Poesía argentina: Natalia Schapiro

Leemos poesía argentina. Leemos algunos textos de Natalia Schapiro (Buenos Aires, 1974). Psicoanalista y pelirroja. Algunos de sus libros publicados son Lucía y la varita china, Cuentos callejeros, A la vuelta del mundo, A salto de cangurito, Diario de dragones, Una tertulia inolvidable, ¿Alguien anda ahí?, Dorotea cumple mil, 100% fútbol, Cumpleaños a golazos. Bosque cotidiano fue finalista en el concurso Gerardo Diego, Diputación de Soria, España. Es su primer poemario. Además de escribir es amante de las montañas y las tortas de manzana.

 

 

 

 

Los cuatro

 

Al ritmo de sombras distintas
uno, rápido adelante
dos, escurriéndose por rendijas
tres, pasos largos
yo, lenta sorprendida
los cuatro juntos
separados
como piedras arrojadas
por la misma mano.
El camino de serpiente
angosta nos deja
donde la selva respira
un río gruñe llevando
sangre plateada
del dragón dormido
que hincha y desciende
su pecho de hojas.
El sol se exprime en lo verde
una roca grande
repara nuestros cansancios.
Saco de la mochila
dos naranjas un cuchillo
cada uno lame
su sombrerito chino
sol fresco de bolsillo
en el lomo de piedra.
Una vez encendidos
seguimos la marcha
enhebrados por un jugo dulce
cuatro sombras distintas
y el mismo corazón naranja. 

 

 

 

Bicis

 

Trazan formas en la calle
rombos extraños se mueven
una se adelanta demasiado
y somos casi triángulo
fila de patos rodantes
otra vez rombo humano.
Al andar se acercan
se distancian
como toda familia
las configuraciones varían
los dibujos se desarman en nubes
pero algo sedimenta entre las ruedas
los pedales zurcen lo invisible
sueldan la velocidad. 

 

 

 

 

Living

 

Pido hundirme
en un monte de silencio y luz
para corregir poemas en la compu
solo puedo así:
sin sueño, hambre ni obligaciones.
Pero mi hijo está luminoso
dibuja con un amigo en el living
entre murmullos de colores
una cápsula de risas vuela sobre la mesa.
Viven en el papel, los lápices son ramas
de un refugio donde solo caben ellos.
El más grande trajo su deseo
de acariciar la guitarra en el sillón
exprimirla como a una fruta rara.
Renuncio una vez más
asombrada miro los sonidos
van cayendo sobre todas las cosas
en una lluvia suave.

 

 

 

 

 

Madre

 

Reconozco el comienzo del día
en esta pena que hunde
y lame a mi madre vieja
desde allí va saliendo
el pañuelo de la mañana.
Los enojos se deshilacharon
brota amor antiguo
pegado a los huesos.
Y ahora estás tan frágil
solo puedo cuidarte
del viento.

 

 

 

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