Entrevista a América Merino sobre la traducción de Antonia Pozzi en Chile

Presentamos una entrevista que le hizo Renata Burón a América Merino por la traducción de la poeta italiana Antonia Pozzi. El libro, Y serán las estrellas, se publicó apenas unas semanas en Ediciones El Trueno.

 

 

 

Debemos conservar nuestro compromiso con la revolución

Entrevista a América Merino

sobre la traducción de Antonia Pozzi en Chile

 

Por Renata Burón

 

Hace un par de días, la escritora América Merino presentó en la Feria Internacional del Libro de Viña del Mar (Chile) la plaquette de poesía Y serán las estrellas, de Antonia Pozzi (Ediciones del Trueno, 2020). 

Nacida en Viña del Mar, América Merino cuenta con una formación académica en Ciencias e Ingeniería, aun así, ha destacado como poeta y actualmente como traductora. En 2019 formó parte del equipo de traducción del chino al español del libro “España mía, Portugal mío”, del poeta Huang Yazhou, que se publicó simultáneamente en China, España, Portugal y Chile.

Con presentaciones de su libro de poesía Fractales en diez países, hasta ahora, y la traducción de parte de su obra a cinco idiomas, hoy en día prepara su nuevo trabajo poético, al mismo tiempo que comienza a insertarse en el mundo de la traducción literaria.

Antonia Pozzi fue una poeta, viajera, alpinista y fotógrafa que desafió los cánones de su época. Nació en Milán, en febrero de 1912, dejando más de trescientos poemas totalmente inéditos, los que fueron reunidos por su padre y publicados póstumamente bajo el título de Parole (Palabras), libro que más tarde llegó a manos de Eugenio Montale —quien recibiera el cuarto Premio Nobel de Literatura para Italia en 1975— y, luego de quedar deslumbrado por la poesía de Antonia, decidió escribir el prólogo de la tercera edición que publicó la Editorial Mondadori. De esta forma, situó el nombre de la autora en el escenario poético europeo.

Actualmente, Parole se encuentra traducido al alemán, francés e inglés, sin embargo, existen pocas traducciones de sus poemas al español, de hecho, la mayor selección de textos traducidos fue realizada en Madrid en 1961, a pesar de la importancia y gran influencia que produjo esta obra. Por esta razón, América Merino decidió rescatar a Antonia Pozzi de la invisibilidad y convertirse en la primera traductora de su obra en Chile.

 

Por favor, cuéntanos, ¿cómo llegaste a traducir a una poeta italiana de la cual no se tenían noticias en nuestro país?

Siempre me ha gustado mucho la poesía italiana. Recuerdo que hace varios años leí un verso que decía “busco un país inocente”. Ese verso me golpeó, aparecía como epígrafe en el poema de un amigo. Cuando me comentó que era de Ungaretti, empecé a leer todo sobre él; llegué a traducir algunos poemas suyos al español, pero nunca los publiqué, porque tenía la impresión de que todo el mundo ya lo conocía. Luego seguí leyendo a sus contemporáneos, comúnmente me sugerían lecturas de excelentes escritores y poetas, pero nada sobre alguna mujer, entonces decidí investigar por mi cuenta. De esta forma conocí el trabajo de Grazia Deledda, Alda Merini y Antonia Pozzi. Quise profundizar en la poesía de Antonia, en primer lugar, porque me sentí atraída por su historia, sus convicciones y, especialmente, por los intereses que ella tenía y sentí que coincidían bastante con los míos.

¿Cuáles serían estos intereses?

Considero que muchos y muy diversos. Por ejemplo, Antonia mantuvo un fuerte compromiso social hacia su pueblo, que había quedado destruido después de la Primera Guerra Mundial. Ella solidarizó con las familias que se vieron afectadas por la crisis que se produjo en Italia en aquella época. Se enfrentó al régimen de Mussolini y se opuso al fascismo. Si hacemos una analogía con el caso de Chile, sabemos que hoy vivimos en una estrechez y precariedad que llega al límite de lo insoportable, nuestro país se encuentra sumergido en una configuración tanto política como económica que ha llevado a empobrecer a la gran mayoría de sus habitantes en función de la maximización de los recursos de una minoría privilegiada. Es por esto, en resumen, que rescato el ejemplo de Antonia y pienso que debemos conservar nuestro compromiso con la revolución que se comenzó a forjar en Chile a partir del 18 de octubre, para recuperar el derecho de vivir en un país más justo.

Antonia solía viajar mucho, ¿consideras que éste sería también un interés en común, tomando en cuenta tus presentaciones en el extranjero?

