En esta nueva entrega de Poema para leer un viernes por la tarde, recordamos al poeta, ensayista y editor mexicano Alí Chumacero (1918-2010) con su poema Vencidos, tomado de Amor entre ruinas. Poesía amorosa reunida con selección y prólogo de Dionicio Morales y en la edición de Mario Bojórquez (Conaculta-Cecut, 1999).
Alí Chumacero
(Acaponeta, Nayarit, 1918-2010)
Alí: Árabe, de la misma raíz semítica al- o el-, de la cual procede el nombre de Dios en hebreo, El y el Allah árabe. Alí es «alto, excelso, sublime, elevado».
Chumacero: port. Chumaceira, chumaco, «colchón», lat. Plumacium, pluma, «por las plumas que lleva el colchón»: «pieza de metal o de madera, con una muesca en que descansa y gira cualquier eje de maquinaria».
Probable significado completo: Sublime pieza en que descansa y gira el eje de una maquinaria.
(Interpretación onomástica de Mario Calderón aparecida en El oro ensortijado, Ediciones Eón, 2009.)
(Ácatl, Pon Etl: “Allí donde la mata del frijol se enreda con las cañas”).
Autor de una obra esplendente y discreta, tres títulos básicos son su bibliografía: Páramo de sueños (1944), Imágenes desterradas (1948) y Palabras en reposo (1956). Recupera los elementos característicos de la estética de Contemporáneos: el sentido superior de idea, imagen y sonido; el uso decantado de la silva con sus combinaciones métricas de heptasílabos, eneasílabos, endecasílabos y alejandrinos; la celebración del amor desdichado. Su obra poética ha sido el vínculo con esa generación de la primera mitad del siglo XX y ha permeado su ejemplo a lo largo de toda su segunda mitad. El silencio de su voz poética apenas fue roto en dos, tres ocasiones, con algún nuevo poema de elaborada factura. Se cumplieron más de sesenta años de su última publicación y su poesía continúa en vigencia deleitando al lector del siglo XXI.
MB
VENCIDOS
Igual que roca o rosa, renacemos
y somos como aroma o sueño tumultuoso
en incesante amor por nuestro duelo;
fugitivos sin fin que el rostro guardan,
mudos cadáveres precipitados
a una impasible tempestad;
y morimos en nuestras propias manos,
sin saber de agonías,
caídos descuidados al abismo,
a través de catástrofes en nuestro corazón dormidas,
así tan simplemente, que al mirar un espejo
hallamos dentro sombras silenciosas
o una paloma destrozada.
Porque nada delata que existamos
en esta soledad del pensamiento,
y el olvido desciende hacia la tierra
como un equívoco de Dios,
dormida imagen donde en sueños
se martiriza por saberse bello;
porque es inútil la embriaguez
que nos cubre de olvidos contra el mundo
cuando es la lentitud
y el sentirse arrojados sobre el lecho,
como el cesar y el impedir,
lo que alimenta nuestro amor
y el incansable continuar entre los hombres,
del dolor de la carne enamorados.
Igual que rosa o roca:
crueles cadáveres sin agonía.
Alí Chumacero
de Amor entre ruinas. Poesía amorosa reunida (Conaculta-Cecut, 1999)