me tardé una lluvia para olvidar

ahora tengo charcos

y ojalá la enormidad de estas paredes

se lleve el cromatismo de esos ojos ventanales

que hacen soles en mi cara.

Ahora leo absurdos, de todos modos

en esta hora tan anémica los parpados se caen

que importa lo que amanezca en mis ojeras

mañana no habrá café que me levante.

 

 

 

 

Se me atoran en la garganta

los pájaros enjaulados

cuando hablo de libertad

y, sin embargo

me columpio en sus silbidos.

La onda sonora de sus cantos

corroe en mi lengua

como arterias derramadas

hasta puedo sentir sus náuseas en mi boca

al reflejarse nuestros ojos

Seguramente tendremos

muertes parecidas.

 

 

 

 

El claxon de auxilio

no se oye a lo lejos.

Aquí los niños

caminan reversos

aman la selva

porque nunca han salido

Sus rostros mohosos

sonríen salvajes.

 

 

 

 

Las aves del bosque

traducen el humo como señal de peligro

malgastan sus alas en vuelos de escape

y revientan convulsas contra las vidrieras.

Los pájaros no advierten transparencias

y el cielo es muy estrecho para mis ventanas.

 

 

 

 

Porque he visto los cuerpos celestes

reflejarse en otras corneas, puedo decir que al resto

nos tocó agujeros negros.

Ya estoy harto de tantos ojos claros dislocando mis espacios

las flores más bonitas también crecieron en los charcos

y tienen colibríes polinizándoles el néctar

a mí las moscas me eligieron

para poner sus huevos.

 

 

 

 

Puede suceder que la inercia póstuma a la acción

resulte inversa al objetivo.

Para protestar contra la lluvia

habrá que podrirnos los pies

caminando por sus charcos.

Buscar el sol hasta insolarnos la mirada

y llorar canciones que resequen la garganta.

Como el guaco que grita sus sequias por las noches

y se viste de ruiseñor por las mañanas.

 

 

 

 

Voy a quemar los bombillos

para brillar en tono oscuro.

Los tediosos cromatismos habituales

aparecen con la noche.

A veces me asusta apagar la luz

porque no puedo ver mi sombra.

Y, sin embargo, el sol

puede llegar a ser hermoso.

Siempre y cuando

no me alumbre

los albores.

Es que yo

solo disfruto las auroras

que amanecen en tus ojos.

 

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