Raquel Abend van Dalen (Caracas, 1989). Mágister en Escritura Creativa en Español por la Universidad de Nueva York (2014). Ha publicado en poesía: Sobre las fábricas, La beata de las locas y Una trinitaria encendida. Ha publicado en narrativa el libro de cuentos La señora Varsovia y las novelas Cuarto azul y Andor. Su trabajo ha sido incluido en antologías como Escritorxs Salvajes: 37 Hispanic Writers in the United States y Ni Bárbaras ni Malinches. Female writers in the United States. Actualmente asiste al Ph.D. en Escritura Creativa en Español en la Universidad de Houston.
Selección del libro La beata de las locas
(Sudaquia Editores 2021 / Entropía Ediciones, 2019)
Órganos de setecientas están exhibidos ante el sol
las reliquias no dejan ningún misterio por resolver
no hay autoridad que conozca su lenguaje
o muestre interés por las cenizas de una víctima
no me llames mártir,
que no he muerto por nada ni nadie
lo que dejó este mundo no vuelve a
pensar en voz alta ni a pronunciar el grito de la ciudad
por qué rechazar su delirio
cuando los tiros son tan elevados
despacio
irás entendiendo que así funciona la memoria de un pueblo.
Estos paisajes marchitos no necesitan
más que dos cuerpos revolcándose sobre el pavimento
y un solitario vendedor observando todo con curiosidad antigua
tu garganta es oscura cuando gime largamente
el amor no está a la medida del hombre
[quizás de la mujer]
nos fuimos del mismo lugar
nos acostumbramos al mismo dolor mesurado y político
has vestido a mujeres con pantalones rojos
has buscado a las diosas en sus bosques de caza
has penetrado la miseria de las rejas convictas
¿cuánto cuesta ese país tuyo, del que no dejas de regresar?
Haremos largas diligencias dentro
de esta cárcel, tan pobremente iluminada,
daremos las gracias y las de nadas y los por favor
nos desvestiremos de negro y nos vestiremos otra vez
con rayas y acero y orine en la tierra
concentrándonos como gente educada
sonriendo de lunes a viernes comiendo con la
boca tupida y olvidando si a nadie le
interesa lo que estamos por decir:
La tempestad arde
por un precio inconfundible
todo lo rítmico insinúa un homenaje
¿una evocación?
tomamos la palma de tu mano
y la llenamos de todas las versiones del mundo
recogemos con la lengua
los colores que nacen en ese instante
de exhalación desesperada
y dulce
más real porque no tiene título.
Negamos nuestros nombres
cuando las ventanas estaban
a punto de reventar a un costado del mediodía
cuando no había más remedio que anticipar que hay
que seguir viviendo
y que nada ocurre dos veces.