Poemas para beber en el Starbucks: Dante, Garcilaso y Ferrusquilla sufriendo a solas

Leemos dentro de la columna Camisa de once varas de Édgar Amador, la sección Poemas para beber en el Starbucks, ahora nos comparte un ensayo donde se revisa el tema de la muerte de la amada desde momentos del renacimiento con Dante, pasando por Garcilaso de la Vega, hasta Los Mochis con el poeta Ferrusquilla.

 

 

Poemas para beber en el Starbucks: Dante, Garcilaso y Ferrusquilla

El dolor de recordar los buenos tiempos en momentos de infortunio es un tema renacentista. El dictum de Dante, traducido como “No hay mayor dolor que recordar los tiempos felices desde la miseria”, es conocido. Y verdadero.

El renacimiento italiano, donde Dante fue una figura trascendental, es la principal fuente del Siglo de Oro español, verdadera época áurea de la lengua de Castilla, que imprimió tantas obras que existirán mientras nuestra lengua exista.

Uno de las columnas de ese período, Garci Lasso de la Vega (el apócope Garcilaso acabó nombrándolo), escribió un soneto, su décimo, en donde retoma ese tema renacentista y lo ejecuta de una manera ejemplar.

 

Soneto X

¡Oh dulces prendas por mi mal halladas,
dulces y alegres cuando Dios quería,
juntas estáis en la memoria mía
y con ella en mi muerte conjuradas!

¿Quién me dijera, cuando las pasadas
horas qu’en tanto bien por vos me vía,
que me habíades de ser en algún día
con tan grave dolor representadas?

Pues en una hora junto me llevastes
todo el bien que por términos me distes,
lleváme junto el mal que me dejastes;

si no, sospecharé que me pusistes
en tantos bienes porque deseastes
verme morir entre memorias tristes.

 

Herido peleando contra los moros en la guerra de Túnez, el soldado Garci Lasso de la Vega moriría en 1536, un año después de escribir este bellísimo soneto, el cual fue aparentemente escrito convaleciente, y en recuerdo de su amada dama portuguesa, Isabel Freyre, quien había muerto en el parto de su hijo un par de años antes.

Casi cuatrocientos cuarenta años después, en Los Mochis, Sinaloa, José Ángel Espinoza “Ferrusquilla”, sorprendido ante el violento rechazo de un compadre que les pide a sus amigos que lo dejen solo sufrir la muerte de su joven esposa, escribe una de las mejores canciones del ranchero mexicano, la cual en su última estrofa, espeta:

 

Cartas, retratos viejos
Hacen más triste mi soledad
Porque me traen recuerdos
De horas felices que no vendrán
Cruzan por mi memoria
Sus juramentos, sus falsedades
Que pa’ mí siempre fueron verdades
Pero que hoy traiciones son 

 

El tema es el mismo: el dolor de recordar los tiempos felices en medio de la miseria es tan fuerte que solo se puede sufrirlo a solas. Y sola como Lola:

 

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