Dentro de la columna Camisa de once varas, Édgar Amador continúa con la sección de Poemas para beber en el Starbucks. Ahora ensayando sobre la poesía amorosa de Paul Éluard.
Poemas para beber en el Starbucks: un piropo surrealista de Paul Éluard
En la dulce poesía de Paul Éluard no se adivinan las dos guerras mundiales que marcaron su vida; la cauda de enfermedades que lo aguijonearon siempre; la pasión y el abandono de Gala, quien lo dejó por Salvador Dalí; la resistencia a los nazis; su equivocada militancia en el partido comunista; su lucha en el frente armado.
Paul Éluard es el seudónimo de Eugène Émile Paul Grindel, para muchos, el mejor poeta del movimiento surrealista, y una de las voces mas hermosas de la poesía.
Sus poemas son uno de los mejores ejemplos de cómo convertir una pasión en canto. Cómo al final de cuentas lo que queda son unas cuantas palabras, y cómo hacerlas decir algo que valga la pena.
Este poema es uno de los mas conocidos de Éluard, y al español se han vertido varias traducciones, entre ellas una, perfecta, de Octavio Paz.
Los dos primeros versos bastan para hacer un poema: la mujer y el agua se confunden, son lo mismo. Imágenes del subconsciente, sensualidad y elementos. El poema es un cortejo, un piropo difícil de igualar.
Paul Éluard era un poeta peculiar: era popular, leído por el público, y fue también un poeta leído y seguido por los poetas. Sus poemas son a la vez canciones ligeras y complejas estructuras verbales.
Como esta maravilla.
Te yergues el agua se despliega
Te acuestas el agua se distiende
Eres el agua que regresa de sus abismos
Eres la tierra que echa raíz
y sobre la que todo queda
Haces burbujas de silencio en el desierto de los ruidos
Cantas himnos nocturnos sobre las cuerdas del arco iris
Estás por doquier, aboles todas las rutas
Sacrificas el tiempo
a la juventud eterna de la llama exacta
que vela la naturaleza al reproducirla
Das al mundo, mujer, un cuerpo siempre parecido
el tuyo
Eres la semejanza