Poesía peruana: Miguel Sanz Chung

Leemos poesía peruana. Leemos al poeta Miguel Sanz Chung (Lima, 1979). Estudió Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Perteneció al grupo de creación y publicación literaria Sociedad Elefante. Ha publicado los poemarios La Voz de la Manada (2002), Quién las Hojas (2007), Paciente 164 (2009), La Casa Amarilla/Casa Abandona (2011), Arte Rupestre (2013), Diccionario Elemental (2017), Gabriel (Poesía 2000-2020) y Jardín Zen (2022). Desde el año 2004 vive en Pamplona, España.

 

 

 

 

Cada mañana, cuando me planto frente
al espejo, a falta de hierba que recortar

o flores que puedan simular una
sonrisa, rastrillo la grava que me da
cuerpo, reacomodo las piedras de mis
ojos y las elevo hacia el cielo raso
para que la luz artificial las ilumine
como el sol al desierto.

 

 

 

Mi mujer desea que nuestros hijos
sean perfectas esferas de vidrio.

A veces se entrega con desesperación
a la tarea, pero solo consigue pelotas
que se desmoronan como migas de pan.
Mi mujer se culpa y los culpa por ser pan
y no arcilla, por ser pan y no madera ni metal,
tierno pan recién salido del horno
que acuna entre sus brazos mientras llora.

 

 

 

 

Todo el mundo sabe que la frustración
es parte de una dieta equilibrada.

La alegría desmedida hincha el
vientre de los hombres varados en la playa.
Como todo buen remedio la impotencia es
amarga, pero unas gotas después de las
comidas ayuda a digerir los sueños.
La belleza de una sonrisa es un reflejo cegador.
El brillo de unos ojos lacrimosos
es la vela encendida en el fondo del foso.

 

 

 

A pesar de las enseñanzas del maestro
seguimos limpiando la casa sin ordenar

la mente, fustigamos los muebles con
bayetas, preparamos los alimentos
sin maravillarnos, regamos las plantas
a baldazos y vamos por la ciudad con
nuestros hijos como encomiendas sin
destino. Pero aún miramos el patio
deseando un jardín de arena,
rociado con un puñado de piedras
que imiten la posición de los astros.

 

 

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