Presentamos algunos textos de la poeta argentina Ana Wajszczuk (1975). Vivió casi una década en argentina y se dice que abandonó la poesía. Es periodista y editora. Publicó Trópico Trip (Ediciones del Diego, Buenos Aires, 1999) y El libro de los polacos (Algaida, España, 2004). En 2017 publicó el libro Chicos de Varsovia, que documenta el alzamiento contra los nazis el 1 de agosto de 1944. Estos poemas fueron antologados en Poesía ante la incertidumbre. Antología de nuevos poetas en español (Visor, España, 2011).
STEFANÍA, 1939
I.
No dejes que me llueva dentro,
dijo al despedirse
le dijo a Dios, tal vez, esas palabras
porque su madre no escuchó de ella ni una queja
ni un suspiro.
Ese día en Warszawa, octubre, 1939
el temporal bajaba por las calles,
sin detenerse
Y ella tenía su maleta lista,
su abrigo negro
y sabía que vendrían los soldados.
Pero no sabía lo de la lluvia,
para esas cosas no estaba preparada.
2
Eran cinco
Agnieszka Halina Olga Ewa Stefania
en esa foto
tomadas del brazo.
Domingo, seguro.
Día de cine
en la calle transversal.
Trece años, o catorce:
el cabello marcado con bigudíes,
el distintivo de las szkola
los vestidos almidonados
como todas las muchachas de Warszawa
antes del levantamiento y del servicio diario
de trenes a Dachau.
Antes de que
fusilaran a Agniezka contra la pared de su cuerto
y reclutaran a Olga para coser heridas en el Hospital Nacional
antes de Halina enferma de tifus
Ewa escondida con su tía en la granza de Zamosc
y Stefania en un convoy a Siberia
escondiendo la foto
en el bolsillo interior de su abrigo negro.
STEFANÍA, 1943
Y en el Líbano era encierro
hasta las cinco de la tarde:
no podía salir a la calle
sin que el sol la abrasara
llegaban los extraños vientos
y el vendaval de polvo levantando murallas
en los ojos
y en la comida y en la garganta
el polvo
del color de esa gente morena
lastimaba su palidez
imposible escapar
de la respiración implacable del desierto
mejor cerrar los ojos
y los labios,
dejar pasar los vientos ardientes
como antes la nieve
barrida por el temporal de la estepa
pensó que era pecado
en el calor enloquecido
recordar el paisaje del hielo
y lloraba
porque toda la tierra
le era inhóspita.
STEFANÍA, 1999
Hablaba varios idiomas
polaco, español, lituano,
alemán, latín, inglés,
apenas pudimos decirnos algo
en todos estos años
hay un mesa entre nosotras
aquí sentamos todo lo que de ambas no sabemos
tengo un diccionario
hiszpansko-polski
una guía turística
de lugares que no sé pronunciar el nombre
ella está sentada
al borde de sus últimos silencios
y pienso en algo que pueda unirnos:
lo lejano que se siente
lo que no puede decirse, tal vez
o que a ninguna
nos hayan servido de nada las palabras
pero no encuentro nada para decirle
y ella guardó para sí lo impronunciable.
Ahora casi no habla
en ningún idioma
dice que todos los ha olvidado
dice que el dolor es en polaco
y todo lo demás sobrevivencias.