La primera palabra que dijiste no fue amor

Mario Frausto y Andrea Rivas han preparado una selección de poemas para leer el día de San Valentín. Recogen poemas de Luz Méndez de la Vega, Cristina Peri Rossi, Alfredo Fressia, Paulo Augusto, Ruth Vanita, Carolina Pineda, Sjohnna McCray, Tatiana Nascimento, Manuel Tzoc Bucup, Mariano Bratt, Claudia Rodríguez y Elvis Guerra. Frausto y Rivas dicen: “El amor es uno de los temas más explorados en la poesía. Nosotrxs celebramos, sin duda, la existencia del amor. Sin embargo, consideramos que no siempre nos hemos sentido representadxs por las formas habituales en que el amor suele ser tratado en la literatura. Por esto decidimos conmemorar el día de San Valentín con esta muestra de poemas donde lxs poetas nombran el amor —ya sea propio, compartido, basto, inmenso o erótico— desde las posibilidades de otros cuerpos, sentires y tonalidades, desde esa gama diversidad que también reclama que el amor le es propio y tiene derecho a nombrarlo”.

 

 

 

Luz Méndez de la Vega
(Guatemala, 1919)

 

 

Safo a Cleis

 

Me amo en ti,
y
en tu figura,
me miro,
transformada
con la forma de mi sueño.

 
Al acariciarte
es mi reflejo
el que acaricio
narciso
en el espejo de tu cuerpo.

 
Me miro, así,
toda yo
vuelta carne tuya,
belleza que amo,
seda que acaricio
en tus mejillas.

 
Sabor de tu piel
en la blanca corola
de tus senos
y en la oscura y dulce fruta
de tu sexo.

 
Lenta y deleitosa
te recorro
con mis dedos
más sabios en formas
que los de Fidias,
y vuelvo
un cinturón de oro

 
mis brazos en torno
a tu cintura,
mientras
ávidas
mis piernas
—como lianas—
se enredan en las tuyas
al tiempo que no hay límite
entre tu boca y la mía.

 
¿Tú o yo?
¿Cuál soy?
¿O cuál tú eres?

 
Fundidas en el placer
todo se borra,
y sobre el lecho, entre
los deshojados jacintos
de las rotas guirnaldas
—con que nos adornamos
para el íntimo festejo—
sólo sé
que soy llama
encendida en tu aliento.

 
Enajenada en ti
sin tiempo
y sin fronteras.
Perdido el borde
de mi cuerpo,
en las oscuras aguas
del orgasmo,
me entrego hasta morir
en tu belleza.

 

 

 

 

Cristina Peri Rossi
(Uruguay, 1941)

 

 

De aquí a la eternidad

 

Descubrir a Dios entre las sábanas
–no en el templo fariseo
ni en la altiva mezquita–
sábanas blancas
sudario del amor que te cubría
manto sagrado
iniciar la bienaventurada ascensión
de tu piel a la eternidad
de tu vientre al círculo celestial
sentir a Dios en tus húmedas cavidades
en el grito vertiginoso
de la jauría de tus vísceras
saber
que Dios está escondido entre las sábanas
sudoroso
consagrando tu sangre menstrual
elevando el cáliz de tu vientre.

 
Descubrir de pronto que Dios
era una diosa
última ascesis,
de aquí a la eternidad.

 

 

 

 

Alfredo Fressia
(Uruguay, 1948)

 

 

Paréntesis

 

Cuando nací el sexo fue un destino. No se puede elegir ser poeta.
De las mujeres nunca amé a ninguna sin duda porque las amé en bloque. Fue un amor largo y sin alegría. Ellas también me amaron sin deseo y sin gozo.
Las miré con la nostalgia de una vida más bella. Cuando quise ser mejor quise ser mujer.
Después me olvidé. Devoré la costilla de Adán en la travesía del desierto. Fui hombre, poeta, amé a otros hombres. Tuve hambre.
Llegué a la playa de este mar eterno, al sur del Brasil. Mi olor es de sal virgen y de yodo azul. Sé que una mujer devolverá al mar el pez con una moneda en la boca.
Ella escribe mi poema. Yo aguardo.

 

 

 

 

Paulo Augusto
(Brasil, 1950)

 

 

Poema para las manos de Antonio

 

Esa mano que me toma
por el cuello,
me sacude y me revisa.
Amo esa mano.

 
Cada vez que toca la funda de la pistola
lleva un beso mío.

 
Si tira piedras
y rompe vidrios,
asusta gente, ciudades,
yo gozo, ella es mía.

 
En las sombras de mis cobijas
se desliza atrevida
en partes que yo no permito.

 
Guarda silencio, vibra, habla,
abarca todo lo que ve,
ambiciosa y sin vergüenza.

