BREVIARIO DE JONATÁN A DAVID
Jonatán dijo a David: Lo que deseare
tu alma, haré por ti
1 Samuel, 20
David, te ofrezco mis pocas pertenencias: un arma
hechiza
que le robé a mi padre, que ni siquiera se llamaba Saúl.
Simplemente fue un anciano delincuente
que mató en vendetta a más de cincuenta personas,
pero tú mataste a cien.
Por eso, este no es el Valle de Elah ni Siclag.
Aquí están mis pelucas viejas y vestidos de cuando
interpreté
a Josephine Baker en tu fiesta de cumpleaños.
Tómalos, equivalen al ropaje de un príncipe.
Te entrego mis bandas y coronas de reina,
no las necesito para ser homosexual.
Serán espada, arco y cinturón para todo un líder de
soldados.
Gracias por defenderme de los enfrentamientos entre
pandillas, también del agresor encima de mí como un Goliat.
Soy tu leal Jonatán. Tienes en mí esa victoria.
TERMINAL DE AUTOBUSES
En la terminal de autobuses, quería hablarte
entre los silbidos, los pregones, los anuncios
publicitarios,
las pieles aceitosas y el olor a fruta madura.
Quería tocarte los labios, la cadena de plata, tu reloj
vacío de horas, tus pantalones Wrangler y la pañoleta
roja amarrada a tu cabeza.
Tus anillos de acero me recuerdan la protección de
los brujos.
Entre el ajetreo y el polvo que se filtra por el ventanal,
quería decirte que la ropa usada es barata,
que alguien olvidó sus compras en el asiento,
que una vendedora espanta el calor con un pedazo
de cartón
y que han subido los precios de la canasta básica.
No pude hacerlo,
mientras contaba las monedas para pagar mi pasaje,
te fuiste en un bus expreso.
SODOMA Y GOMORRA
Al caer la tarde, llegan los turistas a la bahía.
Lot, en el bronceado espejo de su piel, refleja dos ángeles
y los recibe: “Señores, bienvenidos.
Gracias por hospedarse en el Hostal Sodoma”.
Al sonar el reloj, tallado con la imagen de Jehová,
Lot les muestra su habitación.
Es el momento en que el calor corrompe la ciudad
y el humo del incienso abre el cielo.
Lot no está en la región de Zoar,
sino que se complace en un trío con los viajeros,
su boca les humedece los pies.
En esos cuerpos, el sudor es azufre y fuego que cae.
En el salar, en la primera luz del día,
los huéspedes se apresuran a partir,
y agradecidos le entregan a Lot una tabla de surf
con el nombre de Gomorra.
PROMESA DE REGRESO
Jesús, soy Pedro, estoy en el siglo XXI y no tengo
noticias tuyas. ¿Cuándo vas a regresar?
En la iglesia dicen que existes
en el vientre de una paloma.
Te busqué en las protestas por aumento de salario.
Pinté en la pared de un edificio público:
«No a la explotación laboral»,
pero por desgracia la policía me detuvo.
Me resigno, sé que no vendrás como un santero que
arranca con la boca la cabeza de un gallo para ser bendecido.
Me enteré en la cárcel que camino al trabajo fuiste
asesinado por homosexual.
Yo, que tantas veces te negué…
Te veo caminar en mis sueños
con pasos de carpintero sobre el lago de Tiberíades,
y luego me invitas a subir a tu barca
llamándote «pescador de hombres».
Si supieras que por todo eso te convertiste en el pastor
de mis miedos y creí en tu promesa de regreso.
LA CONFESIÓN
Hago la señal de la cruz y digo: Ave María Purísima.
Dentro del confesionario responden: «Sin pecado
concebida».
Padre, cada vez que veo a mi primo en catecismo,
quiero sus manos a la manera de peregrinos
avanzando sobre mis nalgas.
Mi familia ofrece rogatorias al divino niño
al descubrir que nos tocamos en la sala bautismal.
No me siento sucio; mi alma está fijada al cielo
como cualquier niño.
Antes que diga: “Te absuelvo de tus pecados”,
de mi parte, no me arrepiento.
TESTIMONIO
A mis 21 años, nunca supe que ser lesbiana requiere
cuidado.
Tres hombres y una mujer me violaron,
me cortaron y desaparecieron mi cabeza.
Siguen libres, por eso mi sangre es un rosario sin fin.
La radio informa de última hora:
«Decapitado y envuelto en una sábana, fue encontrado
el cuerpo de una mujer en las orillas de Playa Miramar.
Las autoridades ya están investigando».
El formol y los cosméticos cubren las vejaciones que
sufrí.
Así me darán cristiana sepultura. Mi cruz da testimonio.
SI NO PUEDO DORMIR
Me invitaste a tu casa,
la habitación es confortable y duermes como si
murieras.
Yo no puedo dormir. Y de pie, yo resulto igual
a la estatua de una virgen manchada por los pájaros.
Temo encender las luces, porque alteran el ojo de los
vecinos
y en la oscuridad no distingo nada.
A tientas, me acerco al espejo y descubro espíritus
que gozan del insomnio y vienen a posarse como en
un mosquitero.
A esta hora en que un gallo canta,
siento la piedad del día y la tierra oprime con su calor.
Si no puedo dormir, es porque disfruto ver cómo
abres tus ojos
y extiendes tu brazo hacia mí, parecido al portón de un
cementerio. Repaso los espíritus que vuelven al espejo,
sacudidos por tu voz, cuando preguntas: «¿Qué
sucede?».
No respondo, pero estoy seguro de que de esta casa
pronto me iré.
TERMINAL DE AUTOBUSES
En la terminal de autobuses, quería hablarte
entre los silbidos, los pregones, los anuncios
publicitarios,
las pieles aceitosas y el olor a fruta madura.
Quería tocarte los labios, la cadena de plata, tu reloj
vacío de horas, tus pantalones Wrangler y la pañoleta
roja amarrada a tu cabeza.
Tus anillos de acero me recuerdan la protección de
los brujos.
Entre el ajetreo y el polvo que se filtra por el ventanal,
quería decirte que la ropa usada es barata,
que alguien olvidó sus compras en el asiento,
que una vendedora espanta el calor con un pedazo
de cartón
y que han subido los precios de la canasta básica.
No pude hacerlo,
mientras contaba las monedas para pagar mi pasaje,
te fuiste en un bus expreso.
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Reynaldo Borda (Telica, 1989). Poeta, periodista, fotógrafo, formado en Ciencias Sociales, locutor de programas culturales y facilitador de arte infantil y juvenil. Ha publicado libros de poesía: Muestra Poesía Joven El Material de tus Sueños (2015) Promotora Cultural Leonesa. Ojo Loca (2024) Editorial Ojo de Cuervo, El Salvador. Así mismo, en antologías, revistas y diarios impresos y digitales de circulación nacional e internacional.