Ennio Flaiano según Carlos Vitale

Leemos en versión de Carlos Vitale, un texto del escritor italiano Ennio Flaiano (Pescara, 1910). Escribe Vitale: ” En 1947 ganó el premio Strega con la novela Tempo di uccidere. Tras dedicarse al cine como autor de argumentos y guiones, publicó dos volúmenes de relatos satíricos: Diario notturno (1956) y Una e una notte (1959). Luego aparecieron Il gioco e il massacro (1970), Un marziano a Roma e altre farse (1971), Ombre bianche (1972) y una decena de colecciones póstumas. Estos textos pertenecen a una de estas últimas colecciones: Frasario essenziale per passare inosservati in società (introducción de Giorgio Manganelli), Bompiani, Milán, 1987″. Murió en Roma en 1972.

 

 

 

 

 

Almas sencillas habitan a veces cuerpos complejos.

—Diablo, ¿voy bien por aquí al infierno?
—Sí, siempre torcido.

Es un poeta tan malo que siete ciudades se reprochan el deshonor de haber sido su cuna.
Shakespeare no sabía griego, ni Homero inglés.

La realidad es aquello que conseguimos hacer pasar por tal.
Acto primero: viola a su hermana, sodomiza a su hermano. Acto segundo: ídem con su madre y su padre. Acto tercero: descubre que es hijo adoptivo y se pega un tiro.
Basta levantarse una mañana a las siete y salir para comprender que nos hemos equivocado en todo.
¡Cómo pasa el tiempo de los demás!
¿Y si nos fuéramos a la cama?
Tiene una boca enorme, cuando canta se le ven los ovarios.
El tráfico ha vuelto imposible el adulterio en las horas punta.
Yo leía a Borges en los años 50, ahora gusta incluso a los porteros.
¿Los ratones abandonan el avión que cae?
La lagartija atravesaba el jardín sin saber que era mío.
La propaganda comienza donde acaba el diálogo.
El psicoanálisis, querida señora, es una pseudo-ciencia inventada por un judío para convencer a los protestantes de que se comportaran como católicos.
La religión ha terminado, ya no hay nadie que se jacte de haberse llevado a la cama a una monja.
La estupidez de los demás me fascina, pero prefiero la mía.
No puedo asumir compromisos superiores a mis debilidades.
Por ejemplo, el infierno de Dante está lleno de italianos que tocan las pelotas a los demás.
Antes el remordimiento venía después, ahora me precede.
Mire, el amor en grupo al menos tiene la ventaja de que uno puede dormir.

 

 

 

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