Si el río abriese los ojos: Antología de la continuidad: Luis José Glod (Venezuela)

Bolívar Pérez, Zorian Ramírez y Juan Lebrun construyen un dossier de nueva poesía venezolana, Si el río abriese los ojos: Antología de la continuidad, título en homenaje a César Panza y Caneo Arguinzones. Leemos aquí a Luis José Glod (San Cristóbal, 1994). Es autor de Fábula tropical (Buscadores de libros, 2020).

 

 

 

 

 

 

 

Si el río abriese los ojos: Antología de la continuidad.​​ Es una selección que reúne voces de poetas venezolanos nacidos a partir de 1990. La muestra nos invita a reflexionar acerca de​​ las diversas identidades que se presentan en la poesía​​ actual venezolana. La escogencia del título rinde homenaje a dos voces que dejaron una huella fundamental en el panorama más reciente de la vida literaria del país: César Panza, con su verso​​ Si el río abriese los ojos qué viera, y Caneo Arguinzones cuando dice que​​ Haber retrocedido al abismo ha convertido la continuidad / en una festiva alabanza. César nos devuelve la pregunta de la identidad sin pretender abrirnos los ojos, sino buscando que habitemos con él la pregunta; defiende lo auténtico mientras nos habla de la impermanencia.​​ Caneo plantea una​​ vivencia corporal que enfrenta a la muerte, pero que, en un detenerse, busca la continuidad de la vida como una “festiva alabanza”. Estos autores y referentes, por siempre jóvenes, son voces desenfadadas, discontinuas, navegantes de lo incierto en el río identitario, vitales, como las que presentamos a continuación.

 

 

 

 

 

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Luis José Glod​​ (San Cristóbal,​​ 1994)​​ además de​​ escritor​​ es​​ realizador audiovisual. Autor de los poemarios​​ Sobre El ojo azul​​ (LP5, 2020),​​ Fábula tropical​​ (Buscadores de libros, 2020) y de los textos dramáticos​​ Camelias para​​ Malcolm​​ (Fundarte, 2020) y​​ Las Sortijas​​ (Petalurgia, 2021). ​​ Como realizador ha dirigido los cortometrajes​​ Nuestra carne​​ (2023) e​​ Indetectable​​ (2024). Su trabajo ha sido reconocido en diversos concursos de escritura y festivales de cine nacionales e internacionales.​​ 

 

 

 

 

 

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Paseo familiar

 

 

Dos mujeres y dos hombres.

 

Las mujeres con las mujeres.

Los hombres con los hombres.

 

Húmedxs.

Impávidxs.

 

Caminaron contra el bosque​​ 

con las lenguas polinizadas,​​ 

fueron orquídeas

escondidas de los ojos avispas.​​ 

 

El agua condenó sus cuerpos,

los hizo antojo,

como si la brisa​​ 

no provocara suficiente

 

las ganas arrastraron

los vestigios

del pudor.

 

No hubo juicio en

la mirada de la naturaleza,

 

los árboles no escucharon​​ 

estridencia en el choque​​ 

de dos manzanas de Adán,

 

ni en el​​ pizzicato

de dos guitarras​​ 

que se abrazan

en una sola canción,

 

el amor puede ser un sonido

​​    ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​   ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ una planta

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​   ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ o una raíz circular,

no existe el sentimiento exacto.​​ 

 

Mojadxs.​​ 

Ávidxs.

Las mujeres y los hombres.​​ 

 

Los hombres con los hombres.

Las mujeres con las mujeres.​​ 

 

Bajaron derrumbadxs el despeñadero,

no lograron ahogarse,

se compusieron,

flotaron los labios.​​ 

 

 

 

Poema perteneciente al proyecto​​ Cuchara cuchillo y tenedor [deseo y disidencias] Encuentro de creadorxs venezolanxs en torno a lo erótico​​ (2024)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Mancitos al borde de un ataque de nervios

 

Por la noche, ellos aclaran sus barrancos, sobre el mueble,​​ 

después al cuarto y culean. varias veces.​​ 

después balcón vino marihuana cigarro.​​ 

lo último es una película, en la cama.​​ 

así ÉL piensa menos de lo que se piensa​​ 

cuando se está en silencio. ​​ 

si no soporta la distancia hasta el vacío,​​ 

se sostiene por un rato​​ 

de una historia contada muchas veces.​​ 

 

¿A cuántos hombres has tenido que olvidar?

