Poesía costarricense: Jeanette Amit

  Leemos a la poeta costarricense Jeanette Amit. Publicó La lucidez del cuerpo (Editorial Perro Azul, 2008). Poemas suyos aparecen en Manchas de rojo sobre fondo blanco y azul. Antología de poesía costarricense 1980-2020 (Editorial Perro Azul, 2022).

 

 

 

 

 

 

 

Jeanette Amit (1972) nació en Israel pero creció y vive en paz como costarricense. Desarrolló una formación académica​​ y​​ un quehacer​​ profesional​​ multidisciplinarios​​ con una Licenciatura en​​ Psicología,​​ una​​ Maestría en Literatura Latinoamericana y​​ un​​ Doctorado en Estudios de la Sociedad y la Cultura. Ha laborado como docente universitaria y editora académica. Autora de tres poemarios:​​ Testigos del vértigo​​ (Editorial Líneas​​ Grises,​​ 1997),​​ Asedios de la luz​​ (premiado por la Editorial de la Universidad de Costa Rica,​​ 2001) y​​ La lucidez del cuerpo​​ (Editorial Perro Azul,​​ 2008), además de​​ variados​​ artículos académicos y el libro didáctico para educación universitaria​​ en las humanidades​​ Lenguaje y realidad social​​ (primera edición​​ 2014,​​ segunda edición​​ 2022).​​ Su poesía ha sido publicada en antologías nacionales e internacionales, entre las que destacan​​ las más​​ recientes: la​​ antología bilingüe (español-inglés)​​ Women Poets of Costa Rica 1980-2020​​ (Editoriales Casasola y Uruk, 2021), y​​ Manchas de rojo sobre fondo blanco y azul. Antología de poesía costarricense 1980-2020​​ (Editorial Perro Azul, 2022).

 

 

 

 

***

 

 

 

 

Penélope no espera más

 

No esperaré ya más. Me voy.

Cruzaré el mar

haciendo de mi espalda otro navío

tejido por los hilos que me ataban a él.

 

¡Lo olvidaré!​​ – lo olvido –

aunque me cueste el sitio preciso de mi cuerpo.

 

Quemo mi piel

y el año de la espera me abandona.

Pongo mis brazos sobre el canto del agua

deslizando mi altura​​ 

a lo largo del negro perfil que hace la noche.

 

¡Hacia Troya!​​ – grito –

aunque nadie me escucha después de la marea.

Desato las amarras

y hundo el pecho entre las velas del aire.

¡Hacia Troya!​​ – gritaré de nuevo –

armada hasta el delirio de mi boca,

afilada la sangre como lanza de fuego.

 

Porque también sostengo mis batallas.

Yo que soy esa bestia innecesaria de las horas.

También celo mi trono de silencios

y calzo soledades en los ojos

triturando más hilos que la muerte.

 

Me hundo en el mar.

Desnuda como han de desnudarse

las mujeres para entrar a las aguas.

 

Me lanzo sin barcos de madera,

sin muchedumbres, dioses ni caballos,

a través de las islas que rompen la distancia.

 

Entonces me dirán “Penélope la sabia”,

la marinera sola de su furia,

estratega de incendios,

vencedora con todos los conjuros

que se empozan clavados a la boca.

Y cantarán mi nombre

cuando se reúnan en el centro del fuego,

escribiendo mi historia con cuchillos de oro:

 

Penélope no regresará más,

ya no puede esperar sobre sus huesos,

no hay tejido tal para la ausencia

y Troya es el destino de su cuerpo”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Palabra de alquiler

 

Incompleta de pronto se alarga mi mirada

hasta tocar tu piel,

leal como una hoja que se deja escribir.​​ 

 

Voy cayendo​​ 

donde todos los rostros de tu rostro me miran

y cada uno es un trazo de mi nombre.

 

Caigo hasta la altura imprecisa

de una hora idéntica al destino,

de una palabra solo de alquiler,

de una casa robada,

de un quejido de animal en la lluvia

que viene del umbral de otro silencio

a sabotear mi intento de escribir,

a agujerear los muros que apenas me sostienen.

