Ko Un (Corea, 1933) estará en México. Entre el 20 y el 23 de julio, leerá poemas para la celebración de los diez años de Círculo de Poesía en el marco del Encuentro Internacional de Poesía Ciudad de México (Mexico City Poetry Festival), la propuesta y curaduría de Círculo de Poesía en Di/verso. Encuentro de Poemas que organiza la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México.
Ko Un perdió a su familia durante la guerra de Corea y también a su primer amor. Ingresó en un monasterio budista para finalmente desvincularse debido a la sistematización de la fe. Activista social, fue varias veces encarcelado y torturado por el régimen de su país. Es un asiduo candidato al Premio Nobel. Círculo de Poesía Ediciones, a través de su equipo de traducción, publica este julio de 2018 una antología de poemas de Ko Un. Presentamos, como un adelanto del libro, dos textos en versión de Andrea Rivas.
Dos ciegos
En Changmi-dong, Kunsan,
varias personas ciegas viven juntas,
varias personas ciegas que son buenas con los masajes,
felices juntas.
Si llega una llamada para que uno vaya a una posada,
un hombre mayor lleva a una joven
y juntos toman los bastones,
es una ruta familiar, incluso si no pueden ver,
porque la toman todo el tiempo.
Sus bastones apenas tocan el suelo.
Ese hombre ciego no es su padre, ella no es su hija,
pero las relaciones adoptivas entre ellos son firmes.
La que usa lentes oscuros y no
tiene miedo a la lluvia, es la hija.
El que tiene los ojos abiertos, sin ver una sola cosa,
guiando el camino, es el padre.
Cuando no hay nadie
hablan en tonos bajos
y ríen: cosa que de otro modo no hacen.
En medio de toda la perversidad del mundo
hay bondad también:
incluso la oscuridad puede ser una bendición.
Byeong-Ok
Nació ordinario,
empezó a trabajar a los cinco años
tenía que trabajar con su padre.
Cuando llegó el otoño,
fue a los arrozales a cazar caracoles de barro,
fue a los amplios arrozales,
como su madre le dijo que hiciera.
Era divertido
la mitad del día cazar caracoles,
divertido alejarse del penoso trabajo.
Byeong-ok,
tan hábil atrapando caracoles de barro,
murió al beber agua de lejía por error.
Ningún niño del pueblo conoció su tumba.
No hubo sepultura para niños, ni funeral para niños, solo nació y murió.