Sí, Antonia solía viajar mucho y era amante de la fotografía. Actualmente esto es algo más o menos común, pero ella vivió hace 100 años, un momento en el que era bastante inusual, más aún si eras mujer y habías nacido en una familia conservadora. Antonia se interesó en las artes y la cultura de lugares lejanos, por eso siento que también coincidimos. De la misma manera sucede con la fotografía, una disciplina que valoro y me apasiona mucho, en la que más adelante espero profundizar.

Antonia aprendió varios idiomas y se fue a vivir sola a otros países, pero siempre regresaba a Pasturo, un pequeño pueblo situado frente a Los Alpes. Ahí produjo gran parte de su obra fotográfica y, al ser publicada años más tarde, fue descrita como “poesía en imágenes”. Muy pocas personas tenían una cámara a principios del siglo pasado, era algo carísimo, difícil de conseguir, pero su familia pertenecía a la aristocracia, así que tuvo la posibilidad de comprar una. También aprendió a realizar los revelados. Antonia nunca dejó de tomar fotos ni de escribir.

Al no existir el suficiente material de estudio en español sobre Antonia Pozzi, ¿cómo te interiorizaste en su vida para abordar la traducción poética de manera fiel?

Aprendí italiano en la universidad, en un ramo optativo que tomé con una profesora nativa. Un tiempo después, tuve la oportunidad de recorrer varias ciudades de Italia con una amiga y practiqué un poco. Al contar con esta formación en el idioma, fui aceptada en el Programa de Literatura del Istituto della Lingua e Cultura Italiana Galileo Galilei, en Florencia. El año pasado obtuve una beca del Fondo del Libro, del Ministerio de Cultura, entonces pude cursar el programa de estudios sin problemas.

En Florencia tuve un excelente profesor, Stefano Rosi, de quien siempre me sentiré muy agradecida por la gran dedicación que distinguí en su enseñanza. Dentro del programa, yo podía elegir a tres autores para especializarme, así que escogí a Dante, Ungaretti y lógicamente Antonia Pozzi. Fue una gran experiencia, sobre todo, porque podía aprender sobre la vida y la obra de grandes escritores mientras recorría la tierra donde nacieron. 

¿Cómo dialoga tu rol de poeta con tus traducciones?

Siento que recluirse en un idioma que no es el propio, ayuda a distinguir mejor esas pequeñas islas, que representan la poesía en medio del océano infinito de silencio (parafraseando a Zurita). Lees con mayor cuidado, con mayor detención. El ritmo y la musicalidad del poema se deben transferir desde un idioma a otro conservando la misma nitidez o la misma oscuridad, según la intención del poeta. La sensibilidad no basta para traducir, debes conocer a cabalidad el contexto que circunscribe al escritor. Al traducir, trato de volverme invisible, así espero que el lector, cuando se enfrente al poema, lo perciba como si hubiese sido escrito en su propio idioma y no se “note” que es una traducción. Creo que de esa forma dialogan mis roles, al conservar la mirada poética y creativa sobre el texto, siempre.

¿Cuál de tus presentaciones consideras que corresponde a la que de mayor manera ha impulsado tu carrera como escritora en el extranjero?

Siempre me llevo algo de cada país en el corazón. Sería difícil nombrar sólo una presentación, porque cada una ha sido muy significativa, aunque siento que México ocupa un lugar especial, fue el primer país que conocí, es donde más amigos tengo y me han invitado varias veces a distintos eventos literarios. Cuba también es muy importante para mí, ahí estuve en el Encuentro de Jóvenes Escritores de Iberoamérica y El Caribe, hace un par de años. También destaco las presentaciones más recientes que he tenido: en Nueva York, en la Universidad de Oxford y la Università degli Studi Guglielmo Marconi, en Roma. Lo que me hace mencionar estas presentaciones, en particular, son las personas que conocí. Desde mi perspectiva, eso es lo más importante en un viaje: leer nueva poesía de latitudes tan distantes es algo enriquecedor, pero son las personas que conoces, las relaciones de amistad que nacen y se mantienen a través del tiempo, lo verdaderamente maravilloso de un viaje.

Para finalizar, me gustaría saber cómo consideras que tu traducción contribuye en la lectura de Antonia Pozzi.

Espero que mi trabajo pueda contribuir a una lectura honesta de su obra poética. Los textos que escogí poseen aspectos sorprendentemente actuales, aunque fueron compuestos hace ya un siglo. En este sentido, pienso que los lectores tendrán la oportunidad de explorar dimensiones conceptuales y emocionales a través de la sensible lucidez de Antonia. Trabajé uno a uno los textos procurando revelar un orden intrínseco, que no se apega al orden cronológico, sino más bien a una clave que describe cómo el tejido de su escritura se va haciendo cada vez más denso. Antonia habla sobre nosotros y sobre el mundo, pienso que su visión es trascendente, absolutamente necesaria de conocer.

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