Sobre Ni tarde ni temprano, de Álvaro Solís

Presentamos una reseña de Cynthia Elizabeth Morales García sobre Ni tarde ni temprano de Álvaro Solís. También leemos dos poemas incluidos en esta antología publicada por el Instituto Sinaloense de Cultura en 2020. Álvaro Solís es uno de los poetas más destacados poetas de su generación en la lengua española.

 

 

¿Qué no hará tu mirada? Ni tarde ni temprano de Álvaro Solís

Agua. Oscura, abismal, agua lunar, agua de los sueños. La obra poética de Álvaro Solís es un espejo de agua translúcido y profundo como la complicidad que despierta; un latido para navegar su infancia y explorar la muerte que nos alcanza descalzos.

El autor juega al borde del abismo, un abismo de mar a quién reta: “¿Cómo pudo la luz emboscarnos en la nada?” en el poema “Distancia”, dentro del poemario Los días y sus designos, publicado en 2007.

Ni tarde ni temprano, una antología de la serie Ex Libris publicada por el Instituto Sinaloense de Cultura, reúne una muestra del trabajo del poeta Álvaro Solís. La antología muestra la evolución lírica del autor, sus motivos recurrentes como el agua, las aves, el dolor podrido, el dolor a sombra, la figura femenina que vive en “Mi madre y el mar”, con un verso que resume una historia de vida: “todos los lutos en el oleaje del mar”.

Una suave melancolía es el hilo conductor, porque el corazón no puede soportar las heridas que produce la esperanza; la propuesta del autor es una poesía que se decanta por el secreto compartido, por el monólogo de quien tema a la muerte, por un anhelo de apagar la noche y creer en las despedidas.

Solís sé convierte un barquero buscando pasaje. Un hombre en busca del Dios de las gaviotas y los hombres, un hombre que conquista un mar que siempre le parece inalcanzable. 

Encontremos al poeta en la otra orilla.

 

 

14 de marzo de 2009

La amistad, esa relación sin dependencia, sin episodio
y donde, no obstante, cabe toda la sencillez de la vida…
Maurice Blanchot 

Caminar así
a intervalos,
sometidos no,
con la voluntad en el bolsillo
del que camina junto, sin dolor ni mueca,
sin saberse urgido de seguirnos con fidelidad,
con el rigor felino de quien se sabe presa y cazador al mismo tiempo.

Pero caminar,
no detenerse a contemplar los pasos sobre la playa virgen.
Para mañana el tiempo habrá borrado
el rastro, para mañana el tiempo será
amigo de nadie,
fugitivo inquieto, cazador y presa el tiempo
será amigo de sí mismo.

Caminar, caminar
sobre el desierto
en donde a nadie importa el rastro,
caminar sobre la ciudad,
recipiente de soledad cosmopolita.
Caminar en los museos
sin detenerse ante las obras.
La amistad resulta inexistente
si le buscas, si le encuentras
camina sin prisa ni llanto sobre la furia inerte de la vida.
Si la buscas entierra detrás tu paso solitario,
entierra en una cripta silenciosa tu llanto sin respuesta.
Entierra sí, en
tierra sí,
allí podrá el misterio
encontrar su cuna para no morir de frío o deshidratación.

Camina también sobre el hielo en uno de los polos terrestres.
La nieve materializa la palabra silencio.
La nieve que cae es el silencio.
Uno mira el silencio sin poder escucharle.
La palabra silencio rompe al silencio.

La palabra muerte no puede nada en contra de la muerte.

No te detengas, no
mires a nadie, alguien camina al par
y se queja del dolor descalzo
al caminar sobre la arena, sobre el ardiente hielo.
No te detengas, si
sometido tu valle,
sometido con violencia,
alguien toca a tu puerta con la cacha de un rifle.
Si te patean, camina sobre el aire.
Si te amenazan de muerte, si acaso sientes el frío
calibre de un arma inquieta sobre tu sien, sobre tu nuca,
camina siempre a la par del paso
del que camina a un lado sin temor
ni prisa.

No te detengas, no te detengas.

 

 

Los muertos

Los muertos abren sus bocas
para que muera el aire abren los ojos
botan los algodones de sus orejas
para nombrar los silencios abren la noche
Empujan con fuerza desde sus entrañas (que son galaxias ingenuas)
toda la mierda que es como ellos conocen a la mentira
llenan ataúdes     velatorios
sus ojos son lágrimas que sobreviven al llanto
destapan sus sueños de sombras que se alimentan de nada
ningún presagio fútil ilumina sus pesadillas
solo el pasado que ya olvidaron crece en los campos de sus noches
no conocen el día         no recuerdan

Abren los muertos sin pretenderlo la muerte de los vivos
hacen florecer las ofrendas de los panteones
pero pudren delicadamente el mármol de sus pupilas
sin pretenderlo hacen crecer las fosas
entre la tierra siempre abierta de raíces
semillas que son palabras se van quedando mudas

Los muertos no saben despedirse

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