Juan y los Murmullos, de Cristina Rentería Garita

Presentamos una muestra de Juan y los Murmullos, libro de minificciones de Cristina Rentería Garita de la narradora mexicana Cristina Rentería Garita. Fue seleccionada para participar en la actividad “Cuatro Editores en Busca de Autor” del Festival Eñe (Madrid) y fue incluida en la antología Anónimos, en el marco del Festival Internacional de Poesía Cosmopoética (Córdoba); fue reconocida como una Incunable (Joven talento inédito) por la revista Skeimbol; y publicó en el número dos de la Revista TALES, dedicada exclusivamente al cuento. En 2016 fue una de las tres finalistas del prestigioso concurso de literatura de terror “Se Buscan Hijos de Mary Shelley” (Madrid). En 2018 obtuvo la Mención Honorífica en el Premio Nacional Dolores Castro (México), con su primera obra Oír con los Ojos. Es columnista del periódico Tribuna Feminista (Madrid) y ha publicado textos de análisis literario. Actualmente cursa el Doctorado en Educación especializándose en Literatura Comparada México-España.

 

 

 

 

 

 

Juan y los Murmullos

por Cristina Rentería Garita

 

Juan y los Murmullos es un libro de 68 microrrelatos, o una novela contada en capítulos cortos, como quiera verse. Se vertebra a partir de Juan Rulfo, su vida y su obra “Pedro Páramo”, de ahí el número de micros o capítulos, uno por cada año de vida del autor. En Juan y los Murmullos existen 4 tiempos-espacios simultáneos contados en presente: el del propio Rulfo, el de los Murmullos (seres que viven en él porque son parte de él), Comala y sus ánimas y el de Juan Preciado, que es tanto observador de Comala como creación y compañero de Juan Rulfo. Los momentos relevantes en la vida literaria y personal del escritor están indicados con el año real aproximado en el ángulo inferior derecho del cuento en cuestión, siendo de los más significativos, la publicación de El llano en llamas y de Pedro Páramo, en lo profesional, o la aparición de Clara, su esposa, en lo personal. El alcoholismo también queda reflejado como parte del universo personal y literario con el que el autor tuvo que lidiar a lo largo de su vida. En este fragmento, se presentan algunos de los textos relativos a Juan Preciado. Uno de ellos, 48, obtuvo el Premio “Día de Muertos”, otorgado por la plataforma literaria Zenda.  

 

 

2

Hace tiempo que se acabaron las cosechas, todavía se oye el aire tibio entre las hojas del arrayán. El cartero toca la puerta. Sus nudillos levantan polvo en la madera seca. Como si el tiempo no hubiera pasado, Eduviges extiende la mano. 

-Ah, es de mi comadre Doloritas. 

El cartero sonríe, tímido. Eduviges repasa su cara tiznada de tiempo, sus pantalones rotos de tanto y tanto cruzar el olvido. Ha esquivado bandos durante la Cristiada, negociado con los contrarios: sólo le cortaron la lengua.

-Su hijo Juan viene de visita…

El aire se cuela por la puerta, alborotando el aroma rancio de las flores de obelisco metidas entre los recuerdos. El cartero sonríe sin mostrar los dientes, recoge el costal en el suelo, cruza el puente y sube la calle. Voces lo llaman, le mendigan noticias, besos olvidados; un telegrama, cualquier noticia.

El cartero saca otra carta del costal. Desaparece con el reflejo de la tarde.

 

 

7

Juan Preciado divisa un bulto negro.

-¿Eres el Diablo? –pregunta. 

ablo… ablo, escucha por la calle.

-No, Juan Preciado, soy Damiana Cisneros.  

Él se acerca. 

-Quítate el rebozo de la cara, que podrías ser cualquier gente. 

ente… ente.

-No quiero. Me he puesto muy fea… 

-¿Pero qué te ha pasado, Damiana?

ana… ana.

-Los remordimientos, los puros remordimientos del niño que dejé de amamantar. Oigo su risa detrás de las puertas, escondiéndose en los rincones, haciéndome maldades. 

Juan Preciado presta oídos. ana… ana, ablo… ablo, ente…ente… Sus ecos diferidos, descompasados, resuenan sin cesar como en un mundo de espejos.

-Ignóralos, que no te enloquezcan. 

ablo… ablo, ana… ana, ente… ente…

Juan Preciado se acerca a Damiana a Cisneros. Mira alrededor de su cuello un surco profundo, rosa como la flor del obelisco.

-Es mi recuerdo del alivio -dijo cubriéndose con el rebozo. 

Juan Preciado besa la herida. Damiana se desmorona hasta que, en su lugar, sólo queda el rebozo y, debajo, un alacrán transparente. 

 

 

 

25

Juan Preciado arrastra los pies sobre el suelo de Comala. La tierra se alborota y deja al descubierto surcos, heridas. Aquí es donde dejó de llover, oye. Sigue de frente, aquí es donde Pedro Páramo desvió el caudal para llevarlo a sus parcelas. A cada paso, una voz nueva, aquí es donde las lágrimas se han secado, aquí donde el sudor de los azotes se ha hecho sal escamada

-Tu piel sigue nueva, Juan Preciado- siente una mano tocarle la mejilla.

-¿De quien no ha sufrido?

-Del que acaba de llegar.

 

 

 

48

-¿Juan Preciado? –preguntó Fulgor Sedano- Tengo algo para usted.

Juan Preciado lo miró como si no existiera, sin mostrar respeto por las autoridades de la tierra. Fulgor Sedano puso su cuerpo frente a él y procedió a la lectura del telegrama.

Juzgado No, 401. Comala, 26 de enero. 

Por disposición Numeral 32 Fracción 6, Ley México del 14 de febrero de 1915, habitantes de Comala solicitan cese acoso sobre ella y su silencio. Vecinos muy afectados, sin intimidad ni sosiego por visitas intempestivas del Señor Preciado. Impunidad de almas olvidadas vagando por las calles. Dispóngase así, orden de alejamiento de Comala en contra de Juan Preciado so pena de artes, desaventuras y hechicerías negras. 

Fulgor Sedano terminó la lectura, enderezó el espinazo y dijo: 

-Está usted enterado.

Juan Preciado lo miró a los ojos y, tranquilo, respondió: 

-Si alejarme quiero, lo que no hallo es la salida. 

 

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