Leemos poesía colombiana. Leemos algunos poemas de Fadir Delgado Acosta (Barranquilla, 1983) y los acompañamos de una breve entrevista sobre poética. Delgado Acosta mereció el Premio Internacional de poesía Tiflos de España 2021 y el Premio de Poesía Universidad Nacional de Costa Rica, 2020. Fue finalista del Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe de España, 2022, y del Juan Ramón Jiménez de Coral Gables, 2022 de EE.UU. Fue ganadora de la Beca de Circulación Internacional para creadores, 2018, que otorga el Ministerio de Cultura de Colombia. Premio en Poesía del Concurso Internacional de literatura de la Universidad de Buenaventura (Colombia). 2014. Ganadora de la Residencia Artística en Montreal por parte del Ministerio de Cultura de Colombia y el Consejo de Artes y Letras de Quebec, en el área de literatura. 2013. Magister en creación literaria. Es autora de los libros La Casa de Hierro, El último gesto del pez, No es el agua que hierve, Escritura del precipicio (Colombia) Lo que diga está lleno de polvo (Ecuador), Amenaza de aborto (Puerto Rico), Sangre seca en el espejo y Cama de Hospital vista desde abajo (Costa Rica), La tierra que se tragó el cuerpo, Temperatura exacta del miedo (España). Su libro El Último gesto del pez fue traducido y publicado al francés por la editorial Encre Vive de Paris en el 2015. Sus textos han sido publicados en diferentes revistas literarias nacionales e internacionales. Invitada a distintos festivales y encuentros culturales en Europa, Latinoamérica, Canadá y Egipto.
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Alí Calderón
¿Qué te interesa hacer en un poema? O dicho de otro modo, ¿cómo despliegas tu poética en el texto?
Fadir Delgado Acosta
Dejar un pequeño corte, como el punctum que menciona Barthes. Eso me interesa. El concepto del punctum me apasiona. Se refiere a un agujero o a una hendidura por el que otro se asome, no con la intención de que se pueda mirar como si se viera en un espejo. No. Quisiera que el texto nos enfrente a la incertidumbre del cristal, pues la intención no sería que los otros se reflejen, sino que vieran la realidad que se resiste y escapa a las formas de mirar.
Busco que mi revelación o intimidad desaparezca, que eso que detonó el poema se invisibilice, pues como sugería Bergson: lo que vio el poeta ni siquiera el poeta podrá volver a verlo. Quisiera lograr una hendidura hasta el punto de crear la tensión del cuestionamiento, de la incomodidad y hacer que el texto logre la sensación de que algo se rompe, que algo se hiere. Es lo que busco, y como autora y lectora, me apasiona esta exploración.
Siempre he creído que la poesía está en lo que no se dice, en la ausencia de lo que se lee; que la palabra de la poesía no son las del poema, sino aquellas que nos invita a descubrir; que las imágenes presentes nos deberían llevar a las imágenes ausentes, como diría Bachelard. Esas imágenes son las que importan, las que no aparecen en el texto, sino en esa corriente interna que lo traspasa.
El poema lo concibo como un pretexto, como un simple recurso para llegar a lo más importante: la poesía; y allí está el reto. No todo el tiempo llegamos, a veces, muchas veces, nos quedamos en el pretexto.
Me interesa la reescritura. Siempre lo digo: el reto no está en escribir, sino en reescribir. Ya decía Adoum: “la poesía no está hecha de la espontaneidad del sentimiento sino del rigor de la palabra”, y es allí donde hacemos un ejercicio de distancia. Es como mirar tu casa desde afuera. Asumir esa distancia y no lamentarse por ella, definirá en gran parte la carne y la respiración soberana del texto.
Alí Calderón
¿Qué crees que ha dejado de ser importante o qué ha pasado de moda en la escritura de un poema?
Fadir Delgado Acosta
No creo que a la poesía le interese lo que está o no de moda; a la poesía le interesa el tiempo; el tiempo a la que sobrevive, pues cada época trae su propio sonido, su propio lenguaje, aunque se traten los mismos temas. Es decir, la manera de abordar la muerte va a exigir otros giros de acuerdo con el tiempo que respiramos. La poesía nos recuerda que nada tiene una sobrevivencia fija, que todo cambia, hasta los objetos, pues se transforman con el tiempo, se herrumbran y ya no son los mismos. Se convierten en otra cosa.
No podemos utilizar las mismas palabras para un objeto nuevo, que para otro que se derrumba en las sombras, y en eso, es donde deberíamos centrarnos: entender que cada cosa exige ser nombrada con las palabras de su tiempo.
Lo que antes se consideraba iconoclasta, hoy no lo es. Por ejemplo, algo que ya no me parece una revelación o un aporte poético, es la paráfrasis que se hace con los textos religiosos. Me refiero a esos juegos que cambian algunas palabras de rezos como los del Padre Nuestro, el Credo… en fin. Eso tuvo su lucidez y su riesgo estético en un tiempo, pero hoy es un recurso manido. Ya lo dijo Strand: “cuando se repiten convenciones de otra época ya empleadas hasta la saciedad el efecto es banal.” Y es cierto, se produce todo lo contrario: una especie de rebeldía fosilizada.
