Nueva poesía argentina: Vinicius Fonseca

Leemos nueva poesía argentina. Leemos algunos textos de Vinicius Fonseca (Buenos Aires, 1997). Publicó Lugar para cinco en la puerta, con Patronus Editores.

 

 

 

 

 

 

Vinicius Fonseca​​ (Buenos Aires, 1997). Estudia, escribe y forma parte del espacio “La Tarea de Escribir”.​​ Pueden encontrar su libro​​ Lugar para cinco en la puerta, editado por Patronus Editores. En el tiempo que no dedica a la literatura edita videos o toca con su banda, Rey Bichito.​​ 

 

 

 

 

***

 

 

 

Error

 

Llora en el baño público de un pueblo​​ 

que abandonó en su juventud.​​ 

A veces, el retorno no se trata​​ 

de una visita o una indagación, sólo​​ 

de un sencillo aparecer:​​ 

una voz que se construye en el fondo.

Como el susurro, en ese momento,

del mingitorio y los azulejos.​​ 

Se sirve más papel y se seca las lágrimas

sin sonarse la nariz​​ 

 

no debí haber tomado tanto, menos junto a…​​ 

 

Escucha en el pasillo el clic suave

de la luz automática.

Se incorpora para cruzarse,​​ 

por delante y detrás, los años estúpidos

del regreso voluntario.​​ 

 

 

 

 

 

 

 

Visita adulta a una casa de familia

 

Su niñez se aloja en una atracción  

por lo alemán: trenzas, salchichas, un dejo 

dulce en todo lo que prueba.  

No hay trabajo posible. Alrededor​​ 

no hay más que investigación.

 

La casa de su abuela, antes hogar,

parece corrompida por una ausencia 

de centralidad en la distribución de la luz.  

Ya no es necesario iluminar  

habitación por habitación  

como una sombra al oro.

  

Su visita es siempre desprevenida.  

 

Un garage inmenso​​ 

es lo último en convocarlo.   

Al abrir la puerta, el viento y la libertad​​ 

del polvo anaranjado desprendiéndose​​ 

del suelo eran parte de una chance:

reencontrar ahí el sable​​ 

de coronel que una vez le habían mostrado.​​ 

 

 

 

 

 

 

 

El cura

 

Sus pies no hacían más que tronar​​ 

la suela de los zapatos​​ 

contra los escalones de mármol​​ 

en una corrida a contrarreloj.

 

Lo negro y lo serio de la sotana

ofrecían al agitarse un eco​​ 

que contrastaba con el silencio​​ 

de la frecuencia vulgar en que la sangre brotaba.​​ 

 

Al llegar, le sostuvo la cabeza.​​ 

Y, afirmando los dedos​​ 

entre el cuero cabelludo, gritó​​ 

ambulancia.

 

Ayudar a veces implica​​ 

estar en falta, tarde​​ 

desde un principio: tarde

al final de una vida.​​ 

Final que llegaba, para ese hombre​​ 

por golpear su cráneo contra el cordón​​ 

delante de la iglesia.

 

Sin soltarlo, el cura alzó​​ 

la frente al sol con las manos llenas de sangre,

y miró a su alrededor avergonzado​​ 

como si esperásemos algo de él.​​ 

 

 

 

 

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