–​​ dice EL MAN DE LA PELÍCULA.

 

y Él escucha como si lo hubiese dicho EL OTRO.​​ 

 

¿A cuántos hombres has tenido que olvidar?

Él vuelve a pensar cómo se piensa cuando El otro calla.

 

y no responde porque no tiene con qué.​​ 

la pregunta lo desangra.

​​ ¿A cuántos hombres has tenido que olvidar?

Él vuelve a pensar cómo se piensa cuando se está solo.

 

y El otro nunca escucha, desaparece, en la pantalla.​​ 

no tiene razón para detallar a Él. Él no le quita los ojos.​​ 

si lo mira, piensa menos de lo que se piensa​​ 

cuando no hay nada.​​ 

 

LA ACTRIZ le miente a El man de la película, en la pantalla.​​ 

le miente como se miente​​ 

cuando el pecho está hinchado de todo.​​ 

y a Él le arde un sentimiento en la lengua,​​ 

porque las mentiras causan estomatitis.​​ 

pero no dice nada,​​ 

ya El man de la película lo ha dicho todo.​​ 

 

y Él tiembla. tiembla como se tiembla​​ 

cuando se guardan las palabras.​​ 

y piensa en los hombres​​ 

que ha tenido que olvidar.​​ 

y mira a El otro. y palpita.​​ 

palpita como se palpita​​ 

cuando se descubre algo.​​ 

 

La actriz se desmaya, en la pantalla.​​ 

hay un corte.​​ 

nadie habla.

ni Él, ni El man, ni La actriz, ni El otro.​​ 

Todos callan como se calla​​ 

cuando alguien siente que agotó el silencio.

 

 

* Mención honorífica del 2do Concurso de Poesía Diversa 2024.​​ 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

A T y a los otros


Quizá los años pasen y vivas la misma historia.​​ 

Quizá te sientes en una banca de otra plaza prometiendo otras o quizá las mismas cosas.​​ 

Quizá le hables de la cultura árabe. Del oro. Del sauna. De los cuartos oscuros. Recuerdes a Caracas hundida en riquezas. Confieses sobre el agua y la soledad mientras tu vista se revienta de luz vacía.​​ 

Quizá camines otra vez San Cristóbal con otro cuerpo de visiones ecuánimes. La plaza Murachi. El viaducto. Y te encuentres allí, cumpliendo la promesa que le hiciste a otro. Reflejada en esa sombra que no controlas.

Quizá te canses de su pecho de puñales. De que te observe. Y te escriba. Y te inyecte películas de Almodóvar sin comprender que también eres otro.​​ 

Quizá no sea el único y borres sus ojos de tus arañas vasculares. El poema de tu brazo. Las noventa escaleras.​​ 

Quizá cruces la frontera y te ahogues en el mismo territorio sin saber que el mar es vagabundo.

Quizá te cortes la lengua y sea él quién lo confiese. Que se atreva a escupirte la sangre porqué el V.I.H. siempre termina siendo un tema.​​ 

Quizá abras la misma aplicación y encuentres a otro. ​​ 

Quizá desaparezcas como el humo de aquellos cigarros que les quemaron la garganta. Y te quedes sin voz. Y no puedas explicarle sobre tu aislamiento. Y él te odie. Y tú lo entiendas.​​ 

Quizá no lo entiendas. Quizá le mientas y te mientas diciendo que lo quieres.​​ 

Quizá no lo quieras. Quizá todo se trató de otra caminata nocturna que sirvió para evadir la enfermedad y los apagones. Lo recordarás en la penumbra. Echando el mismo cuento que escuchaste de otra boca. Aunque quizá lo olvides. Y luego pierdas la locura y caigas en cuenta que todos nos llamamos como el otro. Que no nos parecemos. Que quizá somos el mismo.

 

 

*​​ Tercer lugar en la 7ma edición del Concurso Nacional de poesía jóven Rafael Cadenas

 

 

 

 

 

 

 

 

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Pamela Rahn Sánchez

 

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