Fiama Valerio (Estelí, Nicaragua) es Médica en formación por la Universidad Americana (UAM). Licenciada en Psicología- graduada cum laude por la Universidad Católica Redemptoris Mater (Unica). Ha obtenido múltiples certificaciones en Estados Unidos y Canadá, entre ellas una sobre nutrición. Practicó el fútbol de alto rendimiento a nivel nacional y atleta de medio fondo y maratón. Algunos de sus poemas han sido publicado en la 8vo número de la revista literaria ERGO y la revista peruana Kametsa. En este año 2023 publicó su primer libro de poesía: Expediente Psicológico en donde hace una simbiosis de la poesía con la ciencia, abordando las patologías mentales mas frecuentes a menos frecuentes, proponiendo al lector poesía Psicológica .
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Delirio de persecución
Escuché marchas.
Las fibras de los cordones
se deshebraban como el deshojar de margaritas.
El herrete se había manchado de polvo.
A la orilla del macadán afloraron guijarros,
se descarrilaron las hormigas
al trasladar sus despensas,
violaron la fila india,
se enmarañaron en la punta de mis tenis,
me murmuraron advertencia.
No iba sola.
Aceleré el paso,
chasqueó la suela en el agua,
miré en el retrovisor al caminante persecutor,
escuché su jadeo hostigoso,
giré lentamente
y nadie se avizoraba en el camino.
Piromanía
Miré la Capilla Sixtina,
hice una parada como un florete
en segunda y tercia
y me dije:
¿Cómo no hacerlo?
Hice perder la cabeza de un cerillo.
El lugar se calentó
como los cristales de un invernadero.
Las brasas chisporroteaban,
las ventanas caían
como si nada las tocara.
Mientras le echaba más leño al fuego,
cerré mis párpados para aspirar
mejor el sahumerio.
El chisme se esparció
como matojo rodante.
En las calles
los hombres mascullaban
y las mujeres rezaban,
mientras yo sonreía
como un anciano
se ríe sin malicia de un niño.
Sociopatía
La manecilla y el bisel de mi reloj
marcan el pulso de la vida.
Mi pecho lleva el verdugo del tiempo.
Apago el transportador,
trazo miradas perplejas en los tripulantes,
la desesperación se expande en la aeronave,
gestos abatidos vuelan por las ventanas.
La endorfina colma mi sangre,
brindo en una copa grabada
con el nombre del señor presidente.
Voyerismo
Me infiltré como una rata en tu cañería,
contemplé el espectáculo
que del espejo se proyectaba.
Tus mejillas se ruborizaban como bayas silvestres,
solo faltaba que las aves te picaran.
Las aureolas de tus pezones se agrandaron
como la apertura del capullo.
Galopabas, pero sin equino.
Escuché tus gemidos, similares a un sermón,
hasta que se contractaron tus músculos
y te sosegaste en el tiempo.
Una corriente de viento refrescó mi cuerpo
mientras mi otro yo sexual
se entrometía un vibrador abajo del periné.
Mis manos se ungieron de esperma,
poco a poco me fui apaciguando
hasta quedar dormitado en tu fontanería.
Depresión
Quisiera esta noche
participar en el avistamiento
de las tortugas que desovan,
seguir el litoral
hasta donde las olas conmueven
la arena muy adentro,
que una borrasca surja
y las hebras de mi cabello
pierdan la memoria genética del bucle.
Que una ola en su cresta
doble los goznes de mis rodillas,
me deje blanda como el celofán de otra onda.
Que surjan relámpagos
y mis párpados los cierre la muerte.
Que me engulla el mar
y quede varada en su lecho.