Poesía mexicana: Gabriela Villa

Presentamos siete poemas de la poeta mexicana Gabriela Villa, artista multidisciplinar, cuyo trabajo creativo se concentra en la narrativa y la poesía. Estudió música en el Conservatorio de las Rosas (México) y realizó el Máster en Creación Poética de Billar de Letras con Gonzalo Escarpa (España 2019-2021). Su trabajo explora formas poético-sonoras en diversos formatos, ha publicado Páramo errante (Mora-Cantúa Editores, 2005) y su poemas han sido incluidos en la Antología 100 Poetak Maiatzean (Tarqus Editorial, 2019), así como en la revista Poesía Líquida (España 2022). Ha realizado las instalaciones poético-sonoras Conjuro de la Memoria (2017 y 2018) y Memorial (2018). Fue cuentafotos del Centro de la Imagen, donde acompañó exposiciones como El lado oscuro de la luna (Sébastien Girard/Archive of Modern Conflict, 2019), Periferias y Escenas (Rodrigo Moya, 2019) y FotoMujeres (2019-2020). Su más reciente proyecto narrativo de literatura expandida es www.georelatos.mx y mantiene el sitio: www.gabrielavilla.com

 

 

 

 

 

 

 

 

SOSTENUTO

 

Hay un instante
de tiempo (ya sin peso)
de amor a domicilio,
que se diluye
en años de sentarse
a oír llover
mientras la noche se abre
y nos mira
como un relámpago.

 

 

 

ROJO LUNAR

 

La luna ya no es luna,
sino reflejo repentino
de voz delirio que gobierna
sobre nosotras,
es el rojo sacrificio
del ojo marino indómito
con forma de mujer
y estrías de luz,
apenas el rito de la otra vida
de la copiosa selva,
exultante ¿esquiva?

 

 

 

IMPAR

 

Lanzar los fragmentos
al aire y mudarse
a lo profundo de la historia,
un hombro acerca la mano
traicionando la muerte
y el innegable
paraíso titubea el adiós:
el único abandono
(de tenernos)
por tan solo una vez.

 

 

 

MATERIA INVISIBLE

 

Encontré mi playa sola
por creer en el átomo
y en aquello que —sin verle—
se reconoce como propio
y existente.

Quizá la mar vacilante
que acepta la materia
que se asoma
desde lo profundo,
todo por asumir
que sin ver es imposible
y, por la noche (y a ratos)
no me queda más
que creer y creer llorando.

 

 

 

 

YOEIDAD

 

Se asoma tu sombra
al miedo del animal
que ya fui.

 

 

 

 

INFANCIA

 

Arrojar todas
las preguntas
que durante la infancia
se nos arrebataron
para que,
en cada gesticulación,
se nos diluya el temor
de la danza salvaje
que nos devoraba
el corazón de niñas.

 

 

 

ROMPIENDO EL FRÍO

 

El equívoco
de salir a buscarte
y esperar
con los ojos
llenos de memoria.

 

 

 

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