Poesía mexicana: César Trujillo

Presentamos una selección poética del escritor y politólogo mexicano César Trujillo (Yajalón, 1979).

 

 

 

 

 

 

Astor Piazzolla extendió el bandoneón bajo la sombra de una jacaranda.

Un tango tan triste como semilla de girasol fue la música del día.

La rodela [en el muro] guardó la canción pensada para Dedé Wolf

 

Cada invierno, un bramido triste jugaba con el viento

y teñía la larga fila de edificios.

 

Del árbol que acarició por años aquel cielo,​​ 

del tango junto a la verja de la casa,​​ 

ha brotado un poema.

 

 

 

 

Mientras Du Fu costura el vuelo de las golondrinas,

mi madre borda una manta para mantener caliente el pan de ajo.

 

Los viajes de Du Fu son interminables:

desenredan el poema como las alas de un miyagi.

Los de la abuela florecen la memoria.

Viajan lo que somos.

 

Las imágenes marchitan la sed.

El silencio​​ carda​​ la herida.

La ciudad añora los duraznos como Du Fu el canto del agua,

la danza de la piedra que cae al fondo del lago.

 

 

 

 

En Escocia guardan bajo las sábanas el aroma del bosque caledonio.

No puede vagar su aliento dulce,

su lágrima de pinos,

su silencio de álamos y abedules.

 

Quizá por ello William Wallace pensó la lluvia en las calles de Lanark

e Irvine Welsh escribió un guion en su cabeza,

mientras sus pasos acariciaban la triste tarde del Royal Mile.

 

Quizá esta ciudad es la​​ avenida con flores en su vientre.

O como dice J:​​ 

la historia de dos con una herida

en cada mano,​​ 

bajo la prisa del mundo​​ 

que a todos nos consume.

 

 

 

 

Mi hija cree que Adán y Eva tenían derecho a tomar la manzana,

que el hambre fue heredada y

la curiosidad impuesta.

 

¡Dios pudo ser bueno!

 

La escucho y dibujo una casa con árbol.

Pinto el tazón donde reposan​​ toronjas y manzanas.

 

Tenían derecho, repite.​​ 

Las letras​​ tejen​​ el aire.

 

Alguien toca el timbre.​​ 

Deslizan bajo la puerta una Atalaya:​​ 

 

Eva es una nube azul,

un silencio de alas extendidas para los estorninos.

Adán es la oveja negra.

La imagen de Dios que escribe​​ 

(hasta que cae la noche)

un evangelio Hirsch,

donde un tigre bosteza bajo el tronar de rieles​​ 

que atraviesa con furia la ciudad.

 

 

 

 

Georges Wesley Bellows pinta una carreta con caballos.

También mujeres y hombres​​ 

que deambulan la ciudad de inicios del siglo XX.

Los rascacielos observan displicentes.

 

Ocho años más tarde,

Childe Hassam mete la nieve en la punta del pincel.

 

Un óleo de la Quinta Avenida,

un nostálgico cielo,

un contraste de rostros azulados

y edificios guarecen el tiempo.

 

Como un colibrí que agita las alas,

los trazos definen la imagen.

 

A esta ciudad no la pinta nadie.

 

Creció en el desamparo, en el desorden,

sin mirada que plasme su esencia,

su mucho maquillaje,

su mucha sed.

 

No hay Richar Rummel que retrate callejones.

Solo el obrero y el sueldo para el hambre,

fachadas descarapeladas,​​ 

la avenida donde alguna vez

un hombre, con cámara al hombro,​​ 

guardó la esencia del tiempo.

 

 

 

 

 

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César Trujillo​​ (Yajalón, Chiapas, 1979). Escritor y politólogo. Ha publicado los poemarios​​ Laberintos,​​ Donde termina el país de las maravillas,​​ De corazones y cardiopatías,​​ Bitácora del capitán Francisco de Ulloa,​​ Evocación de la infancia, Al amor también lo devoró la luz​​ y​​ La Casa que fuimos. Parte de su obra está antologada dentro y fuera del país. Su obra ha merecido​​ el Premio Nacional de Poesía Rodulfo Figueroa 2017, el Premio Juegos Florales de San Marcos Tuxtla 2019 y el Premio Nacional de Poesía Ydalio Huerta Escalante 2019.​​ 

 

 

 

 

 

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