Novedades de el suri porfiado: Margarita Laso

el suri porfiado, editorial argentina dirigida por Carlos Aldazábal, presenta sus novedades editoriales. Leemos aquí algunos textos de Leonas de la poeta ecuatoriana Margarita Laso. Recibió el Premio Nacional de Poesía Jorge Carrera Andrade y, actualmente, es una de las voces más reconocidas de la literatura de su país.

 

 

 

 

 

 

Orca

 

I

 

Esta orca emerge de las profundidades.

De los líquidos oscuros y sus arcos.

De las bóvedas salinas de mi abismo.​​ 

De mis polos donde queman el frío y los naufragios.​​ 

Brota maciza. Eléctrica.

Turbina que bate su formidable cuerpo.​​ 

Dos colores en toda mi carnaza.

En la pulpa que has querido desosar.

Como quien viene de lejos crece ante tus ojos.

Exhala las piezas de tu asombro.​​ 

Esos rastros de sangre en el océano.

Pócimas íntimas.

 

 

 

 

 

 

II

 

Esta ballena comió entrañas humanas y ha hecho de ellas carne en mi carne. Mamífera cebada con lóbulos y huesos.

Este monstruo que no maniobro. Que ocurre a su albedrío. Que es dentro de mí. Que impone su instinto. Esta bestia que te cela y ahora se disputa tus entrañas. Y las mías.

 

Es el amor que te ofrecí. Tal vez.​​ 

Frágil como la piel de las dunas.​​ 

Y tan escurridizo.​​ 

Fino como el alma de la aguja o la navaja.​​ 

Y tan irreversible.

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ De lo mío conocido (atroz o bello o ambos) no pude darte a cambio de ti mismo a ti mismo sino estos otros fragmentos del océano:​​ 

Uno. ​​ Un lobito de mar que roba a los pescadores. Bigotes de púas vibrátiles. Luna negra en el mar menguante de plata. Otea el peligro sin temerle al tridente ni a la red ni a la vara. Pirueta de seda entre los luceros oblongos y moribundos de las lanchas.

Dos. ​​ Los círculos que trazan las aletas codiciadas por barcos orientales. Armaduras de toro carnicero en formación de ataque. Cuchillas como cachos que asestan en la superficie la convulsión de las presas. Griterío de mamíferos marinos indefensos. Ojos blancos en el desigual ballet de la batalla. Dientes de obsidiana mortífera.

Tres. ​​ La dentellada de las rocas a tus pies. Esos picos habitados por moluscos cangrejos látigos salobres tenazas como broches de collares. Perlas prietas. Valvas impares como yo. Caracolas demudadas igual que yo.

 

 

 

 

 

 

 

III

 

Y este amor qué ha sido.  ​​​​ 

¿Acaso la orca no devora a los lobos desarmados?

¿Acaso la orca y su cadalso no han quedado abandonados en la playa? ​​ 

¿No mi propia voz acaso me estrangula entre sus púas?​​ 

¿Entre sus cerdas y cabestros de sal?

Y  ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ 

Qué dejó sino este destierro.​​ 

Sino estas vértebras que ciernen arena.​​ 

Qué dejó sino estas espinas de pescado.

Donde estuvo el delta entrañado del vientre.

La espesura manada de la noche.

Humea la destrucción. Tinieblas y olvido detonaron.

Arpones en el lomo de las dunas.

 

 

 

 

 

 

 

 

Asalto del toro

aguafuerte

 

el documento tiene nombre de instantánea

 

ahí están pues el toro y ella que lo detiene​​ 

bajo la papacara  ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ 

-agujitas de hielo  ​​ ​​ ​​ ​​​​ arenitas de agua-

ella ha perdido una bota de caucho

ella que creyó arrear los pájaros​​ 

con el lazo en el desamparo

quiso posarse sobre el toro como pájara mismo

quitarle algún pulgón​​ 

 ​​ ​​ ​​​​ alguna perla con antenas​​ 

 ​​ ​​ ​​​​ alguna bolita de rocío​​ 

ella​​ 

carga los paños empapados

los pelos estilando en la penumbra​​ 

 

¿sabrá el toro que el cabestro es piel de otro toro?

 

retengo su cabeza​​ 

con estas sogas  ​​ ​​ ​​​​ los dedos que he traído

retengo el costillar​​ 

con estos hierros  ​​ ​​ ​​​​ piernas que he puesto al fuego​​ 

 

el toro es una fiera de pólvora

azadón tinieblas sombra

y sus patas en combate son el laberinto que asalto

 

antes de mi funeral  ​​ ​​ ​​​​ 

mi arrastre

antes de mi funeral  ​​ ​​ ​​​​ 

mi arrastre

 

 

 

 

 

 

Rueda moscovita

 

súbete aquí a mi lado

he ganado para ti esta cabina que se mece

 

la rueda moscovita artesanal

apenas nos elevará unos metros

pero una partida nos espera

en sus espinas giratorias

 

súbete aquí

verás que es solo una inmensa instalación temporal​​ 

pronto levantará sus kioscos enclenques​​ 

 

felices aullidos tocarán las cubiertas de zinc​​ 

y la vista y la memoria vértigo serán

 

el oído podría confundir el collar del carrusel

los caballos engarzados de oro y madera​​ 

las risueñas perlas infantiles que galopan

 

súbete aquí

entre estos foquitos de racimo

y las manzanas teñidas de cereza

deja que giren los taciturnos

ojos que has traído

 

esto he ganado para ti

unos minutos de amorosas espinas​​ 

y el beso del sol

muriendo en mi espalda

otra vez  ​​ ​​​​ otra vez

otra vez​​ 

 

 

 

 

 

 

 

Regalo

 

una jirafa de gamuza

musculosa  ​​ ​​​​ pequeña

te he traído

 

-ten

te digo

 

-pero cómo

no podemos tenerla en este jardín - dices

crecería

 

su expansivo cuerpo de cartógrafa

su piel cubierta de islas  ​​ ​​ ​​​​ 

¿adónde nos llevaría su lomo craquelado?

 

- no es para cabalgar sobre ella

ni navegar entre sus grietas

es el cuello

¿ves?

la cabeza

 

su lengua flexible alcanza los luceros

 

ella los desprende de las ramas nocturnas

rutilan en sus labios con dulces movimientos​​ 

eso besa  ​​ ​​ ​​​​ eso come  ​​ ​​​​ 

 

es como tú

 

y así sus antenas​​ 

huesitos que felices remueven las fogatas​​ 

en antares  ​​ ​​​​ dubhe​​  ​​ ​​ ​​​​ orión

llenan el cielo de chispas astrales​​ 

 

oh criatura comestrellas​​ 

esta jirafa es para ti

 

 

 

 

 

 

La amante impar

 

si acaso me quedara un solo ojo

y el otro simplemente te siguiera

y una sola otra no, se despidiera

pierna que tras de ti fuera a su antojo​​ 

 

si esta triste cíclope llorara

lágrima que una sola mano enjuga

si beso emerge rojo de su oruga  ​​​​ 

y alada la otra mano se alejara

 

tan solo una boca se quedara

detrás la otra de ti carnal se iría

boqueando en llamas boca que temblara

 

entonces amante impar yo fuera​​ 

y así tal vez amor te seguiría

aunque este temblor otro te esperara

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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