Poesía venezolana: Geraldine Gutiérrez-Wienken

Leemos a Geraldine Gutiérrez-Wienken (Venezuela, 1966). Es poeta, editora y traductora literaria, afincada en Alemania. Cursó estudios de Odontología en la Universidad Central de Venezuela. Magister y doctora en Filosofía y Letras por la Universidad Heidelberg, Alemania. Becada por Merck para cursar el taller literario de la Casa de la Literatura de Darmstadt. Directora de la editorial «hochroth Heidelberg», editorial consagrada a la traducción y publicación de poesía de América Latina y España, en Alemania. Colaboradora de la Revista Poesía de la Universidad de Carabobo y de Papel Literario. Autora de los poemarios: Espantando elefantes (La Liebre Libre, 1994), Con alma de cine (IX Premio de Poesía del Ayto. de Ciudad Real, España 2007), Castañas de confianza (Eclepsidra, 2012). Los siguientes poemas pertenecen a su libro más reciente El silencio es una bailarina (El Taller Blanco Ediciones, 2020).

 

 

 

 

VI

 
Una pequeña guerra se hizo
de noche. Camuflaje definitivo. Una
floresta abandonada a otra
floresta. Una traducción familiar
que advierto afín a estas líneas
al leer las líneas de los otros
a donde van mis ojos va esa
forzosidad inevitable
El jarro de las liebres del siglo X
astrolabios y azulejos. Un
cuento minucioso
que hubo consenso y plenilunio
que obraron por tu bien y, elipsis
estelar, conste mi fe
dos veces. La claridad encabeza
pero nunca del todo
nada se sabrá
Ceres, si me oyes detén el paraíso
en este libro
anexo una cosmología afónica
un banco de nubes. Mi capital. Pasivo

 

 

 

XII

 
Cuántos ojos caben en una franja de aves migratorias
cuántos pasos debo. Invertir en lo in-
cesante mosaico des-
conocido miedo tan ad-
verso tan eficaz y parcial. A donde vas tú no hay
ventana ni puerta. Todo es tardío. Hasta la tarde
las últimas cosas de la otra vida. Al atardecer

 
los pájaros cómo desviarlos

Los pájaros con mi danza en todos los sentidos contrarios

 
Los pájaros cómo contar sin saldo

Los pájaros los pájaros que me embargan

 

 

 

 

XV

 
Lo siento sin causa
Lo, carece de significado cabal
Lo, pequeño anfibio
suelta musgo sobre verde. Lo
está observando(me)
monda mis nueces
escoge apetito y cefalea
Lo, perro guardián
nostalgia objetos familiares
Lo, mosaico roto a medias
Lo, causa perdida
los mordisquea muda de lugar
el resto de los días

 

 

 

 

XXI

 
Por mi ojo espacial al ojo de la tragedia he arribado
digamos a una cúpula barroca
digamos a mi elemento nube
digamos al bosque de cabeza. Allá adentro no soy yo
la ni lo. El inframundo es una extrema farsa si tú
ensayas corregir la. Y lo disimulas
 

 

 

 

XXIII

 
Las cosas ralas sinuosas fluyen
en lugar de familia. El aspira-hojas
El pule-rieles. La doble espiral
celta. Los verbos acallar / indagar tras-
pasados de ideas
como un extranjero ante la ley
revisar los manuales de alpinismo
después de la caída debes
ondular el oído a contracorriente
en tierra firme el resto de los días
repetir el curso de mujer acuática

 

 

 

XXIX

 
Al margen de un ensayo de posguerra anoté
que las cosas caen en su lugar por sí mismas
Nada demora. Inútil describir una mesa hasta la muerte si
ni siquiera lo más simple de una persona
ni lo más sensato de los progenitores
deseos conocemos. Cipreses callados
uno al lado del otro a imagen y semejanza. Una estirpe
a donde van mis ojos. La cefalea de Kafka
El lado paterno de Thomas Bernhard Inge M. e Ingeborg
El brazo materno de Anna Selbdritt
los veintiocho estudios de la espiral trazada por Da Vinci
Llamativas variaciones de una misma bien entreverada
soledad

 

 

 

 

 

 

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