Kwame Dawes, nacido en Ghana en 1962, acaba de recibir el nombramiento de Comandante de la Orden de la Distinción en Jamaica, lugar donde ha vivido desde su infancia. A manera de celebración, recuperamos algunos de sus poemas aparecidos en el libro Vuelo y otros poemas (Valparaíso México, 2017, traducción de Gustavo Osorio de Ita). La poesía de Kwame Dawes se caracteriza por explorar una intensidad rítmica y emotiva a través de formas versiculares y temas próximos al coloquialismo y a la anécdota; sin dejar de lado el compromiso a través de la recuperación de temas de la negritud o, también, haciendo guiños constantes a la cultura popular y al perfil existencial de la humanidad en pleno siglo XX, construyendo así un repertorio lírico singular, de un ritmo de alto tono sostenido y de un patetismo remarcable.
Cómo escoger un árbol para el colgamiento
Pastoral scene of the gallant south,
The bulging eyes and the twisted mouth,
Scent of magnolias, sweet and fresh,
Then the sudden smell of burning flesh.
Lewis Allen
Los árboles jóvenes pueden parecer robustos, pero carecen de memoria,
son verdes y tan cercanos a la superficie que se doblan ante el peso repentino;
y la verdad es que no todos los árboles pueden sostener el peso muerto de un hombre
con suficiente aire entre los pies estirados y la tierra, con suficiente altura
como para que el putrefacto olor pueda ser llevado tan lejos como para ser un mensaje
para aquellos que otean el húmedo aire en busca de noticias.
Viejo como pueda verse, de escarpada corteza, dobladas ramas,
miembros inclinados, viejo como pueda verse ahí sentado junto al borde
del canal, ese roble vivo comprende los simples rituales del colgamiento.
Observa, ahí esta la muesca natural donde la cuerda se deslizará
y sostendrá, y aquí, en este ángulo, el húmedo aire
del río, que lleva el decaimiento por millas y millas.
A veces, un árbol fresco simplemente morirá tras que el orín
de un hombre moribundo se cuele hasta sus raíces. A veces un árbol
empezará a pudrirse de culpa o algo así como una maldición.
Pero los árboles viejos, temperados por la flama del rayo veraniego,
y endurecidos a los rasgones, sabe que nada es ser un árbol,
mudo y sin corazón, si no es suficientemente fuerte
como para cargar a un hombre hasta que se vuelva aire.
Midland
para Krystal
I
Una Carta de Greeleyville
Querida Claudia:
Pocas cosas aquí sucumben al tiempo aunque los viejos se vuelven tiernos
y mueren. Aun, ellos aparecen otra vez en la nueva luz,
misma cara, mismas faldas abiertas, mismos dedos sosteniendo pipas
fumando un halo sobre sus cabezas, meciéndose con un blues en los mismos [pórticos.
Te gustaría este lugar por un tiempo, pero sé que extrañarías
la limpia eficiencia de tu ciudad –el hedor de la edad manufacturada.
El hedor a jazmín y la húmeda terrosidad de este suelo
mojado por un río viejo, tan largamente sedimentado por el escurrimiento
de una generación de miedos, detritus, y rítmicos manojos
de cabello, pecado, flema, sangre entregada cada mes,
empujada, agrupada, quemada en el floreciente suelo, me recuerda
a Sturge Town en Saint Ann donde mi abuelo está enterrado
en una gruesa cueva de aloe vera y atrofiados árboles de pimiento.
Pero este lugar habla un lenguaje. Yo tengo que aprender, y esta mujer
que viaja a mi lado me presenta con la tierra y sus amigos
como un extraño, un espécimen de muy lejos, yo pretendo no sentir
el surgimiento de las lágrimas cuando huelo el viejo sudor del vestido de casa
de su abuela colgando de un clavo detrás de una puerta de roble.
El maíz se ha vuelto un oro podrido y pálido en el verano,
el cordel de hojas y raíces oscuras y moteadas mientras que la enmohecida gloria
de viejos himnos se filtra desde la iglesia de San Juan Bautista
donde el blues ha marinado los tablones hasta suavizarlos
con la fluente flexibilidad de la fe tan vieja que conoce las maneras de Dios
como conoce a la familia, y los lazos de sangre. Estoy robando cosas de aquí
y enviándotelas, sabiendo que eres demasiado decente para usarlas.
Pero hazlo, mantenlas seguras hasta que llegue por un hechizo, y entonces [encontraré
un buen uso para estas dulces, coleccionables y duraderas cosas. Con amor, Kwame.
Funk Negro
Lo rígido de mi quijada
es poder forjado en el horno
de cada golpe que he sentido;
mi caminar acuoso es algo como
compensación por una cojera.
No envidies mi contoneado
caminar, es todo lo que tengo algunas veces.
Porque conozco la forma en que miras,
ojos azul pálido como el filo de un machete
atrapando el color de un cielo nuevo,
la forma en que a penas murmuras
tus órdenes, escupes la comida,
te quejas de mi paso en arrastre,
resoplando mi olor inusual,
encuentras fallas en cada cosa que hago,
nunca correcto, nunca suficientemente bien;
maldices a mis niños como perros,
porque te sé sola lastimando
babeando tu amargura
cuando mi espalda da la vuelta,
cuando la forma de mi negro trasero
se columpia de esa forma que odias
contoneándose a través de esta sala de dagas.
Sé que te preguntas qué tengo
aquí abajo, en mi vientre, en mis muslos,
que hace que él deje tu lado,
se arrastre fuera de su pálida, enferma piel
y aúlle como una bestia en la noche,
solloce como un bebé sin madre
lactando de mí, lactando de mí.
No puedes ocultar la vergüenza que sientes
por saber que algunas veces lo devuelvo,
sé que lo sabes, por la forma,
en que él llega a ti duro y apurado,
buscando un hoyo donde llorar su alma–
sí, lo devuelvo cuando me place,
y aún así él vuelve por más.
A veces tengo mi orgullo.
Sé que no puedes comprender tu pequeñez,
símbolo periférico de su gloria blanca,
trofeo intocable sin sangre y de rubia cabellera.
Conozco la forma en que tratas de leerme
tratas de ser yo, no puedes ser yo,
nunca serás yo, nunca sentirás lo negro
de mí, nunca sabrás del blues en mí,
porque nunca has querido verte
en mí incluso cuando sangramos juntas,
encontrando nuestros ritmos de marea,
e hinchándonos juntas como hermanas,
acrecentando las aguas de la luna juntas.
Así que me contoneo a través de tu vida,
evitando las cuchillas con mi piel de cuero.
Abuso de ti, y cuando él grita,
es mi orgullo trabajando,
todo lo que tengo algunas veces.
Cocinaré tus alimentos
hasta que él se arrodille,
y sólo tienes que tomarlo
porque yo lo tomé sin queja
cuando él forzó su ser de nada en mí,
mientras mis bebés chupaban sus pulgares
entre el sonido de mi lloriqueo;
pagué, bebé;
sólo estoy recogiendo lo que ustedes han sembrado.