Leemos poesía siria en versión de Amal Fares. Leemos al poeta y pintor Monzer Masri (Latakia, 1949). Algunos de sus libros son Personas, fechas y lugares, Un jarrón en forma de puño, El té no es lento, Porque no soy otra persona, El eco que falló, etc. Es uno de los cuatro poetas sirios, con Nizar Qabbani, Adonis y Muhammad, incluidos en la Antología de poesía árabe contemporánea, que se publicó en alemán en 2000. También fue incluido en la antología de poesía asiática Language for the New Century publicada en Estados Unidos.
Nada es más asombroso
(de la colección: El odio es ciego el amor ve)
Nada es más asombroso
que decir adiós
a una estrella que te ilumine,
a una mujer a quien le cantas,
a un sueño que rodeas con tus brazos
sin mirar demasiado,
sin cerrar tu sonrisa,
sin sacar una de tus manos
del bolsillo de tu abrigo…
2
Un dragón celestial con una cola vistosa
(De la colección: Del verano creo un verano)
Toma su mano y agítala,
tómala como si fuera
un detalle ampliado.
Colócala en un marco especial
que ocupe la página completa,
de modo que
no te quede espacio
para el resto de su mirada.
Luego viene su desaparición.
Brillo nítido
seguido de un apagado
vigoroso.
Ahora
ya no importa;
Cerraré la puerta
y diré con un tono de voz
que nadie escuchará excepto yo:
Adiós a la oscuridad
que tejía sus lazos entre nosotros.
La que pudo igualar
tus ásperos modos de ser
con las zonas más ocultas
de tu dulzura.
Cuando yo exageraba de celos
hacia tus flores,
su marchitamiento semejaba
a un extraño
al que veía extendiendo su mano y tocando
a hurtadillas
mi propiedad.
Debido a que en el momento en el que
mis ojos se acostumbraron a tu oscuridad
al fin pude ver
un haz de luz
que tocaba las superficies y los bordes de los objetos,
de modo que se aparecían como si fuesen
unas fantasmas silenciosos.
Te despertaría más tarde
un sonido o movimiento;
tú tenías que
salir de prisa
sin tocar nada,
y yo, en cambio,
tenía que elegir una forma adecuada para mi desaparición,
y no encontré
nada más ingenioso
que un dragón celestial
con una cola vistosa…
3
La Naranja
De la Colección (Personas, Fechas y Lugares)
La vida comienza con tus pulgares
en el centro y en la parte superior de la naranja.
En el momento en que entra en uno de tus ojos
algo de su salpique alcohólico
mientras lo estás dividiendo en dos cotiledones
Estás vivo y entre tus manos
dos cotiledones de una naranja
No hay felicidad máxima que pueda ver
y no hay felicidad máxima para que veas
qué es exactamente la vida
es lo que exprimirás después de eso
con tus dientes…
4
Si debo adorar a un dios
(de la colección El eco que falló)
Si debiera elegir un dios
para adorarlo y servirle
sería el de mi abuela
al que ella solía enviar conmigo donde quiera que fuera
encargándole que me cuidara donde quiera que yo estuviese
y pidiéndole que enviara por mí
gente más piadosa
que ella.
Él es mi dios.
Yo había adorado el fuego un día,
también a un ídolo
y a un líder.
Y otro día adoré a una mujer,
y un día no adoré a nadie.
Entonces no tuve más remedio que inclinar la cabeza
cuando mi abuela dijo:
Es bueno para ti
que tu vida esté en manos de Dios
y no esté en manos humanas.
El dios de mi abuela es mi dios.
Ella era quien solía servirme granada dulce
en un plato
y me aconsejaba
que dejara caer ningún grano
en el suelo,
porque Dios pone en cada granada
un grano de la granada del paraíso.
Y cuando mi tío recogió los restos de mi abuelo
en una bolsa de plástico transparente,
podía ver un cráneo pequeño saliendo de ella,
como si fuera de un niño,
con algunos huesos negros destrozados.
Y lo llevó en su moto
desde el cementerio del este,
donde se construyó la estación de tren,
hasta su nueva tumba,
a la sombra del muro de la mezquita Al-Maghrabi.
Ella dijo:
Que Dios tenga misericordia de él.
Estaba escrito que montaría en la moto
detrás de uno de sus hijos.
Él es quien te grita:
¡Orar es mejor que dormir!
Dormir y ninguna otra cosa;
luego te deja soñar.
Quien nos manda que no hagamos esto y aquello
pero si tenemos que hacerlo,
si nos vemos obligados a hacerlo sin perjudicar,
está bien, hagámoslo.
Quien, por si te equivocas
una, dos y tres veces,
quien si te pasas toda la vida
equivocándote
y en el último momento
cuando ya no te queda nada,
ni el menor tiempo ni la más mínima oportunidad
para cometer cualquier otro error
y te arrepientes, y pides el perdón,
Él aceptará.
Él es quien nos creó, sin ningún fin en sí mismo
excepto el de ser amado,
y como cualquier verdadero amante
nos estipuló
No compartir su amor con nadie.
Aquel de quien mi abuela se sentó a leer en su libro
murmurando lo que memorizaba,
De (Ayat Al-Kursi)
mientras repasaba, con cada palabra, una página completa
de otro verso coránico.
Pero él
la escuchó, la entendió y quedó complacido.
Quien creó el mundo
sin necesidad de hacerlo
y sin embargo lleva su carga en su totalidad.
Le dije:
Abuela, ¿sabías que
dos tercios del cuerpo humano son
agua?
Ella respondió: No… más bien son dos tercios de
lágrimas…