Poesía mexicana: Nora Abad

Presentamos una muestra de Nora Abad. Es estudiante de Lingüística y Literatura Hispánica en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Ganó el segundo lugar en el XIX Premio de Filosofía y Letras en la categoría de poesía.

Esta colaboración fue seleccionada en la Convocatoria 2020.

 

Incidentes cotidianos

I
Invocación

Tú, que me ocurriste cada mañana 
Que sucedías tarde tras tarde 
Como la lluvia a la tierra 
Pretextando fertilidad
Tú, inevitable Leviatán  
Ocurre lejos de mí 
Ocúrrele a alguien más
Permite este pensamiento egoísta 

 

 

II
Loza y cristalería

Harto de la tiranía de mis manos 
se deslizó al suelo
Dispuesto al campo sembrado de sus esquirlas  
Aceptante satisfecho de la falta de forma y propósito 
Quizá tembló un instante antes 
al escuchar el premonitorio sonido
eco de mis dedos expertos en dejar ir 
de una lluviacristal  
Nadie muere en tan melódica muerte

Algo menos elegante salido de mi boca
honra su partida 
Y una palma culpable ahoga el sonido   
Tintinea su despedida el antes odre 
mientras una gota de sangre cae de mi dedo
Índice herido de incertidumbre 

 

 

III
Historia

Huimos de tal manera de nuestro cuerpo
Que acabamos refugiadas en el cuerpo de los otros
Caímos como insectos sobre su piel 
Y así fuimos desechadas 
Nos rendimos
Como animales marinos a la corriente 

 

 

IV
Conozco el dolor

Conozco el dolor
Y conozco tus manos
Instrumentos del tiempo para persistir

Anidada en la octava costilla la duda
Te ofrece la otra pálida mejilla
Culmen de tus domésticos logros

Los peces de tu boca arrojados
Tiritan de aire en la brasa apagada de tu noche
Ya era antigua su ira antes de mí
Ya era polvo el polvo de tu boca

¿Cómo alcanzar lo que se fundió en tus venas
de tarde en tarde la casa
que no fue tuya fue del miedo?

Acallamos la orquesta de Dios con nuestras quejas
Y me desgaja lo brutal de tu silencio
Cuando me pintas de furia la piel 

El puño en que guardas mis expresiones
De dolor y regocijo
Contenida la sonrisa y la ceniza en la misma palma

Sucias en su inutilidad
Retraigo las uñas
No reconozco ni mi propio cuerpo
Si aún me contiene…

La bestia que agita las hojas de mi angustia
Sólo la veo yo
Los estorninos la conocen por mi canto

Camino contigo palpitándome en las planta
Recordatorio vulgar del entendimiento antiguo
Alarma del porvenir

Arrastrando la violencia por los tobillos entonces
Puedo seguir
Libre de la carga que oculta tu cama

Conoces el dolor
Y conoces mis manos

 

 

V
Aquiles

Oh, Aquiles
El de los poderosos brazos
El de la varonil mirada
El de la voz bravía 
adornada de acentos repetidos en el oído
compartidos como el libro sagrado de su raza
la divina palabra
el divino toque
trocado en angustia
Arrastras las aguas de tu infancia sumergida 
llevas el hades trenzado 
en mi cabello 

Oh, Aquiles
El del corazón hollado por mis uñas
El del pecho abierto por mis dientes
El de la sangre pintada en mi boca
El de la fuerza derramada en el linóleo de mi cocina
Oh, Aquiles
vástago de la venganza y la ira 
Aquiles te llamabas todas las noches
Aquiles eran mis clamores
Aquiles N. te consignarán en los diarios
38 años
Yo, la presunta
De mí dirán, la presunta 
La del juvenil engaño
La de la justicia impartida por propia mano 
Oh, Aquiles
señor y esclavo de tus deseos  
El de la muerte violenta 
El de mi flecha atravesada
en el talón   

 

VI
Consecuencias

Espero la señal de la luna para convertirme 
en este despojo que soy vientre adentro
Todavía se me dibujan sombras tuyas en el cuerpo
cuando la luz se aburre de cegarme 
Entran por las ventanas las voces de tus manos 
Y sí, todavía me acaricia el aroma que queda
En la ceguera que arrastro 
Persigo los restos  
De este dolor que de tan íntimo 
no debería mostrarse

 

VII
Resistencia

No soy la misma materia en el ocaso
Bajo cierta luz descubro
La verdadera longitud de mis uñas
La consistencia de mi extensión tendida
En el universo
Oponiendo resistencia al infinito
Mi cuerpo
Evita el apocalipsis del vacío
Mientras soy
Tendida
La nada pierde otra batalla

 

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