 

 

 

 

 

 

 

 

Gaia cósmica

 

Nadie la vio nacer

Viajera de una noche cósmica

sin edad

sin dioses

Como ave que vuela en su primer sueño

y no sabe parar

no duerme

Multiplicándose lasciva

desde la molécula más pequeña

Jugando con instrucciones del azar

canta sin revelar su ciencia

creyendo en los accidentes vitales

la mutación de las piedras

la sabiduría de las raíces

 

Fundó una dinastía de bestias prodigiosas

tripulantes que sostienen tensos

los hilos de la red

el trapecio y los anillos

mientras ella sigue en su órbita

donde espacio y tiempo se confunden

Maestra azul del equilibrio

volando de la vida al sueño

ahora y en la hora del abismo

 

Mira el rastro en espiral

que dibuja de memoria

Un universo desplegándose

La vida haciendo sonar

su trenza de huesos rotos

 

Su cuerpo es templo

abierto a todos los pecados

donde cada partícula​​ 

se gesta

existe

y se destruye

como un beso de la nada

Sin bendiciones ni condenas

Insensible a los naufragios

¡Nadie espere su compasión

en el hambre o la batalla!

 

Gaia cósmica

Solo sabe hacer apuestas desmedidas

mueve átomos y cordilleras

destila océanos​​ 

siembra desiertos

Respira la densidad del huracán

Su corazón quema cuando sangra

 

Su viaje no es el nuestro

cargado con edades y con dioses

Su tiempo no suma años

promesas ni destinos

indiferente ante el futuro

 

Paraíso en caída libre

tragándose cada estación como una espada

No sabe parar

No puede

No hay muerte después de la muerte

ni antes del sueño

Solo el vértigo​​ 

de la materia travistiéndose

desde los dinosaurios

hasta nuestro pan de cada día

 

 

 

 

 

 

 

Silencio

 

Con las duras uñas del topo

hurgo tierra abajo

en busca de silencio

Raíz viceral

en su apariencia inocua

de enjambre sin zumbidos

Tubérculo gris

que apenas parpadea

cuando lo añorás o te aterra

 

En complicidad con los insectos

con hambre

y los dedos sucios

callo para escuchar

su solitario madurar

sus historias sin memoria

su intrascendencia terrestre

 

Avanzo hacia el foso arcano

desde donde otea el miedo

buscando otro punto de vista​​ 

subterráneo e impuro

 

Sin los pies en la tierra

tener las uñas enterradas

Ser toda uñas

bajo el embrujo del silencio

un ángel de tinieblas

que finge ser yo misma

 

Escarbar entre piedras

hasta salir a algún abismo

a un tiempo sin bárbaros

a otra vida mineral

a otro lenguaje menos singular que el nuestro

 

Escribir es abrirse paso

en una cueva de ladrones

dejando atrás el ruido y

las luces que encandilan

confiando en que te asalten malos pensamientos

 

Enterrar el cuerpo entero

Palpar los mínimos brillos de lo oscuro

Abrazando la ceguera del topo

transito por esa realidad profunda

de mugres y de asombro

Atrás solo persiste el olor turbio

de aquello que pasó y se esfuma

mientras sobre el cuerpo y el polvo

algo impreciso se escribe

testigo fósil de otra vida

que en el silencio nos habita

 

 

 

 

 

 

 

 

Triviales como peces

 

Hoy saldrás del desierto y entrarás al mar

Hace tiempo que empezaste a oler

los signos de la muerte en el aire

el temblor de las cosas antes de quebrarse

 

Fuego negro en tus ojos

Un miedo tímido sonríe en tu boca​​ 

mientras la mano explora el filo del agua

(fiera acariciable como una promesa)

 

Sin nombre

vas a romper con tu bandera

quemar la casa hasta los huesos

La ciudad abandonada con nostalgia

Lo que queda del amor y el odio

lo llevas doblado en la chaqueta

 

Vas a apostar tu esperanza al extravío​​ 

Mundo abierto para fundar tu tribu

Campamento húmedo

de ángeles que flotan desnudos

dispuestos a perderlo todo​​ 

para aprender a respirar agua, algas, nada

 

Como siempre en lo incierto

todo choca y zozobra

hasta que solo existe el mar​​ 

 

Ahora es el agua oscureciéndose

Es tiempo de relámpagos

de dioses perversos

de enemigos ajenos

de fronteras

de luto

 

Todo es mar

en la honda tristeza del naufragio

cuando aquella promesa abre la boca​​ 

enseña sus dientes blancos

muerde

traga

escupe

 

Ahora sos vos reventando en las olas

hablando pura espuma

Ahora son ellos estrellándose contra las piedras

con esa percusión melódica

que da ritmo a lo efímero

que advierte la fragilidad de lo profundo

 

Ahí estás vos

como un puño derrotado en la arena

simple alegoría de los malaventurados

que viajan con solo una chaqueta

 

Ahora son miles los puños flotando en el agua

aferrados en silencio a su derrota

sin raíces

sin palabras

sin hambres ni sueños

triviales como peces

desprovistos de misterio

 

 

 

 

 

 

 

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