Si el río abriese los ojos: Antología de la continuidad. Es una selección que reúne voces de poetas venezolanos nacidos a partir de 1990. La muestra nos invita a reflexionar acerca de las diversas identidades que se presentan en la poesía actual venezolana. La escogencia del título rinde homenaje a dos voces que dejaron una huella fundamental en el panorama más reciente de la vida literaria del país: César Panza, con su verso Si el río abriese los ojos qué viera, y Caneo Arguinzones cuando dice que Haber retrocedido al abismo ha convertido la continuidad / en una festiva alabanza. César nos devuelve la pregunta de la identidad sin pretender abrirnos los ojos, sino buscando que habitemos con él la pregunta; defiende lo auténtico mientras nos habla de la impermanencia. Caneo plantea una vivencia corporal que enfrenta a la muerte, pero que, en un detenerse, busca la continuidad de la vida como una “festiva alabanza”. Estos autores y referentes, por siempre jóvenes, son voces desenfadadas, discontinuas, navegantes de lo incierto en el río identitario, vitales, como las que presentamos a continuación.
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Milagro Meleán (Zulia, 1994) es Licenciada en Letras Hispánicas por la Universidad del Zulia. Actualmente reside en el estado Mérida. Parte de sus poemas, reseñas y ensayos aparecen en diversas revistas nacionales e internacionales. Ha publicado los libros Luminancia (Fundarte, 2020); Resonancias triviales (Palíndromus, 2022); Tomo (Palíndromus, 2023); Amuche (LP5, 2024) y Detrás del derribo (Chifurnia Libros, 2024).
Los poemas seleccionados pertenecen al libro Amuche, (LP5, 2024)
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mira hacia adentro. la crisálida se queda en silencio de monje
hay unos pájaros muy cerca. intuyo que son pequeños
pero aquí todo es diminuto
poema
¿eres una voz que antes ignoraba?
persigo la cola de los astros y es un tumulto de voces pasadas, la muerte que transcurre en su presagio
detenerse en este ir y adentrarse en el brillo final
el que perdura
se apaga y crece,
de esta ventana, donde otros miraron también.
tengo en las manos un sueño. el habla pesa menos; es un recuerdo ya amansado.
poema, que sepa alumbrar mi cuerpo y escuche su ritmo oculto; dice que tengo doce años y pienso en ti: la ráfaga que adiestro.
tengo en las manos el sonido y el habla de los atardeceres;
una canción que descifraron aquellos pájaros.
descubro en la piel el vestigio de las horas y recuerdo la raíz oculta en los ojos,
un agua helada recorriendo lo que falta
lo nimio de la piedra, lo vetusto del relámpago.
me expando hacia las aguas de mi centro. la desnudez dice dónde hemos estado;
poema
me trajiste hasta esta página y recurro a la voz que me sé y me sabe
que de amando respiro la hora en que vuelvo
al lugar exacto
poema,
sé que las fogatas terminaron antes que el río
he olvidado cómo suena mi oxígeno, mantengo mi cuerpo lejos de las brasas y soy menos anciana de lo que creí
poema,
tu respiración aquí es gota que se vuelca en la arena
y se esparce
se inmola.
dices que la noche empieza por dentro
¿quién recuerda el secreto de la risa?
abolirse es terminar de decir ese nombre que tanta falta le hace a la cara
di que las piedras sí recuerdan
miro a través de estos muros queriendo soltar los dedos para que frenen el derrumbe
¿por qué frenar lo que quiere descansar en el suelo?
dicen que la cabeza va en el cielo para ignorar lo que nos lleva a la tierra,
que rendirse es un asunto de innobles
pero
cuántas veces hemos tomado aire antes de caer
o meter la nariz en un pozo sagrado.