Ariana Daniele nació en 1990 en Rufino, Argentina. Es profesora y traductora de francés. En Argentina publicó los libros de poesía Août (2012) y Poética de un corazón abierto (2023), libro con el que obtuvo la beca Antonio di Benedetto en el marco de la maestría en escritura creativa de la UNTREF y una segunda mención en el 1er concurso nacional de poesía Inés Manzano. En 2016 escribió y dirigió la obra de teatro Agua de Aljibe. En Francia publicó la Rose immuable (2020). Forma parte de los creadores de La valija de fuego, un registro audiovisual de poetas argentinos que se lleva a cabo en un sótano de la ciudad de Buenos Aires.
Canal de youtube: @lavalijadefuegoXXI
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El nacimiento de todo verdor
I
Si alguien
me quitara la vida
ahora
ahora mismo
¿quién pondría la corona al santo?
¡¿ quién cerraría todas las puertas
para privarme de la luz?
La parida piedra
se pudre como el prematuro fruto
que acepta su naturaleza.
Hurgan.
Nada encuentran en los signos rupestres.
Las flores
poseedoras de una hostilidad involuntaria
¿serán capaces todavía de orientar
al niño que se ha alejado del camino
y velar por el gesto alegre
que cualquier súbito viento puede estropear?
II
De la risa a la burla
desfila todo lo injusto
y se incrusta en cada rostro.
Toda cueva esconde
su secreta petición.
¿Quién llegará a tiempo?
¿Quién lo hará?
Si yo tuviera
la bendita educación
la necesaria
para matar mi escritura
La soledad es un agujero
que dibuja su borde en la infancia.
El lenguaje
está lleno
lleno
de desvanecimientos.
Si alguien me quitara la vida
ahora
ahora mismo
pediría al verdugo
me conceda su deseo más oculto.
Posteridad
Sólo una mujer sería capaz
de encender la vela que no apague jamás.
En cada sombra se esconderá otra
con su pábilo negro.
Lobas de una mordida desigual.
Está escrito en el reverso del sueño
que los ojos pueden volverse córvidos.
¿Quién enseñará a los niños
la palabra rebelión
la desobediencia de los santos
y la deserción de la colmena?
El valor de un sueño
Hay cosas que se olvidan demasiado rápido
y nadie dice la palabra
para saltar el obstáculo.
¿Cuántas veces
soy invitada a amar en la tierra
cuántas veces
me ha sido abierta la mano
que acaso me haría de refugio?
Lo pequeño es renuncia entre los hombres.
Para no ofender la lengua
a la que soy llamada
camino
al acecho de un alma
que me parta visiblemente.
Enfrentamiento en la penumbra
Como si la vida fuese
sólo mía.
Lo altivo es triste
y mezquina la presencia
de quien se preserva.
¿Qué materia me construye
si sólo sé doler?
No poner el pecho cada vez.
He aquí la fórmula imposible.
Y cada boca
cada corazón
es espejo de mi desaparición.
Me ha sido concedido
ser olvidada
y jamás olvidar.
Hay amargura
en el fruto de estación.
Yo sola comeré.
Mi primera vocación
He mirado por el espejo.
El mundo se ha roto.
Palabras que no hallan
el papel de la ceniza.
Hay daño en ser una y no muchas
hay finitud en el deseo herido de fervor.
Yo siempre me sorprenderé
de la libertad que me ha sido dada
por mis palabras celestes.
Nombro y nada surca.
El mundo es mío.
Y yo lloraré
más alto que mi poesía
la esclavitud de mi don.
Imposible
compartir.
Yo
que sólo pedía hermanos
y me daba juegos.
La pregunta de la flor cortada
¿Quién va a quererme si me quedo?
¿No es la permanencia el verbo indefenso
nunca puesto en boca de nadie?
¿No es la rosa en su rosedal
la belleza puesta a desaparecer
con la lentitud de los siglos?
Cada muerte devuelve
el tallo de una flor.
Los ángeles extintos
Algunos nacen
para habitar la sombra de la piedra.
Para quedarse allí
cavando un hueco perfecto.