 
Si pido que pare,
avanza – ¡me encanta! –
loca, impura, gruesa,
entra donde no debe,
cava, rasguña, dispara y sacude,
goza, se moja
por mi falta de ganas,
vive para dar cariño
a mi rostro
y para golpearme
si grito
cuando me quiere amar.

 

Traducción de Mario Frausto Grande

 

 

 

Ruth Vanita
(Myanmar, 1955)

 

 

Discurso

 

La primera palabra que dijiste no fue ‘amor’.
La primera palabra, recostada, tus ojos cerrados,
En una habitación de atardecer oscuro,
Cuando te levantaste, mirándome,
Meteorito en cuero de medianoche
Cuando te arrodillaste sobre una verde alfombra voladora
Tu boca una rosa no estereotipada,
Cuando tu pelo quedó atrapado en mi boca
Y fue quitado con cuidado.
Cuando te viniste, al inicio, y antes
de que hablaras, tu primera palabra,
Tu primer sueño, susúrralo, grítalo,
Brilla sobre mí, llueve sobre mí,
Levántate despacio en el horizonte y di,
Cuando te lo pida, la misma sílaba, bendíceme
Con las cosas sencillas, llámame,
Hazme encontrarme —sí—
En ti —sí, y otra vez, otra vez sí.

 

Traducción de Andrea Rivas

 

 

 

Carolina Pineda
(Guatemala, 1962)

 

 

eyaCulo mi propia seducción (fragmento)

 

homosexual
heterosexual
bisexual
más cama
más vino
más más mariguana
lenguas
brazos
penes
por aquí por allá
lesbiana
gay
transexual
abajo
encima
de lado
por acá por allá
sangre
saliva
semen
conjugados
copulados
contagiados
y silvio
con sus lazos blancos en la piel

 

 

 

 

Sjohnna McCray
(Cincinnati, 1972)

 

 

Acepto

 

Conducir por la carretera de Atlanta hacia Phoenix
significa cambiar un tipo de calor por otro.
Una gota de sudor rueda por mi pecho,
baja por mi abdomen y se evapora
tan rápido que olvido que estoy sudando.
La química del cuerpo cambia como el color
de mi piel: de amarillo a siena.
Mi hermana dice, es un calor seco.
En el crepúsculo hay una tormenta eléctrica sobre las mesetas.
Los violetas y los grises se acuestan juntos.
Las montañas son del color de las manos de mi padre,
capas oscuras —luego luz.
La gente va al oeste a morir, se retira en una vida
de polvo, cambia el polen del sur
por una fina capa de arena, el desierto de Arizona—
promesas, promesas.
Nos detenemos en las afueras de la ciudad
y pensamos en renacer.
Cuando él pone su boca cerca de mi boca
porque está tan evidentemente sediento,
cuando se mueve hacia el pozo
donde mi lengua brota
porque estamos hechos mayormente de agua
dos terceras parte de mí están seguras:
este infierno vale la pena.
         This hell is worth the risk.

 

Traducción de Andrea Rivas

 

 

 

 

Tatiana Nascimento
(Brasil, 1981)

 

 

Apocalipsis cuir o cuir A.P. (o oriki de Shiva)

 

nosotres vamos a destruir todo lo que amas
y todo lo que c llama “amor”
nosotres lo vamos a destruir

 
porque c llama “amor a la patria”
al racismo
c llama “amor a dios”
al fundamentalismo
c llama “amor por la familia”
al sexismo homofóbico y
c llama transfobia al “amor por la naturaleza”
c llama “amor por la seguridad”
al militarismo
y al capitalismo
se le llama “amor por el trabajo”
lo que se llama “amor por la humanidad”
es especismo, y su “amor por la palabra”
en realidad es sólo un caso histórico de mala traducción, qué
conveniente llamar “él” a dios, pero si nos
llamas: nosotres somos tu apocalipsis
cuir. y lo que se llama
“amor por la libertad”
“por la justicia”, toda

 
esa idea de “civilización” es
asesinato, es genocidio
quieres matar todo
lo que ríe, que goza, que baila,

 
quieres matarnos.

 
pero nos vengamos

 
como la mala hierba:
¡sobre
vivimos!

 
¿estás viendo? ¡ya comenzó!
sientes el ruido vibrando
en el piso: ¡es el beat de nuestro corazón!

 
porque nosotres, les que condenas
en el nombre de tu amor enfermizo
normativo,
segregador,

 
somos amantes
vivimos y propagamos

 
amor.

