Un poema de Francisco Larios en solidaridad con Palestina

Leemos un poema de solidaridad con Palestina de Francisco Larios. Además de poeta es traductor. Su poemario más reciente es Parece una república, ganador del Florida Book Award en 2020. En Valparaíso México y Círculo de Poesía, Larios publicó Los hijos de Whitman. Poesía norteamericana del siglo XXI

 

 

 

8 de Octubre de 2023

 

 

Por las víctimas​​ 

de la injusticia en Palestina,​​ 

a ambos lados de la distancia.

Por la vida, por la libertad, por la paz,​​ 

desesperadamente.

 

 

 

Es domingo,​​ 

7 35 de la mañana donde estoy. En Palestina​​ 

se abre​​ la tarde

como una flor carnívora,

a misiles y altas murallas;

a las estelas de un azul furioso;

a las fauces de las largas agonías y

las muertes sin historia ni testigo.

 

Los cartógrafos eternos del luto están de

faena;

agitan bisturíes

encorvados como Pollock​​ 

sobre un​​ lienzo enorme.

 

Pintan un bello paisaje de gotas y lágrimas​​ 

de piedra cristal,​​ 

luces que arañan

lo más profundo oscuro,

fulminan​​ 

tendederos de ropas, calles,

conciertos, escuelas, el plan de mediodía,

la búsqueda de escape, el deseo residual de vivir,

el sueño de saltar la muralla sin mayor​​ ambición

que saltar la muralla;

el sueño de saltar la muralla sin mayor ambición

que saltar la muralla;

el sueño de tener un hogar,

y no muralla,

el sueño de tener un hogar,

el sueño de tener un hogar,

el sueño de tener un hogar.

 

 

La esperanza es eterna,​​ 

pero no pertenece​​ a todos.

 

La vida ocurre mientras pasa.

 

La vida es eterna cuando no hay esperanza​​ 

de que acabe la tarde

cuando la tarde viene acompañada​​ de una noche​​ 

que parece sin fin,

y la mañana continua la noche,

y la tarde sigue a la mañana,

 

y hay que​​ navegar

nueve veces más

 

rondando los cuerpos​​ 

 

que los cartógrafos usan​​ 

para​​ esbozar​​ la distancia.

 

¿Y qué a morir a un lado u otro​​ 

 

de la distancia?

 

Estigios y flegetontes y ciénagas​​ 

son para siempre la distancia.

 

Decretos de desierto y oscuridad​​ 

son la distancia dibujada en el lienzo.

 

El lienzo es toda la tierra y todo el cielo.

 

La luz que el cielo derrama sobre las casas es bella, el polvo que llena el​​ 

cielo cuando su luz baña las casas es bello.

 

Los cartógrafos miran excitados​​ 

la desnudez de la piedra;​​ 

su éxtasis​​ 

es el éxtasis del viento​​ 

que cierra los ojos

y deja caer el polvo de las casas.

 

¿Y qué a nacer camino a la distancia?​​ 

 

En la misma ciénaga caerán todos los polvos.

 

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