Beatriz Actis (Argentina, 1961) es escritora y editora. Publicó Sin cuerpo no habrá crimen y ¿Llueve todavía? (poesía), Viajeros extraviados y Variación sobre la costa litoral (cuentos), Los poetas nocturnos y Cruces cierran los campos (novelas). Obtuvo, entre otros, los premios Fondo Nacional de las Artes (Arg.) y Rejadorada (España). Es profesora en Letras por la Universidad del Litoral. Vive en Rosario, Arg.
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Bailaban
Soñé que mis abuelos bailaban en la cocina de su casa
mientras tomaban una copa de vino
Jamás vi a mi abuela beber una copa de vino
A veces mi abuelo era mi padre
Entré preocupada a la casa porque vi luz desde el patio
y encontré esa escena,
yo les llevaba un disco de Dean Martin
(no puedo ser la que baila
y debería)
Mi abuelo sollozaba en el hombro de mi abuela agradeciendo que lo hubiera acompañado durante todos esos años
Nunca vi durante la infancia, en la realidad de la vigilia, una escena parecida
Ellos están muertos hace décadas, también mi padre
Qué no daría yo por atravesar de nuevo el pasillo con techo de Santa Rita
y entrar en aquella luz
imprudente
Fantasmas familiares
A los fantasmas familiares se va agregando mi madre en fragmentos
como una nube blanca
*
Al decir mamá parece que vuelve,
que todo vuelve:
ella, la infancia, el tacto delicado de las telas
de unos vestidos de fiesta
Todo,
y sólo por la intimidad del nombre
Sobre el invierno
Escuchamos un ruido extraño
en el medio de la noche.
Pensé como en un sueño:
es un chico noctámbulo
jugando a la pelota
en la vereda
Nos levantamos,
espiamos a través de la ventana.
Eran caballos rompiendo las bolsas de basura
Oí tu voz
como en un trance:
En las galaxias hay días
y también hay noches
Y como en aquel poema
pensé en todo lo no vivido que queda
en lo vivido
Durante la mañana había encontrado
a un viejo amigo
en el justo centro de la calle
en donde el viento del puerto
nos apretaba los abrigos
y nos hacía temblar,
el viejo viento azotando nuestros cuerpos
desde el puerto
vencido.
Dijo mi amigo
después de un largo tiempo: Te extraño.
Y me acordé de tantas cosas,
aquel deambular por la ciudad
cuando éramos jóvenes apenas,
aquella sensación de amanezco en el mundo