 
Traducción de Mario Frausto Grande

 

 

 

 

Manuel Tzoc Bucup
(Guatemala, 1982)

 

 

Niño X

 

lo único que no puedes perder
es la ternura
en este mundo de pérdidas y deudas
abrázate/tócate con tus yemas de fuego
baila en una tarde de verano al ritmo de las olas
también imagina
y vuelve a imaginar
nunca te canses de imaginar
tu muerte en las nubes
un carrito de madera
una lluvia de grises girasoles
mi niño X pastel de chocolate
al que vive sólo en mi mente
porque no existe

 
Ay! mi niño tormenta
de la cometa que vuela
con sus dedos lastimados
déjate quemar
por los rayos de un sol tibio
déjate llevar por un viento
que conduce hacia el olvido

 

 

 

 

Mariano Bratt
(Argentina, 1983)

 

 

No hay nada más lindo

 

No hay nada más lindo
que chupar pija.
Jugar a la pelota,
tener amigos.
No hay nada más lindo que despertarse a la mañana,
no hay nada más lindo.
No hay nada más lindo que fumar porro
y cagarte de risa.
De lo lindo lo más lindo
es estar re loco
con tus amigos
en cualquier parte.
Hacer fogatas
o tener palitos en la mano
son de las cosas más lindas.
No hay nada más lindo que andar en bicicleta
estar enamorado
llevarte bien con los demás.
No hay nada más lindo que agarrarse a piñas.
No hay más lindo que ese chico,
ah sí, ese
bueno, no hay nada más lindo que ese chico
y ese, ese, ese, ese, ese, ese, ese, ese
ese, ese también, ese, ese, ese no, bueno, sí, ese, ese
ese, ese chico, ese de allá, ese otro y ese.
No hay nada más lindo
que todas las cosas lindas juntas, el mismo día
y cada tanto
debo admitir
el solcito
es de lo más lindo.
El otro día vi algo re lindo:
un chico muy pero muy lindo con un tatuaje en la nuca:
Elías en letras góticas. Difícil de creer, ¿eh?
No hay nada más que lindo que abrazarse
usar buzos con capucha
y esperar el colectivo.
Me encanta esperar el colectivo, no hay nada más lindo.
No hay nada más lindo que ir en tren y volver caminando.
Si tuviera que elegir lo más lindo de todo lo lindo,
me parecería re lindo.
Es que podría estar mil horas pensando cosas lindas…
¿no sería re lindo?
No hay nada más lindo que tranzarte un chico en el baño.
Me encanta, le saco la ropa, le chupo la pija.
No hay nada más lindo que si alguna vez pudiéramos levantar todos
las banderas de las mismas causas.
Serían re lindos los colores
de las banderas
y de las causas.
El mundo sería re lindo.
Todos los chicos andarían en skate
y tendrían ojos negros y las cejas oscuras.
Serían re lindos. Usarían remeras de los Nets
gorras azules, comerían chicle.
Brian, Yoni, Kevin, Ringo, Elías.
Así se llamarían. Algunos.
No hay nada más lindo que Brian bajando una lomita
escuchando punk en unos auriculares re lindos.
No hay nada más lindo que chuparle la pija a Brian después de andar.
Todo transpirado. No hay nada más lindo y salado al mismo tiempo.
Es que bien miradas
todas las cosas pueden ser lindas.
Por eso todo es tan lindo.
Y no querría despedirme sin antes recordarles
que no hay nada más lindo que todo lo que nos pasó,
incluso habiéndonos pasados cosas no tan lindas.
Así como tampoco hay nada más lindo
que todo lo que todavía nos está por pasar.
No hay nada más lindo, para terminar, que hoy estemos juntos.

 

 

 

 

Claudia Rodríguez
(Chile, 1991)

 

 

Historia corta

 

Me enamoré como una ventana chueca, como una ventana que no filtra el humo del frío, porque nunca me cierro a nada. Así me enamoré de un trata de blancas, como un horizonte sin línea recta, ni divisoria, totalmente entregada. Como una ventana con la bisagra chueca y oxidada, sin tope, de un traficante con olores a revólver y cuchillos y él se enamoró de mí sólo por el desafío, por la posibilidad de venderme vieja y por kilos. Nada de heroísmo en él pero tampoco nada de ternura en mí. Él se enamoró de mí por mi éxito en el mercado negro, por los animales muertos que vendo en trozos de cuero, carne y huesos. Yo la travesti: el peor de los negocios me enamoré del peor de los atorrantes del cementerio.

 

 

 

 

Elvis Guerra
(México, 1993)

 

 

Siempre Ramón

 

El beso más exquisito
es el de Ramón.
Ramón no dice «vamos a ramonear».
Él no sabe que ramonear
es dejar que otros te desvirguen
con un dedo que sabe a sal.
Ramón no sabe que está ramoneando
cuando deja que una muxe’
penetre su flor.
Ramón llega a su casa
y abraza a su esposa y a sus hijos.
Ramón responde que sí,
cuando le preguntan si ha probado una muxe’.
Porque no es lo mismo probar
a que te prueben.
Algunos suelen llamarse David,
Isidro o John,
pero para las muxes
siempre será mejor un Ramón.

 

 

 

Librería

También puedes leer