Presentamos una muestra de la poeta Sara Montaño Escobar (Loja-Ecuador, 1989). Licenciada en psicología general. Poemas publicados en las revistas digitales de México, Argentina, España, Colombia, Ecuador y Venezuela. Colaboradora de la revista hispanoamericana Liberoamérica. Forma parte de las antologías Sensaciones oníricas (Municipio de Loja, 2017), Liberoamericanas, 80 poetas contemporáneas (Liberoamérica, 2018), Exilio y otros desarraigos (Letralia, 2018), Pasaporte (Dadaif Cartonera, 2017). Ha publicado la plaquette de poesía Génesis de ausencia (Vizcacha, Loja, 2017).
Mi mente es
un cuadro minimalista
un niño con los ojos sin pupilas
manos abiertas
y un cinturón enorme en su torso.
Señor psicoanalista, no lea esto.
No quiera convertir mi pasado
en incesto
en traición
en viga que un elefante rosado eleva hasta las nubes
para que todos vuelen.
Porque yo volé, señor psicoanalista,
en los brazos de mi padre
yo fui pañuelo en sus pies
y líquido amargo
que aún corre por mis ojos.
Y todos los cinturones a esta hora aprietan mis senos
Y todos los silencios somos mis hermanos y yo corriendo
hasta convertirnos en polvo en la olla de sopa.
Porque ya le dije, señor psicoanalista
ni madre siempre fue sabia
nos daba de comer su tristeza
¿Y su padre? Dirá usted,
y yo callaré
y contemplaré en mi memoria
a un hombre que nace del único órgano
que aún me duele.
Contemplaré el vacío en cada rostro
llamaré fuego a cada hombre
y jamás amaré a ninguno de ellos
porque nunca tuve corazón.
Señor psicoanalista
nací muerta
y solo quiero su leche
para confirmar mi idea del amor
y todas sus carencias.
Pero nada importa…
A esta hora todos duermen y yo construyo falos de tierra y los hago semidioses
¿Usted ha visto que todo gira en torno a esto?
Las mujeres de la publicidad, la comida light, el evangelio.
Siga fumando y yo reiré con la angustia cortopunzante de haberlo entendido todo precozmente.
Precozmente fui mujer en un campo de flores, en donde niños exiliados corrían detrás de las montañas y volvían convertidos en tristes hombres.
Precozmente miré mis muslos cubiertos de una mancha rojiza y mi madre lloró por mí
y yo jamás entendí su llanto
hasta que,
recostada en una cama
entendí que el amor sería mi pubis y todas sus devoluciones.
Precozmente mi sangre y su génesis.
Precozmente una manada de hombres depositó
su semen en mi vientre
Y yo lloré la herencia estéril del amor no correspondido.
Mi cuerpo viaja en la sopa de fideos de un hombre
que pide la cuenta en un prostíbulo…
¡Cuerpos, que lluevan cuerpos que nos cubran de esta desnudez de ojos!
de esta precariedad del alma.
Que los fideos nos silencien cuando estamos amando de manera precipitada
a un hombre que solo nos mira como un número
una cuenta
una vagina que debe abrirse
como un párpado que soñó algún día
amar…
Amar
amar
amar
Repito esta palabra para huir de esta casa.
Amar
Los niños me levantan la falda.
Amar
Un hombre termina dentro de mí y yo sigo lloviendo desde adentro
Amar
Mi cuerpo viaja en un maletero
Amar
Me he perdido de las manos de mi padre
Amar
Tengo quince años y el pene de un hombre sabio me domestica a su regazo
Amar
Mi cuerpo debe cortarse la redondez para tener posibilidades de unión.
Amar…
¿Amor?
Señor psicoanalista
tóqueme el lugar del que todos se han llenado
donde solo hay una grieta
una grieta que tiene mi nombre
una grieta que se desvanece cuando alguien intenta construirla.
Señor psicoanalista.
tó-que-me
para que mi vida tenga una posibilidad de ser.
Tóqueme antes que el espejo me mire
y yo
deba buscar mi rostro abandonado a la ausencia.
¿De qué tengo miedo?
De qué estoy huyendo
si nadie me sigue.
Si soy una cuerda suspendida en estado de coma.
Si soy tan pequeña que me pregunto aún
¿existo?
Mi cuerpo mi
edad utensilio para devorar-mi
salvación -debí decir tuya mi
enfermedad para huir mi
designio y la voluntad mi
canto para no dormir mi
cabeza en tu boca ni mi
madre debió decir tuya mi
única enseñanza no mi
amor.
Debí decir mi
vida es la patria de mi
muerte.