Otro recurso que no funciona en estos tiempos es el de escribir un texto, donde el final de este es la misma palabra que se ha repetido a lo largo del poema. Eso ya se ha hecho demasiado. Con relación a esa estructura, creo que se ha usado tanto, que no logra decir o construir algo nuevo. Hace que el texto sea demasiado predecible en el ritmo y en lo que pretende decir poéticamente. Considero que la poesía busca las palabras y las formas de su tiempo no para repetirlas, sino para cuestionarlas.
Alí Calderón
¿Has leído recientemente poemas que te parezcan significativos o particularmente buenos? ¿Quiénes son los poetas que te entusiasman ahora?
Fadir Delgado Acosta
Quisiera mencionar a una poeta que es vibrante y actual. Me refiero a Warsan Shire que nació en Kenia, pero creció en el Reino Unido. Tiene un libro de esos que crean la herida, la hendidura, el punctum: Enseñando a parir a mi madre. Tiene un poema que se llama “Conversaciones sobre el hogar”, que es brutal, desgarrador. Por ahora estoy concentrada en adentrarme a su universo.
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La noche que vigila a los perros
La abuela escucha el brillo de la leche cuando hierve
Ella tiende el agua en las cuerdas del patio
tiende la noche en las cuerdas del patio
La llevo de la mano hacia la tumba de su hijo
Ella me envía a buscar agua al pozo del cementerio
Agua
para las flores
Agua
para la niebla
Agua
para el hijo muerto
Aquí traigo el agua, abuela
Aquí tus zapatos
Aquí traigo tus ojos
Yo los encontré
Hay demasiado frío
Hay demasiado
infierno en los hospitales
Hay demasiadas
flores en los cementerios
Sé que buscas la luz en las manos de la gente
Sé que buscas la lluvia en las manos de la gente
Han abierto las puertas a los perros, abuela
pero nadie viene abrir la tumba de tu hijo
Nadie viene a abrir tus ojos
Hay huertos de nieve
La gente sumerge la cara en montañas de hielo
Hay gente que ve la oscuridad a través de los cristales
Vamos a encender faroles en la orilla de la casa
Veamos cómo se hace la mañana en el ojo del fuego
Yo quiero ver, abuela
Mira que ya traje las flores
mira que ya recogí el agua
ya imaginé que era un caballo entrando por la puerta del cementerio
ya tengo la noche vigilando a los perros para que no salten la verja
No la saltarán
No vendrán a lamer tus pies bajo la mecedora, abuela
Se acercan las mujeres que rezan en voz alta por las calles
se acercan las mujeres que rezan en voz alta por las calles
traen cruces en los pechos
oraciones del rosario en los pechos
Veo pañuelos blancos
muchos pañuelos blancos como si nacieran de sus bocas
Podrían también ser tigres blancos, abuela
Créeme
Quizás los tigres y las mujeres no existen
quizás los tigres tienen una procesión en otro lugar
y lo sabes
Porque hay una procesión para los ciegos, dices
Pero no estás ciega, abuela
No te miento
Créeme
Solo tienes la luz enjaulada
Y nadie vino a abrir la puerta
Y nadie vino a abrir la puerta
Solo tienes la luz enjaulada
Y la luz se te rompió en los ojos.
El puente
Soy un puente
Pero dime si crees que soy una jaula y me culpas de que no abra la puerta
Debo decirte que no existe ninguna llave que abra la oscuridad
Dime si debajo del puente se ve la incertidumbre en la cabeza de los ahorcados
Si tengo la rabia de los animales que tienen espumas en los ojos
Si tengo el dolor igual que un vagabundo arropado de pies a cabeza
Dime que no has visto el pánico como perro que hurga en las bolsas de basura
que el llanto no hace una mancha de petróleo en tu carne
que cuando nazcas enceguecido no mirarás atrás
pero buscarás la lluvia en el fondo de las piedras
que cuando des el golpe hacia afuera
no acabarás con el puente
lo dejarás sobre el río
aunque el río ya no exista
No le quitarás el trueno al mediodía
No le buscarás ninguna llave a la oscuridad
Dime
que no ofrecerás como salida otro laberinto
que de tu llanto no se abrirá el blanco del papel
para escribir el precipicio.
Amenaza de aborto
Esta sangre que baja por mis piernas
no pueden ser tus manos
Esta sangre que baja por mis piernas
no puede ser tu cabeza
Esta sangre que baja por mis piernas
no puede ser tu boca
Espera que abran la puerta del hospital
Agárrate fuerte
Espera que me salga algún dios de las palabras
que la luz del quirófano incendie los ojos
Dime que hay una cuerda
Dime que la ves
Dime que ya la encontraste
No es hora de salir
muchacho
Esta sangre no es tu cuerpo
Tienes que entenderlo
Es imposible
Las manos de tu madre no lograrán sostenerte
porque es imposible arrullar la sangre
Tienes que entenderlo
Si bajas te secarás como el musgo en las piedras
y mis manos no son piedras
Tienes que saberlo
Este no eres tú
No bajes
No golpees la puerta
Detente
Dejas algo importante
Olvidas
tu propio cuerpo.